Especial
El fotógrafo Luis Malibrán comparte las claves para hacer una buena selfie y mejorar como influencers
“Rosalía sería difícil de fotografiar”
Vivimos en la era de la imagen, eso es indudable, y raro es el que no hace alguna fotografía al día, a la semana o al mes. Los smartphones y las redes sociales nos han convertido en asiduos a esta práctica. Pero, solo unos pocos, se preocupan por buscar la máxima calidad a eso que muestran.
Los hay que dan un paso más y se interesan por la fotografía como profesión y forma de expresarse, pero eso conlleva un estudio de técnicas que son imprescindibles para conseguir resultados.
Esas personas, ahora, pueden encontrar una guía en Fotografía para dummies, un compendio de consejos para mejor la técnica y la expresividad de nuestras imágenes de una manera sencilla y didáctica y teniendo en cuenta las emociones más allá de lo puramente teórico.
El autor es Luis Malibrán, un reconocido fotógrafo que lleva más de 30 años retratando a personajes de toda índole y colaborando con todo tipo de cabeceras de nuestro país. Él nos da esas claves para convertirnos en fotógrafos de verdad y no duda en dar algún que otro consejo a los influencers que son clave en las tendencias visuales de nuestros días.
¿En quién pensabas como lector potencial cuando estabas haciendo este libro?
Alguien que empezaba por primera vez con la fotografía, que se había comprado una cámara y quería saber cómo funcionaba esto y a ver cómo funcionan los botones. Eso me interesaba poquito porque eso lo tiene en youtube, se lee las instrucciones, escucha cuatro tutoriales y para qué va a querer comprarse un libro. Entonces, lo que me pareció interesantes es explicarle que este botón sirve para que tú cuentes que en estas vacaciones el sol ha sido precioso o que, aunque el sitio estuviese frío, los colores se saturaban de una manera que vas a poder contar con este otro botón. He estado explicando cómo es la técnica y para qué sirve. Me he dado cuenta de que ya no es sólo para que alguien que compra una cámara sepa manejarla, sino que si tienes una cierta idea de fotografía puedes saber cómo expresar lo que sientes a través de conocer esa técnica.
Hay mucha técnica, pero también mucha emoción, ¿esa es la ecuación de la fotografía?
Efectivamente. Ese era mi sueño, conseguir que la gente notase que podía explicar cosas personales a través de la técnica fotográfica.
Afirmas en el libro que “el ritmo vertiginoso nos hace más superficiales a la hora de expresar emociones”, ¿somos cada vez más robóticos?
Más robóticos no, lo que sí somos es más despistados. Tengo formación como terapeuta y lo estoy aplicando a la hora de explicar en qué consiste la fotografía. Me he dado cuenta de que como fotógrafo llevo toda la vida intentando capturar cómo sienten las personas las emociones y lo que me he dado cuenta, no es que seamos robóticos, sino que las emociones nos pasan por delante y ni nos damos cuenta, hasta nos molestan. Ser capaz de decir estoy triste, pero qué bonito estar triste porque estoy sintiendo esto con más intensidad y sé cómo voy a salir de ello. O estoy feliz, pues coño, voy a disfrutarlo porque no sabía que se podía ser feliz con esto. Tomar conciencia de esas emociones es lo que hemos perdido. No puedes estar triste y estamos felices, pero date prisa que hay que cumplir. Eso es penoso.
Vivimos en la era de la imagen. Hoy en día todo el mundo hace fotografías y exhibe su obra en redes sociales, ¿se les puede llamar fotógrafos?
No.
Rotundo.
No es lo mismo un autorretrato que un selfie. Cuando tú te haces un selfie como hacemos todo en Instagram o las redes, es una manera de enseñar nuestro entorno. Estoy aquí, esto me gusta y fíjate qué mono he salido y qué bien me lo estoy pasando con mis amigos. Tú sales en la foto, pero no es un autorretrato. Un autorretrato exige una reflexión sobre lo que quieres enseñar. Puede ser un autorretrato, un paisaje, un bodegón. Un fotógrafo tiene que ser consciente de lo que quiere contar y ser capaz de conseguirlo. Eso es un fotógrafo. Alguien que hace una foto, puede documentar el momento, pero me cuenta mucha gente que hace una foto y le pasa eso de ‘es que no se ve lo que había’. Un fotógrafo tiene que saber transmitir lo que había, qué emoción flotaba en el ambiente.
¿Puede haber un buen selfie?
Sí, la verdad es que consiste más en el análisis. Cuando un fotógrafo fotografía algo del entorno, en realidad está haciendo un autorretrato de sí mismo porque está eligiendo qué parte de ese entorno es importante para él. Es una forma de contar cosas de ti. Puede haber fotos que, a mí, como buen analista me estén contando cosas de esa persona, incluso cosas que ella no me haya querido contar, pero en ese selfie lo estoy viendo. Me está enseñando qué vestido ha elegido, qué expresión ha elegido, que yo noto que es falsa, qué parte del entorno me está enseñando como fardando de que estoy aquí, qué carencia tiene… sí que lo puede haber, pero sobre todo para el observador, más que para el ejecutor.
