La Casa del Caracol: maldiciones a medio gas y psicosis en la España rural

La cineasta Macarena Astorga debuta en el Festival de Málaga con este thriller psicológico con pinceladas de terror protagonizado por Javier Rey y Paz Vega

Javier Rey en una escena de 'La casa del caracol' / Imagen promocional (Filmax)

Una de las grandes virtudes de La casa del caracol es que Macarena Astorga consigue crear una atmósfera propia. Nos creemos a esos personajes, probablemente gracias al buen trabajo de sus protagonistas, Javier Rey y Paz Vega, y a una dirección equilibrada, correcta sin llegar a ser arriesgada. Sin embargo, la cineasta adapta una novela y, por tanto, los matices de la literatura se diluyen en explicaciones ramplonas o en el tratamiento superficial de ciertos temas por los que el guion pasa muy de puntillas.

Sin haber leído el libro uno percibe que se trata de una adaptación, y eso lastra la narrativa, que en todo momento renquea, como si fuese a trompicones o a medio gas, forzando demasiado los giros de trama, no permitiendo profundizar más en la deriva psicológica de su protagonista. La casa del caracol juega más al 'plot twist' inesperado que a construir una red de trampas narrativas que nos hagan comprender poco a poco qué es lo que está ocurriendo. Todo sucede de golpe en un final extremo, tramposo, que tiene algo de tópico y efectista, y que al verlo uno tiene la sensación de haber sido saboteado por innumerables macguffins.

Probablemente sería una excelente serie de televisión, ya que la directora ha configurado a través de la fotografía y los personajes un universo inquietante y viciado marcado por el trastorno psicológico, la ansiedad y el miedo. Con un poco más de tiempo todo se sentiría más orgánico y realista. Lamentablemente, en menos de dos horas es muy difícil condensar tantas líneas argumentales, hilar bien mito y realidad, retratar los crípticos vericuetos creativos de su protagonista y, en resumen, sacar a flote una película que en su resultado final no merece más calificativo que el de "entretenida".

Lo mejor

  • Javier Rey y Paz Vega funcionan bien frente a la cámara. Ambos tienen un talento enorme.
  • La atmósfera. La directora Macarena Astorga crea un universo de pesadilla, en parte gracias a la fotografía de Valentín Álvarez y a la música de Karin Zielinski.

Lo peor

  • Algunos personajes son tan grotescos que caen en la autoparodia.
  • Los giros de trama son demasiado extremos y probablemente estén lastrados por el material original.
  • Trata de contar demasiadas cosas –mitos, leyendas, trastornos psicológicos, el oscuro pasado de algunos personajes– en muy poco tiempo. Habría funcionado mejor en formato serie o miniserie.