David Otero comparte algunos duros episodios de su adolescencia cuando sufría bullying
“Lo que hay que hacer es contarlo, no pasa nada”
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David Otero está disfrutando de la buena acogida que ha tenido Otero y yo, el disco de colaboraciones con el que repasa sus 20 años de carrera. Junto a Tony Aguilar lo presentó en un evento, rodeado de amigos, en el que hizo balance de todo ese tiempo. Un rato de confidencias, emociones y recuerdos, muchos recuerdos.
El que fuera guitarrista de El canto del loco viajó a mucho antes del grupo, a esa época en la que era un niño que se asustaba mucho con todo. Un niño de los años 80.
“Yo era un niño muy asustadizo que le daba miedo todo, no sé por qué. Luego había mucho contraste porque mis padres viajaban muchísimo y me llevaban a muchos sitios del mundo que no me daban tanto miedo. De pronto nos íbamos a vivir a Kenia y yo me iba de paseo por Kenia con ojos como platos viendo todo lo que era Nairobi y todo eso me flipaba. Sin embargo, me dejaban solo por Madrid y me daba como cosilla. Era un poco asustadizo”, confiesa sobre aquella infancia.
Bullying en la adolescencia
Pero si algo tiene David es que no huye de sus miedos, sino que los afronta. Varios años de terapia le han ayudado a verlo y a darse cuenta de que hablar las cosas ayuda. Por eso, ahora no le importa contar que sufrió bullying cuando tenía unos 16 años.
“Hay que decirlo, lo que me pasaba a mí, es que en esa época lo normal era que te cruzases con gente que por lo que sea se había cruzado contigo y te había puesto la cruz y te las llevabas todas. Yo tenía unos chicos en la esquina de mi calle que cada vez que pasaba…”, recuerda dejando claro que no es un hecho que le haya traumatizado ni marcado de por vida.
Eso sí, todavía recuerda episodios que no debería vivir ningún niño ni adolescentes. “Hubo un día que nevó y se quedó un bloque de hielo como los de Filomena y me lo tiraron a la cabeza y me quedé inconsciente en medio dela calle. Me recogió el portero y me llevó a mi casa y no le dije nada a nadie nunca. Era algo como que no se decía. Lo único que tenías era miedo cuando pasabas por allí”, reconoce.
Ahora, muchos años después lo cuenta para que los que estén pasando por algo así sepan que lo mejor que pueden hacer es contarlo.
“Yo estaba gordito cuando era pequeño, pesaba 80 kilos, ahora peso 68, era pequeñito y gordito y estos cabrones me escribían en el telefonillo de mi casa, ‘el gordo’. Todos los días, vas a tocar ese timbre y vas a leer ‘el gordo’. Era maldad, pero en ese tiempo no se decía y lo que hay que hacer es contarlo, no pasa nada”, insiste recordando esos episodios que tuvo que aguantar.