Especial
De Agnès Varda a Larisa Shepitko: directoras de cine olvidadas durante años que hoy son leyenda
Poco conocidas a pesar de ser pioneras; ocultas por la historia y descubiertas recientemente: repasamos la figura de algunas grandes cineastas mujeres y sus películas más emblemáticas
En los úlitmos años Hollywood se ha ido abriendo progresivamente a las mujeres. Sin embargo, durante décadas las películas a duras penas estaban filmadas por creadoras. Una situación que se repitió en prácticamente todos los países con industrias cinematográficas potentes. Solo los hombres tenían reservado ese espacio privilegiado en sus respectivas mecas del cine. Todos conocemos a Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick, Sergio Leone o Akira Kurosawa, pero casi nadie ha oído hablar de Larisa Shepitko, Alice Guy o Kinuyo Tanaka.
Hoy, gracias a los avances en igualdad y derechos –y a excelentes archivos documentales como Women Make Film de Mark Cousins– vivimos en un mundo mucho más justo y equitativo. Aunque aún queda mucho por hacer, un primer paso sería colocar en el lugar que merecen a aquellas directoras de cine cuyo talento y genio creativo fue tan (o más) grande como el de cualquier otro artista masculino reconocido en todos los lugares del planeta.
Si no tuvieron la presencia mediática que demandaba su talento fue porque eran mujeres. O murieron muy jóvenes o la industria no les financió los proyectos que querían o, sencillamente, desistieron ante un mundo marcado por patrones masculinos. Hoy, en honor al Día de la Mujer, queremos hacer un repaso por esas grandes cineastas olvidadas que merecen ser reivindicadas.
Alice Guy: pionera del cine
En los últimos años se ha hablado mucho de esta directora francesa que fue pionera del cine en la época de los hermanos Lumière. Podemos decir que Guy (también conocida como Alice Guy-Blaché tras contraer matrimonio) firmó la primera pieza de ficción de la historia del cine: el cortometraje El hada de las coles (1896). A lo largo de su vasta carrera (vivió 94 años) dirigió setecientos cortometrajes e influyó en prestigiosos cineastas como Georges Méliès, mucho más famosos que ella a pesar de que esta mujer hizo importantísimas innovaciones en materias sonoras, estilísticas y de desarrollo de efectos especiales.
Kinuyo Tanaka: el otro rostro del cine japonés
Cuando hablamos de cine japonés encontramos nombres de cineastas enormes cuyo talento y sensibilidad supera con creces al de cientos de cineastas occidentales más famosos que consideramos de referencia. Encontramos a Akira Kurosawa, Kenji Mizoguchi, Masaki Kobayashi, Kaneto Shindo o Yasujiro Ozu, entre otros tantos. Pero muy pocos hablan de la que es, probablemente, una de las mejores (y escasas) cineastas de la industria japonesa: Kinuyo Tanaka.
Ella fue actriz fetiche de Mizoguchi y trabajó a lo largo de su carrera en más de 250 películas. En 1953 decidió dar el salto a la dirección y se convirtió en la segunda mujer en dirigir películas en Japón, solo por detrás de la aún más olvidada Tazuko Sakane. Las películas de Tanaka son, en su mayoría inencontrables y no están editadas en España. En su filmografía se encuentras obras de una belleza sobrecogedora como La luna se levanta o Pechos eternos, su cinta más famosa. También dirigió Amor bajo el crucifijo y La noche de las mujeres. Tanaka trabajó para los tres estudios más poderosos de Japón: Nikkatsu, Toho y Daiei, y fue protagonista de clásicos como Vida de Oharu, La balada de Narayama y Cuentos de la luna pálida.
Larisa Shepitko: estrella soviética
La historia de Larisa Shepitko, nacida en Ucrania en 1938, es la más triste de todas. Su nombre ha quedado olvidado y opacado por el de su marido, el cineasta soviético Elem Klimov, autor de auténticas obras maestras como Masacre: Ven y mira. Sheptiko fue directora, actriz y guionista y creó dos de las películas más importantes del cine soviético: Alas y La ascensión, esta última una increíble película de culto sobre el drama de dos desertores soviéticos en plena Segunda Guerra Mundial que tratan de sobrevivir a la persecución y a la intemperie. Lamentablemente Larisa Shepitko, que se conviritó rápidamente en una de las estrellas de la "nueva ola soviética" (otros fueron Andrei Tarkovsky y su pareja, Elem Klimov), no pudo seguir haciendo cine porque en en 1979 falleció en un terrible accidente de tráfico. Tenía 41 años.
Agnès Varda: la abuela de la nouvelle vague
En los últimos años hemos escuchado hablar mucho de Agnès Varda, pero hasta hace poco más de una década era prácticamente una desconocida para el público generalista contemporáneo. Varda fue una pionera del cine francés, lo que le valió el calificativo de "la abuela de la nouvelle vague o Nueva Ola" a pesar de que en los libros de historia solo se hablaba hasta hace poco de Jean-Luc Godard o François Truffaut. En 2017 le otorgaron el Óscar honorífico y su estatus cambió.
Varda una directora feminista que retrató, a través de películas imborrables como Cleo de 5 a 7 o Sin techo ni ley, la psicología de la mujer frente al mundo, explorando sus relaciones humanas y con el entorno y en algunos casos la dificultad que tenían para salir adelante por ellas mismas. Suya es la emblemática frase que arenga a las mujeres a dedicarse a crear: "Salid de las cocinas, de vuestras casas, haceos con las herramientas para hacer películas". Falleció en 2019 a los 90 años, siendo despedida con los máximos honores por la comunidad cinematográfica mundial.
Agnieszka Holland: internacional... y desconocida
Esta directora polaca empezó trabajando como asistente de grandes directores como Krzysztof Zanussi y Andrzej Wajda y poco a poco consiguió labrarse un nombre en el cine europeo con películas como Actores provinciales, que se llevó el premio de la crítica en el Festival de Cannes. Holland dirigió la producción alemana Amarga Cosecha y, en Estados Unidos, el drama Conspiración para matar a un cura, donde trabajó con Ed Harris y Tim Roth. Años después dirigiría a Leonardo DiCaprio en Vidas al límite.
En 1990 firmó el clásico Europa, Europa, su cinta más famosa y laureada, un oscuro drama sobre un joven judío polaco que se convirtió, paradójicamente, en héroe del ejército nazi. Holland, además, ha trabajado en series estadounidenses como The Wire, House of Cards, Caso abierto, Treme y The Killing y ha firmado piezas muy conocidas como Copying Beethoven o In Darkness, aunque nunca ha obtenido la financiación que le hubiera gustado para sacar adelante sus proyectos ni la relevancia mediática que merece. También fue artífice, junto a Kieslowski, del guion de Tres Colores: Azul.
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