Esta es la sorprendente reacción de un oyente al ganar la Lotería de Navidad
Cada 22 de diciembre vuelve la ilusión
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El 22 de diciembre es uno de los días más esperados y especiales del año. Para muchos, incluso mejor que cualquier festivo o cumpleaños de su calendario. Una fecha que esperamos con ilusión desde semanas atrás cuando vemos por primera vez el anuncio en la tele.
Desde primera hora de la mañana, y como nos tienen acostumbrados, desde el Teatro Real de Madrid, las niñas y niños de San Ildefonso cantan el Gordo de Navidad y llenan de alegría las calles de muchos pueblos de España.
A pesar de que estamos acostumbrados a ver a todo tipo de personajes disfrazados en el público, este año será la primera vez que todos tendremos que verlo desde casa. El coronavirus ha provocado que sea la primera vez en la historia que no haya público. Desafortunadamente, no veremos a Mocito Feliz o Fernando Vázquez, el niño de San Ildefonso de 78 años, que dio el Gordo que en ´54 y que no se ha perdido un sorteo.
Pero entrando en materia, aunque nos encanta participar, todos somos conscientes de lo complicado que es ganar la lotería. Para que os hagáis una idea de las pocas probabilidades que existen, el ganador tiene 1 entre 100.000 posibilidades de conseguir que los niños de San Ildefonso canten su número. Pero, eso sí, la ilusión es lo último que se pierde y durante ese día, toca soñar y confiar.
Además de soñar y confiar, muchos realizan todo tipo de ritos y evitan las supersticiones para intentar ganar. Desde coger siempre el mismo número pensando que tienen más posibilidades de ganar hasta ritos o técnicas de lo más especiales y curiosas.
Para saber si nuestros andayeros son de estos aficionados a la lotería que tienen todo tipo de tradiciones, hemos querido hablar con ellos, pero con los ganadores. Vanessa de Zaragoza nos ha contado la explosión de felicidad que vivieron cuando su padre empezó a gritar como un loco que les había tocado y comprobaron que, efectivamente, era el número ganador. Una euforia que desapareció cuando se dieron cuenta de que el boleto era de la Lotería del Niño y no del Gordo.
A alguien al que sí le tocó, fue a Ángel de Hospitalet de Llobregat. Mientras desayunaba viendo la lotería, vio como decían su número por la televisión. Después de beberse un vino, llamó a todos sus amigos. Al principio nadie le creía, porque siempre hacía la broma de que le había tocado. Tras demostrarlo, ya os podéis imaginar la celebración que tuvieron. El dinerito lo usó para pagar parte de la hipoteca, pocas maneras para acabar mejor el año.
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