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Mikel Santiago: “Creo que las drogas son la manera que tienen muchas estrellas de mantener la velocidad”

‘En plena noche’ tiene como protagonista a un rockero que se enfrenta a la desaparición de su novia

Un músico, protagonista de la última novela de Mikel Santiago. / Foto de L. Mora cedida por Penguin Random House

Mikel Santiago es uno de esos nombres que resulta muy conocido a todo aficionado a los thrillers. El mentiroso, su anterior novela, se convirtió en un auténtico best seller. Y ahora que publica su sexta novela, En plena noche, nos devuelve a Illumbe, un pueblo ficticio en el norte de España donde queda pendiente por resolver una desaparición que cambió la vida de muchos.

Sobre todo, la de Diego León, un músico de éxito que se tiene que rehabilitar y está sometido a un détox de redes sociales y que vuelve a su pueblo de origen para el funeral de un amigo que hace 20 años que no ve, desde que tuvo que huir tras haber sido sospechoso de la desaparición de su novia Lorea.

El caso está sin resolver y el reencuentro del músico con sus antiguos compañeros de banda, Deabruak, hace que se remueva todo. Un concierto que nunca olvidarán, vuelve a sus vidas para descubrir qué es lo que sucedió.

El autor aúna su pasión por la literatura de misterio con la que siente por la música rock que disfruta como oyente, pero también como cantante. Hay mucha música en esta historia que cuenta con una playlist repleta de clásicos que van desde M-Clan y Fito y Fitipaldis a Black Crowes, Led Zeppelin, The Beatles o Allman Brothers.

De su novela, su pasión por el rock, las drogas, las redes sociales o, incluso, de Álex y Christina hemos podido charlar con él para conocer mejor su nueva obra.

Después de escribir En plena noche, ¿has recuperado tu propio proyecto musical o nunca lo has abandonado?

Nunca he abandonado la música. Bueno, la he tenido que abandonar como muchísimos músicos amateurs, durante la pandemia porque no podíamos ensayar. En nuestro caso hicimos como vídeos entre colegas, como tanta gente ha hecho, pero nunca he querido abandonar la música. Es la única parte de mí que quiero defender a capa y espada. Tengo bandas. Tengo bandas en Amsterdam, he tenido bandas en Dublín… nunca lo he dejado. Soy un señor de 40 años que sigue pensando que puede hacer rock.

En tu caso no has conseguido el éxito que sí tiene el protagonista de tu novela, pero, ¿se pierde la esperanza?

Eso depende de LOS40 (risas)… es broma… Yo ya he dejado de componer canciones, pero me ha pasado una cosa durante la pandemia y es que me ha apetecido mogollón volver a componer canciones otra vez y estoy ahí haciendo mis pinitos y escarbando en mis viejos temas y en mis viejos versos y, con todo esto del libro, una cosa que intenté hacer es componer una canción original para el libro y no lo conseguí, pero con la disculpa de todo esto, reuní a varios colegas y hemos empezado a ensayar y quién sabe, a lo mejor sacamos alguna cosita en breve.

Grupo de música y misterio sin resolver, son dos puntos de partida muy potentes… ¿ha sido fácil aunarlos en una misma historia?

Ha sido todo cuestión de suerte, como todo en creatividad. Yo llevaba varios años con la idea de que una banda de rock fuese el eje de una historia de misterio de las que escribo, pero tenía que encontrar el punto. He pasado por varios bocetos, por varias premisas, que no funcionaban o que tenían algún problema hasta que encontré, casi como un milagro, esta idea que mezcla un poco el pasado con el presente y que tenía mucho componente de nostalgia.

Normalmente los músicos recuerdan con mucha nostalgia los principios de su carrera, como le ocurre a tu protagonista. Son recuerdos que se guardan con mucho cariño, ¿no?

Yo creo que todos recordamos la juventud como una época alucinante en nuestras vidas. El cerebro todavía no está desarrollado y somos capaces de hacer locuras que nos parecen alucinantes y fantásticas cuando vemos con la perspectiva del tiempo. Y siempre la vas a añorar porque, posiblemente, era una de las mejores versiones de ti mismo que has tenido nunca, cuando tenías veintipico años. La más libre, la más loca, la más insensata, pero la que corrías las grandes aventuras. Mientras estaba escribiendo este libro me leía Born to run de Bruce Springsteen y te puedo decir que la parte más interesante son sus comienzos, sus movidas del principio. Después, cuando alcanza la gloria y se convierte en una super estrella, el libro ya decae un poco. La juventud es una época dorada de nuestras vidas.

