Rubén Sánchez Trigos: “Para mí disfrutar es pasar miedo”
En 'Bajo el barro' nos propone adentrarnos a su propio pasaje del terror
Rubén Sánchez Trigos es un teórico de la ficción de terror. Hizo su tesis sobre el cine de zombies en nuestro país y escribe artículos y ensayos sobre el género. También participó en el desarrollo de Verónica, la película de Paco Plaza por la que muchos conocieron a Sandra Escacena.
Ahora, acaba de publicar Bajo el barro, una novela que nos propone un pasaje del terror en el que entrar de una manera, pero no sales siendo el mismo. Enfrentarte a tus propios miedos puede ser una experiencia aterradora.
Sin duda, una propuesta para pasar miedo en esta festividad de Halloween tan atípica en la que tenemos que cambiar las fiestas habituales por otras propuestas más solitarias.
Con 10 años visitaste tu primer pasaje y ha sido el detonante de esta historia, ¿cómo lo recuerdas?
Tengo recuerdos muy claros. Pensaba que cuando uno iba cumpliendo años las cosas quedaban como muy lejanas y es al revés, con el tiempo se vuelven más cercanas. Fui con mi padre que dijo ‘vamos a entrar, no le digas nada a tu madre’ y recuerdo un pasaje muy largo, con los tiempos muy medidos, había mucho tiempo muerto en forma de pasillo largo donde aparentemente no pasaba nada, pero podía salir cualquier mano y, sin embargo, luego volví a pasar ese pasaje de mayor, y otros, y ninguno ha sido como esa primera vez. Son más intensos, más cortos, aparentemente más rápidos, no te da tiempo a reflexionar si debo o no cruzar ese pasillo, lo cruzas a toda leche porque viene otro grupo detrás. No he vuelto a vivir un pasaje como ese, puede que no fuera así, pero yo lo recuerdo así, y el pasaje que yo recreo en la novela es ese, el pasaje ideal.
Luego propusiste hacer un pasaje en tu colegio, pero a última hora no acudiste, ¿por qué?
Venía tocado de aquel pasaje y jugaba con amigos a hacer pasajes en casas, cuando los padres no estaban o sí estaban, pero nos encerrábamos en una habitación y jugábamos a hacer pasajes que eran muy básicos. Cuando llegó la fiesta de fin de curso del colegio dije ‘vamos a hacer un pasaje del terror y estuvimos mucho tiempo preparándolo, pero yo veía que era muy cutre. Tenía un sentido del perfeccionamiento, con 10 años, muy alto y pensaba que iba a dar risa. Me enfadé y el día de la fiesta que quedé en la cama enfurruñado y mis compañeros lo hicieron y me dijeron que había sido un éxito. Yo nunca vi ese pasaje y esta es una manera, un poco, de enmendar aquella cabezonería. Es una venganza contra mí mismo por no ir, se lo he dedicado a mis compañeros del colegio que lo hicieron siguiendo mis órdenes y estoy muy agradecido.
"La mejor manera de conocernos a nosotros mismos es explorar nuestros miedos"
En tu novela juegas con los miedos, ¿son nuestra mayor debilidad?
En la novela no intento sermonear porque creo que el género no tiene que hacer eso, pero sí intento reflexionar sobre las connotaciones negativas que le damos a los miedos. Forman parte de nosotros, nos moldean como somos. Y lo somos no solo por nuestras alegrías, sino que lo somos más por lo que nos definen nuestros miedos. Son debilidades en algunos aspectos, nos bloquean, no nos permiten evolucionar o probarnos a nosotros mismos, pero, en otros aspectos, los miedos nos hablan más sinceramente que las alegrías de quiénes somos. La mejor manera de conocernos a nosotros mismos es explorar nuestros miedos. En la novela abogo por abrazar nuestros miedos, no por desprenderse de ellos porque eso me parece una irrealidad.
Un miedo confesable, ¿es menos miedo?
Yo creo que en realidad no y esto es lo que pasa en el pasaje de la novela. Los miedos son privados y los vivimos en soledad, no lo podemos compartir. Las alegrías las compartimos, los miedos podemos contarlos, pero tienes que enfrentarte solo a ellos.
Tú que has buceado en el género del terror, ¿te ha ayudado a relativizar los miedos o, todo lo contrario, te los ha potenciado?
Estoy lleno de miedos y no los relativizo. Intento desnudarlos. En el libro hay un pasaje que dice que el miedo no se va, pero si lo miras fijamente, lo puedes ver tal y como es, como el espejismo que es. Vivo con muchísimos miedos, también los ficticios. Soy un espectador de terror muy agradecido, voy al cine a intentar pasarlo lo peor posible y un libro, igual.
Siempre tendemos a buscar una explicación racional, ¿tú también?
Soy hijo de mi tiempo, un paradigma racional y más o menos cartesiano. Creo que mi amor por lo sobrenatural tiene que ver con que no creo en lo sobrenatural. Cuanto menos crees en algo más posibilidades tienes de tenerlo. Yo no soy creyente religioso, pero amigos que sí lo son, tienen menos miedos que yo porque lo procesan a través de ahí. Yo no creo en la vida después de la muerte con lo cual, si hay algún indicio, estoy solo en casa, de que puede haber fantasmas en mi casa, a mí me aterroriza completamente. Soy muy miedoso.
"Es un creepypasta a la máxima potencia"
Hay quienes prefieren buscar explicaciones más paranormales. De hecho, y en la novela se recoge, internet es una buena fuente de hipótesis, ¿no?
