Especial
Charles Chaplin, el genio del cine al que la Caza de Brujas hundió tras acusarlo de comunista
Hoy se cumplen 132 años del nacimiento de este símbolo del cine mudo, uno de los directores más importantes de la historia
Charles Chaplin es uno de esos talentos que no necesita presentación. El genio de la comedia fue uno de los autores más prolíficos y exitosos del cine mudo, aquel que se resistió a las tendencias del Hollywood sonoro y siguió haciendo películas sin diálogos hasta bien entrados los años cuarenta. Fue autor de títulos fundamentales como El Gran Dictador, Tiempos modernos, Candilejas, El chico o La quimera del oro, por citar algunos. Su bombín, su bigote, su sonrisa, su bastón, sus pantalones holgados y sus zapatones se convirtieron en un icono que es reconocible hasta por las generaciones más jóvenes.
Paradójicamente Charles Chaplin, que hoy cumpliría 132 años, fue uno de los grandes perseguidos por la infame Caza de Brujas del senador Joseph McCarthy entre 1950 y 1956. El actor, director y guionista y co-fundador de la productora United Artists, que después financiaría colosos como Apocalypse Now, fue una de las grandes víctimas de la persecución ideológica que Estados Unidos propició durante los años más duros de la Guerra Fría.
Hollywood estaba en el punto de mira por sus ideas izquierdistas. Muchos de sus creadores más notables, como Dalton Trumbo, Abraham Polonsky, Edward Dmytryk, Jules Dassin o el mismísimo Chaplin acabaron en el punto de mira del mccartismo y fueron perseguidos e incluidos en listas negras. Algunos se exiliaron. Otros, como Elia Kazan o el propio Dmytryk, denunciaron a sus compañeros. Hubo algunos que no tuvieron tanta "suerte" y acabaron en la cárcel por sus ideas o apartados de sus trabajos hasta demostrar que eran anticomunistas. Muchos tuvieron que cambiar sus nombres para poder seguir en la industria, como fue el caso de Trumbo.
El caso de Chaplin fue paradigmático: tras llegar de un viaje en el extranjero se encontró con que las autoridades no le dejaban pasar al país. Era no apto. Bien se sabía que Charles Chaplin tenía una afiliación ideológica de corte comunista, pero no era un radical ni promovía la revolución y, de hecho, su cine siempre fue crítico con las consecuencias del capitalismo sin llegar a ser subversivo ni incendiario. Justo al revés: siempre despertaba una amarga sonrisa. Simplemente hizo un retrato de las bajezas del sistema y de la pobreza que él mismo vivió durante su infancia, pues se crió prácticamente en la mendicidad antes de ser una estrella de cine. Eso fue suficiente para obligar a Chaplin a exiliarse a Suiza, donde vivió el resto de sus días negándose a volver a pisar Estados Unidos, aquel país que lo traicionó.
Todo esto ocurrió en 1952, justo cuatro años después de ser candidato al premio Nobel de la Paz por su influencia y dedicación al cine. El fervor desquiciado del patrioterismo estadounidense relegó al ostracismo a uno de los grandes genios de Hollywood, aquel que hizo reír y llorar a millones de personas de todo el mundo. Exiliado en Suiza dirigió dos películas quizás no tan recordadas por la dificultad que tuvo en distribuirlas: Un rey en Nueva York y La condesa de Hong Kong, ambas producciones ya británicas.
Solamente volvió a pisar Estados Unidos en 1972, fecha en la que recibió el Óscar honorífico por toda su carrera. La ovación que recibió al subirse al escenario, con absolutamente todo el público de pie rindiéndole un sincero homenaje durante 12 minutos, la más larga de la historia, fue la culminación de una carrera inabarcable, gigantesca y descomunal. No en balde en 2020 uno de los títulos más vistos en cines españoles fue la remasterización que hizo A Contracorriente de El Chico. Charles Chaplin murió 5 años después, en su residencia en Suiza, a los 88 años.