Tú das clases a futuros fotógrafos, ¿cuáles son las inquietudes de tus alumnos más jóvenes?
Como en muchas facetas de su vida, mucha inquietud en el mejor sentido, como energía que te da ganas de descubrir. La fotografía les sirve como una forma de desahogo, pero por desgracia, a nadie nos han enseñado la fotografía como una manera de expresión personal, que es lo que yo intento hacer. Cuando alguien está aprendiendo la técnica, se compra una cámara magnífica y aprende a manejar un software, de repente, le dices que eso puede servir para contar las cosas para las que no tiene palabras, descubren un mundo alucinante y ya no lo pueden dejar. Descubren que cada una de sus fotos les descubren cosas de sí mismos que nos e imaginaban.
Hablas de la emoción que hay que recoger con la fotografía y parece que la que más prevalece es la de la alegría. No sé si por el postureo, pero parece que se impone la felicidad, ¿no?
Como fachada sí. Es la sensación que tenemos de que hay emociones buenas y emociones malas, y no es así. Las emociones son una defensa a lo que ocurre fuera y se pueden gestionar, pero no puedes estar triste cuando quieres o dejar de estarlo cuando quieras. Ni siquiera estar feliz cuando quieres o dejar de estarlo. Es algo que te viene y que tienes que saber gestionar para saber qué te está contando. La gente que siempre se hace selfies felices, a mí me parece sospechoso, es como, ¿qué no quieres afrontar? No me creo que nunca te encuentres, ya no te digo deprimido, pero con dudas.
A todos esos influencers que viven de sus fotos hoy en día, ¿qué les aconsejarías desde un lado profesional?
He conocido a algunos porque he trabajado con ellos y me parece una profesión complicadísima porque vemos que se hacen fotos, salen en las redes y les pagan dinero por eso, pero no es tan fácil. Normalmente quien llega a conseguir triunfo en esto, trabaja muchísimo y muy duro y se exponen y tienen dudas. Es como pasa con los modelos, su herramienta es su cuerpo y están en una continua exposición. Les tengo un respeto tremendo. Yo ha habido temporadas que he intentado subir mis ‘me gustas’ o mis seguidores, he seguido una disciplina tremenda y he subido un poquito. Esta gente que tiene millones…algunos que he conocido, están todo el día metidos ahí, buscando tendencias y maneras para contar las cosas y eso me parece muy de admirar.
Sobre todo, que se trata de contar cosas con imágenes…
Hubo un trabajo en el que estuve sobre todo con chicas que trabajaban en toda Europa presentando su imagen. Nos habían contratado a varios fotógrafos europeos para que les enseñásemos cómo manejar su imagen, cómo quedar más guapas o buscar distintos ángulos con el móvil. Me llamó la atención que había fotos que no estaban mal, estas chicas se lo trabajan, y, sin embargo, cuando yo les hacía una foto flipaban… ‘qué pasada, qué has hecho aquí’… a lo mejor les había puesto un reflector o había buscado un rebote de luz que tenía un ambiente bonito, y me di cuenta de que cada uno tenemos nuestro lenguaje.
A alguien que quiere comenzar a ser influencer, ¿qué consejos le darías para manejar su imagen visual?
Técnicamente lo ideal es que la luz resultase agradable, que no tuviera muchas sombras, porque las sombras no las controlas. Que se preocupasen porque la luz fuera bonita en el sentido de iluminación de belleza. Eso técnicamente. En cuanto a un retrato, si queda interesante, es porque he conseguido algo auténtico de esa persona porque nos pongamos como nos pongamos, la cámara hace que sea difícil mentir. En tres fotos uno se da cuenta de que le están engañando, de que esa sonrisa no es de verdad, o que estás muy maquillada pero las orejas son muy feas. Yo tengo estas orejas y me gustan y mira estas orejas, qué pasa. Y si eso lo haces de verdad y lo sientes, se te va a ver guapísimas. Van a ver la belleza de la persona, no de tu chasis. La gente que tiene más seguidores no es la más guapa, es la gente más de verdad. En cuanto a actitud, ser auténtico, nada más y nada menos.
Hay influencers que buscando la mejor foto se han colocado en situaciones tan extremas que les ha costado la vida, ¿eso lo entiendes?
Generalmente no nos enseñan a poner límites. Una chica que no le pone límites a su pareja en plan ‘te quiero con el alma, pero de aquí no pases porque esto ya es mío y no me apetece que entres’. En el trabajo también pasa, no ponemos límites en el horario. Si tú lo que quieres es conseguir fama a toda costa corres esos riesgos, que la fama implique que pongas en peligro tu vida, no te digo ya tu honra o tu ética como le pasa a tanta gente. Es importante poner un límite. Quiero conseguir esto, pero no me voy a jugar la vida por conseguir una buena foto.