Yo quería actualizar una cosa que está pasando, el fenómeno de los creepypastas que no dejan de ser las leyendas urbanas que nos contábamos. Yo recuerdo que en el colegio hacíamos eso, apagábamos las luces del aula, cogíamos una linterna y alguien contaba una leyenda urbana de algo que había sucedido a dos manzanas. Los creepypastas son la versión contemporánea de todo eso. Mi proceso de documentación para escribir la novela fue estudiar muchos de estos creepypastas, cómo narratológicamente van contando una mitología propia que parte de que quien la ve está predispuesto a creerla. Los creepypastas trascienden la pantalla, te está diciendo que cuando apagues el ordenador va a estar ahí. Es una esencia del pasaje del terror de mi novela, el pasaje no acaba cuando sales del pasaje, te lo llevas dentro y eso es un creepypasta a la máxima potencia.
Tratas temas que son propios de una sociedad real. Para empezar, el bullying en las aulas, ¿cuál era tu intención?
No era tanto denunciar porque no creo tanto en el poder de la literatura como para eso. Yo vengo de una época en la que era la ley de la jungla, si eras pequeñito te pegaba el grande y no había más, los demás lo aceptábamos. Era terrible, pero era así. He intentado con este tema del acoso poner en aprietos al lector y huir de categorizaciones fáciles, buenos y malos. Hay gente que acosa y gente que es acosada y eso está muy claro y creo que el lector es muy inteligente y no hay que dárselo más mascado. Hay un diálogo en el que intento reflexionar cómo llamamos bullying a una cosa y no a tantas otras cosas. Me llama la atención que no hablemos del bullying en las clases sociales, veo gente que denuncia acoso en las redes y dos minutos después está retuiteando a alguien para reírse de su comentario porque políticamente no es afín, por mil motivos… estamos confundiendo un poco las cosas. Hay mucha hipocresía en ese sentido.
Paro y depresión… eso está muy en auge…
Vivimos en una sociedad más infeliz que la que vivían mis abuelos y mis padres y tenían menos. Mis abuelos tenían mucho menos que nosotros, pero tenían un estado de certidumbre. Ahora mismo vivimos en un estado de absoluta incertidumbre constante, mutable. Hay un personaje en la novela que está en el paro y sufre depresión y quería hacer un retrato tipo de un personaje que representara un poco esta parte de la sociedad. Vivimos en una sociedad aparentemente happy y es una sociedad construida sobre una base de inseguridad e incertidumbre constante y ahora con la pandemia más. Esto es algo del mundo moderno.
¿Cuál es el libro y la película con los que más miedo has pasado?
Quizás Cementerio animal de Stephen King y La casa de hojas, un libro de los años 90. He pasado realmente miedo con ellos. Y películas hay tantas, películas que de niño te dan mucho miedo y luego de mayor no tanto. Yo pasé mucho miedo con Al final de la escalera, muy mítica y revolucionaria. La vi de niño y estuve noches sin dormir imaginando escenas de la película en mi habitación.
Me choca que una persona que ha investigado tanto en este género todavía tenga la capacidad de sentir miedo con él.
Si no me afectara, lo hubiera dejado. Hago esto porque disfruto, nadie estamos para hacernos ricos. Escribir sobre el género esperando hacerte rico, tienes que estar muy loco. Lo hago porque disfruto mucho y el día que deje de hacerlo, lo dejaré y para mí disfrutar es pasar miedo.
Como teórico del género tendrás a los clásicos muy presentes, pero si hablamos de contemporáneos, ¿cuál es el último autor/a que te ha sorprendido?
Hay un autor que a mí me ha gustado mucho que es Laird Barron, que en España le ha publicado la editorial Valdemar. Ha publicado El rito, para mí la última obra maestra que he leído del género, un libro que me ha hecho sentir inquieto.
Y si hablamos de series recientes, tenemos, por ejemplo, La maldición de Bly Manor de Netflix, ¿qué te parece?
Me gusta mucho Mike Flannagan, el creador. Esa manera que conecta con el cuento de fantasmas tradicional clásico donde la melancolía es la fuente del terror, la melancolía por el pasado, que es lo gótico. La serie me ha encantado. No voy a decir que me guste más que Hill House porque creo que su ambientación es potentísima, pero a nivel de personajes y de ideas, la serie creo que tiene dos capítulos maestros.
La pandemia, ¿crees que ha superado cualquier historia de terror que pudiéramos imaginar?
No creo que la haya superado, sino que ha puesto en imágenes lo que la ficción ya llevaba tratando. Este temor a que algo así sucediera estaba muy presente en la humanidad desde las últimas décadas, entre otras cosas, porque ya las hemos vivido. Nosotros no, pero nuestros antepasados y no tan antepasados, vienen de la gripe española, un virus más letal que este y que nos pidió con menos medio. La historia de la humanidad es una historia de pandemias y la ficción nos venía recordando que eso está ahí. Esto que ha ocurrido ahora me ha fascinado, rozando lo escalofriante, sobre todo al principio del confinamiento, ver imágenes que parecían sacadas de películas. De repente ver imágenes en las televisiones con controles policiales con parte del ejército, que veías como americanizado. Eso es algo que a nuestra generación solo nos lo había contado la ficción y, de repente, lo hemos visto hecho realidad.
Algunos piensan que personas como tú que han leído tanta literatura de ficción, ¿estabais más preparados para esto.
No estaba preparado, pero al final nos vamos adaptando. No estaba preparado y te aseguro que he leído mucha literatura de terror postapocalíptica. Ahora se estrena la versión televisiva de Apocalipsis de Stephen King que es una novela de la que se habló mucho porque habla de una super gripe creada en un laboratorio que se escapan y diezma el noventa y tantos por ciento de la población. Y se estrena ahora que se estaba rodando justo antes de la pandemia. La ficción no es ficción en realidad, es un pliegue de nosotros mismos que se despliega y se nos pone delante. Pandemias estos años ha habido, pero no nos han tocado a nosotros, claro.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...