Deabruak, es el nombre que le has puesto a tu banda ficticia, ¿de dónde sale el nombre y qué significado tiene?

Son de estos nombres que se te pegan durante la novela que dices, ya lo cambiaré, ya lo cambiaré y al final nunca lo cambias. Deabruak es una palabra en euskera que significa diablo, sin más. Tampoco yo le pondría a una banda española el nombre de Diablo, sonaría muy tex mex.

Planteas algo que ocurre mucho en la vida real. Cuando al vocalista de un grupo le proponen un contrato, pero en solitario, ¿tu tendrías clara tu respuesta ante una propuesta así?

A calzón quitado, te diré que a mí no me hicieron esa propuesta, pero cuando tenía 21 o 22 años grabé una maqueta y se la mandé a muchos productores y agencias por toda España, sobre todo en Madrid y tuve respuesta de un productor. A mí me vino a ver un productor a Bilbao a verme tocar con mi banda y me quedé con la cosa esa de, no sé yo, igual tenía que haber ido en solitario, pero nos dieron calabazas. A mí me pasó que un tipo valoró un poco mi voz y mis canciones, pero teníamos un proyecto demasiado rockero en un tiempo en el que ya había grupos parecidos que ya tenían propuestas como M-Clan y nosotros no triunfamos. Hoy en día si me pasara, con la madurez que tengo encima, lo mismo les diría ‘oye tíos, id a tomar un café que voy a hablar yo con este tío que ya me arreglo yo con él’.

Hay mucha música en el libro y muy generacional, ¿te ha costado preparar la playlist?

Nada, eso fue fácil porque tiré de los setlist de mis conciertos, que tengo la pequeña manía de guardarlos y conservarlos. Nosotros hacíamos algo parecido, una banda de esas que hacen clásicos de los 90, que estaban super de moda. Éramos menos nirvaneros de lo que había en nuestra época, que nos dio de lleno el grunge. También acabamos apreciando a Radiohead, Nirvana, Pearl Jam y tocábamos alguna versión de ellos.

Pese a esa alma rockera que se respira en el libro, le das protagonismo a una canción que está en el otro extremo, ¡Chas!, y aparezco a tu lado, ¿por qué Álex y Christina?

Reivindico esa canción. Es absolutamente un hit. Christina Rosenvinge es una mujer apasionante, para mí es una super diva y me sigue encantando y me gusta reivindicarla. Además, le he mandado el libro, quizás no le haga mucha gracia que le recuerde esta canción, pero bueno. Y luego, es que la letra de la canción a mí siempre me ha inquietado. Escucho sus frases y… una mano fría sobre la espalda, ya no te molesta más… me parece que es una canción psicópata. Yo creo que ahí, Alex y Christina nos colaron, a todos, un mensaje psicópata de un asesino en serie con la métrica de una canción… (risas)… es broma. Pero sí tiene un toque brujeril, un toque malvado la canción. Además, encajaba muy bien con la idea de la novela. Hago chas y aparezco a tu lado es como el presagio de que va a aparecer el asesino.

Tú tienes algo con las canciones psicópatas porque en el libro dices que también lo es Every breathe you take de la que dices que “puede ser una declaración de amor o la fantasía de un acosador”. Alguno al leerlo se habrá quedado con la boca abierta.

Es una canción maravillosa, super bonita, con una melodía absolutamente de amor, de alguien que está enamorado, pero tú te lees la letra y es como que estás, quizás, un poco demasiado enamorado. También tiene este toque como en segunda persona, una declaración de amor un poco exacerbada. Es un poco de humor negro.

En la historia hay unos corazones rojos que sacan el tema de la obsesión de algunos fans, ¿qué opinión te merece el fanatismo de algunos seguidores? No sé si tú lo habrá vivido en primera persona alguna vez.