No sé hasta qué punto las tendencias de redes van marcando la fotografía profesional. Por ejemplo, ahora que se tiende a la naturalidad y el body positive, ¿es lo que impera en el sector?
Empecé en esto de la moda hace casi 30 años como ayudante de fotógrafos. En esa época las influencias las hacían las revistas, los diseñadores, las marcas comerciales con un cierto poder. Ahora es al revés. Ahora lo que hacen las grandes marcas es ver lo que sucede en la calle y en función de eso dirigen su marca hacia esa actitud de la gente. Lo que nos piden cuando hacemos publicidad es ‘algo como esto’ y, en muchos casos, es la imagen de un youtuber o de una influencer. Las utilizo como modelos.
Esa fotografía de redes tiende a usar filtros sin control, ¿están siempre justificados?
Ha habido una moda. En las redes es un recurso muy interesante. Hay gente que nunca se presentaría así a todo el mundo, pero se pone un filtro y se atreve. Es como ponerse la máscara y eso puede estar muy bien porque a la gente le permite contar otras cosas. Pero el problema es que esa persona sin el filtro ya no va a ser capaz de mostrarse. Es como estar toda la vida con una muleta cuando podría andar por sí sola.
El confinamiento cambió mucho todo esto…
Me sorprendí de ver gente que conozco que, de repente, se atrevía a hacer un directo con sus ojeras, con las entradas del tinte sin habérselo arreglado y le daba igual. Cómo mola, de repente la gente se asume tal y como eso. En eso me fijo mucho, si se han dado base o no, si se han peinado… y lo veía y decía ‘qué bien, se están atreviendo’.
En alguna ocasión has afirmado que sueles enamorarte de lo que tienes que fotografiar… ¿eso incluye a las personas?
Sí, es algo transitorio. Yo creo que la persona que tienes delante, tiene que tener la sensación de que está en buenas manos y se siente protegida y querida. Trato de ver qué necesidades suyas puedo cubrir.
¿Qué personaje te ha enamorado tras ponerse delante de tus lentes?
Me pasó con Velencoso. Yo dije, ‘yo quiero ser como este’. Guapo es, he conocido a muchos hombres guapos. Casi todos los modelos tienen ese punto de atractivo, pero a los diez minutos de estar con él dices ‘sí, es guapo, pero es un tío con el que no me iría un fin de semana cultural’. Pero este hombre me hacía preguntarme qué tiene que nos tiene a todos y todas embobados.
No me vas a dar nombres de los que te lo han puesto complicado, pero, ¿has sufrido con algún personaje por su actitud en una sesión?
Suelo tender, y lo tendría que hablar con mi terapeuta, a pensar bien de la gente. Tiendo a pensar, ‘pobrecito, a lo mejor ha tenido un mal día o, con lo que tiene encima, ha sido así de borde’. Pero no, hay gente que es borde y amarga a los demás.
Han pasado muchos músicos por tu cámara, ¿alguno que te haya impactado?
Los músicos y los deportistas, la sensación que tienen es que un trabajo en equipo funciona bien. Un músico sabe que por muy bien que toque la guitarra, si el batería va por otro lado, aquello no va a funcionar o yo tengo una voz cojonuda, pero mi grupo no la ensalza, esto no funciona. Cuando aparece otra profesión como es la de fotógrafo, saben que forma parte de un equipo que les puede llevar a tener una buena imagen, y colaboran mucho. En mi estudio siempre hay música.
Rosalía es alguien icónico ahora mismo y tiene una imagen ya muy marcada, ¿sería difícil o fácil de fotografiar?
Sería difícil, no la conozco, pero me explico. Quien más me ha costado fotografiar siempre son, por ejemplo, los presentadores de televisión, porque se tienen tan vistos, se ven todos los días en un monitor, que el hecho de que llegue alguien y les diga que no pongan ese gesto les descoloca. Noto que les estoy tocando un pilar importante de su autoimagen. Es una imagen que mola y transmite, pero me interesa quién está detrás de esa imagen, que a lo mejor no es tan bonita, pero a mí me interesa más. Normalmente esa pelea la ganan ellos porque tengo que mantener el respeto de lo que quieres mostrar porque no puede ir desnudando emocionalmente a la gente, que a veces ocurre. Quien se conoce bien, y supongo que Rosalía es de esos, porque tiene una imagen muy consecuente y muy bien calibrada y lógica, decirle de repente, ‘te voy a hacer una foto, pero no te peines así, te voy a peinar de otra manera y vamos a utilizar este tipo de ropa’… si es valiente y se atreve, posiblemente los dos fliparíamos y me ha pasado muchas veces.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...