Conor McGregor se rompe la pierna en una pelea y pierde los papeles
La trilogía contra Dustin Poirier acabó ‘casi’ como el irlandés predijo.
Dustin Poirier fue uno de los primeros adversarios que tuve Conor McGregor dentro de la UFC. Uno de los primeros en sufrir su, entonces ineludible, guerrilla psicológica en un careo que acabó con la imposición absoluta del irlandés en el comienzo de un carrera meteórica.
Años después, ahora hace seis meses, volvieron a verse las caras en un combate al que McGregor llegaba como un hombre nuevo; cordial, casi amable, bromeando y deseando lo mejor.
El giro fue brusco, 180º y un Conor McGregor que perdía el conocimiento en el segundo asalto. Entonces empezaron las excusas sobre un McGregor que venía de preparar un posible combate de boxeo contra Many Pacquiao y que pareció olvidar lo diferente que es un combate de MMA.
El final de la trilogía llegaba esta sábado y McGregor volvía al ‘trashtalk’, a los insultos facilones, metiendo a la mujer de su adversario en la conversación y a la repetición de frases prefabricadas en las entristas del corte: “Dustin no es más que un cadáver para mí” o con predicciones arriesgadas como que su oponente “saldría en camilla del octógono”.
Como dice el bueno de Dustin Poirier; “El karma es un espejo” y fue McGregor el que terminó abandonando el recinto en camilla, con una pierna rota nada menos.
Ahora empieza la mofa por parte de antiguos adversarios, como el mismo Khabib Nurmagomedov, retirado imbatido como campeón de esa división, que apunta en twitter que ha salido del octógono "tal y como dijo que saldría" o Floyd Maywether, que muestra al mundo la apuesta que había hecho contra McGregor, que le ha valido un extra de 35.000 dólares en una noche.
Para McGregor esto no ha terminado; siente que el destino le ha arrebatado la oportunidad de vengar su derrota, cuando la verdad es que la dirección que llevaba el combate, sin haber llegado al final de los primeros cinco minutos, no era nada favorable para el propósito de McGregor.
A pesar de empezar con fuerza para el irlandés y volviendo a la postura de karate y al movimiento que tantas victorias le han dado, no tardó en acabar con la espalda en el suelo parando los codos de Dustin Poirier con la frente.
Nadie puede decir como habría acabado el combate si la pierna de McGregor no se hubiese partido por la mitad (de hecho, no es la primera situación adversa de la que sale en un octógono), pero es cierto que la imposición de Poirier parecía temprana e inevitable.
Lamentablemente, un luchador como McGregor que siempre se ha tenido como “humilde en la victoria y en la derrota”, no paró de despotricar barbaridades desde su rincón en el octógono, sentado con la pierna entablillada: “Esto no ha terminado, volveré…” -gritaba como lo hacen los villanos de dibujos animados – “Tengo mensajes de tu mujer” – añadía…
Pese a que Conor McGregor ha sabido siempre mantener la compostura al final de sus peleas sin importar el resultado y sabiendo, además, que toda la mala sangre creada para esta pelea parecía haber sido prefabricada después de un encuentro cordial hace seis meses, esta vez parece ser diferente para él y desata una pelotera que parecer pedir un cuarto enfrentamiento entre ambos.
Dustin Poirier, por su parte, decepcionado por un comportamiento que parece habérsele ido de las manos a McGregor, sigue siendo el primer contendiente para quitar el cinturón al brasileño Charles Oliveira, así que tiene faena para los próximos meses. El americano ha sabido dosificar su tiempo y tomar las mejores decisiones; ha cerrado la trilogía con McGregor (que es donde estaba el dinero) y ahora intentará hacerse campeón mundial de su división.
Como veis, UFC siempre tiene sorpresas para los aficionados. Por algo es el deporte que mayor crecimiento ha tenido durante los últimos años (y mucho tiene que agradecer a McGregor a ese respecto).