Yo soy un escritor que no soy para nada de moda, no creo que tenga muchos fans locos. Pero sí que he vivido en las redes sociales algún momentito de esos en los que compartes mensajes en los que siempre tratas de ser simpático y de llevarte bien con todo el mundo y a veces te metes en berenjenales y te encuentras gente que te cuenta cosas muy raras o se te presentan en una presentación con unas intenciones un poco perniciosas. Desde mi humilde punto de vista comprendo a las super celebrities que, a lo bestia, se vayan a vivir a una isla o se compren una casa rodeada de muros. Tiene que ser muy agobiante porque al final eres una persona con miedos e incertidumbres y este acoso y presión a tu alrededor tiene que ser algo agobiante.

Hablando de redes sociales, en los años 90 no existían, pero tu protagonista vivió una presión social y mediática casi parecida, no han cambiado tanto las cosas, ¿no?

Está ocurriendo algo con eso de las redes sociales, las nuevas tecnologías y los medios de comunicación y es que estamos trayendo lo bueno y lo malo. Lo que eran las antiguas estigmatizaciones de una persona… a Diego, por ejemplo, lo que le pasa es que en su pueblo le ponen una cruz por lo que ha pasado, y esto vuelve a ocurrir en los años 2000 con twitter y le pasa en plan a lo bestia. De repente sale este documental y twitter hace un juicio rápido. Twitter es muy superficial y muy fácilmente manejable. La gente no lee las noticias hasta el final, se queda con los titulares, es muy de trincheras. Es una pequeña crítica a las cosas que han ido sucediendo, a mí no me ha pasado, pero lo he visto como usuario de twitter. Hay un guiño a la toxicidad y también a esta adicción. Yo que no tengo muchos followers, muchas veces he querido desconectarme.

De hecho, a tu personaje le sometes a un détox de redes sociales que no sé si todo el mundo aceptaría a día de hoy.

Fíjate lo fuerte que es. Tú plantéale a cualquier persona o plantéate a ti mismo irte de vacaciones y dejar el móvil en casa. Eres capaz de dejar un libro en casa, de dejar tu cola cao… ¿Qué es lo que no puedes dejar? Las drogas, a lo que estás adicto: tu café, tu tabaco, tus redes sociales. Hay que empezar a lo mejor que a las redes sociales hay que darles una vuelta.

Planteas un caso que lleva 20 años sin resolverse y que nos hace pensar en todos esos casos: Madeleine, Jeremy y tantos otros que hay en la vida real. Una auténtica pesadilla.

Es terrible. En este libro, el caso de Lorea aparece de una manera central para que el misterio se mueve, pero lo que es el drama de la desaparición de una persona no se trata en profundidad. En ese sentido es un libro más blanco o más amable. No he querido ahondar en eso. Doy un par de notas para entender la magnitud de la tragedia que le ocurre a esa familia y ya está, pero es un tema que, a mí, desde luego, me ha traumatizado cada vez que he vivido alguna desaparición. Cuando vivía en Amsterdam ocurrió que un chico de aquí, de el País Vasco, desapareció en Amberes, un chico que estaba de Erasmus. El chico se llamaba Odei y al cabo de un año apareció su cadáver. Durante ese año me obsesionó un poco la historia de este chico porque la secuencia de cómo ese chico desapareció esa noche, era un misterio. Había como testimonios ambiguos, la grabación de una cámara, él parecía como medio mareado o hipnotizado… hubo toda una historia que a mí me obsesionó. Cuando a una persona se la traga la tierra, es terrible.

En la novela también hay reflexión sobre la amistad. Tu protagonista se reúne con sus compañeros de grupo 20 años después y… ahí siguen… son reencuentros como esas reuniones de viejos alumnos.

De hecho, está muy basado en mis reuniones de viejos alumnos. Yo he sido de los que siempre he ido. Me ha servido para reflexionar sobre esto. En el caso con los Deabruak hay una capa más y es la música. A mí me ha pasado con mi banda de Irlanda. Yo toqué en Dublín en una banda tributo a los Rolling Stones y nos salió una boda, así como super suelta y habían pasado como cuatro años y me fui a Dublín en plan aventura. Ensayamos un par de veces y tocamos la boda. La música es como una especie de conexión. Más allá de los recuerdos en común que puedas tener con alguien, la música te vuelve a unir y te retrotrae a cosas subconscientes de la conexión que tienes con la gente. A veces es el único lenguaje con el que eres capaz de hablar con algunas personas. Tengo amigos músicos con los que jamás me iría a tomar una birra o cenar, solo puedo tocar con ellos. Pero cuando estamos tocando, nos conocemos.

Si hablamos de grupos musicales, también hay muchos reencuentros que solo se pueden dar si ha pasado tiempo. Héroes del Silencio, por ejemplo.

Es que estas bandas, han vivido tanto, como Noel Gallagher y su hermano o Ella Baila Sola, que ya contarán algún día cómo ha sido su reencuentro. Supongo que esta gente vive cosas tan intensas, tan difíciles, con momentos de tensión que tocaban la moral de cualquiera. Yo he tenido bandas que no nos hemos comido un colín y estábamos enfadados, no te quiero decir una banda que triunfa, que lo peta, que tiene una presión terrible, con un concierto delante de no sé cuantas mil personas… Hay historias personales que tienen que ser durísimas. Supongo que perdonarse y hacer ese proceso de reflexionar y madurar, cuesta, es como una familia. Hasta que se puede volver a juntar se necesita mucho tiempo.

Todavía hay esperanzas para los fans de El canto del loco. Por cierto, que en este grupo de tu novela metes a una chica bajista… en los 90 era mucho menos habitual que ahora. ¿Una defensa del género?

Es un sueño, a mí las mujeres bajistas me parecen super atractivas. Lo siento, ahí he dejado colarse una especie de fantasía sexual mía. Nunca tuve una mujer bajista, que, además, mis compañeros bajistas en diferentes formaciones, que se han leído el libro, me han dicho, ‘¿qué pasa, tío?’. Siempre soñé con tener a una mujer bajista en mi banda. El bajo me parece un instrumento acuático, profundo, subterráneo, emocional, sugerente, me parece un instrumento femenino. Era una ida de olla. Y sí que hay una pequeña patadita, que ahora no existe, pero hubo un tiempo en el que la mujer no encajaba en el rock y esta se ha ganado el puesto.

En esta historia hay un rockero y hay drogas, ¿indisociables?

Siempre tienen un toquecito, mucha presión. Yo siempre pienso, ¿qué hace Mick Jagger después de bajarse de un escenario? Este hombre no puede entrar al supermercado. Cuando tienes una vida tan grande, de esas magnitudes, no puedes tener una vida normal. Es muy difícil bajarte de esa nube, de esa velocidad y yo creo que las drogas son la manera que tienen muchas estrellas de mantener la velocidad.

¿Usas muchas zapatillas blancas? Lo digo porque la primera imagen del libro es la de un chico que se libra de un atropello por llevar ese calzado.

Lo de las zapatillas blancas viene a propósito de una anécdota que me ocurrió justo volviendo de un concierto con una banda que toqué en fiestas de Bilbao y casi me llevé a un tipo por delante que estaba en mitad de la carretera intentando parar los coches. Me gustó la frase de ‘se salvó porque llevaba unas zapatillas blancas’ porque realmente fue así. Vi sus zapatillas antes de verle a él y por eso frené.

Una imagen super cinematográfica, como tu novela, ¿te la imaginas en película?

Me encantaría, pero no sé, ya veremos. El mundo del cine y yo llevamos muchos años echándonos guiñitos, muchas opciones compradas, muchos productores, muchas llamadas, reuniones… yo he trabajado como guionista en una serie porque empecé a meterme en este mundo que me encanta de lo audiovisual, pero lo que son mis ideas, estoy esperando a mi gran oportunidad, a mi productor que esta vez cuando aparezca, además, no habrá banda y estaré yo solo contra él y le diré, ‘sí, tómame’.

Ya para acabar. No has compuesto un tema central para esta novela, pero si tuvieras que lanzar un single para presentarla, ¿cuál sería?

Yo creo que el alma de esta novela y lo que quiere expresar es Glory Days de Bruce Springsteen. La lírica de Bruce del pueblo pequeño, que se va… hay mucho de eso cuando Diego se encuentra con Javi, que era la gran promesa y no terminó siendo lo que prometía para mucha gente y Glory Days habla de esos tipos que eran macanudos en el instituto y que después se han quedado un poco atrás en la vida. A mí me gusta mucho y es un temazo, yo lo pondría como tema de cabecera.

Cristina Zavala

Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...

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