‘Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos’: artes marciales y folclore en la gran sorpresa del UCM
Marvel reinventa su universo con una película de acción excelente que combina lo mejor del cine de acción asiático con la iconografía tradicional china
La Fase 4 del Universo Marvel por fin ha despegado. El MCU necesitaba una brisa de aire fresco, cambiar de rumbo, olvidar al pesado Capitán América y al explotado Iron Man y adentrarse en las historias de aquellos otros personajes, los secundarios o eternos olvidados de los comics, para presentar sus historias con el mismo despliegue técnico que, por ejemplo, Los Vengadores, pero sacrificando esas anodinas historias de luchas de buenos que quieren salvar el mundo contra malos que quieren destruirlo por Dios-sabe-qué fines y apostar por argumentos más complejos, menos prototípicos, tramas más enrevesadas que entretejieran los destinos de distintos superhéroes. Si Guardianes de la Galaxia fue un éxito no fue solo por que James Gunn reimaginara por completo un universo harto rutinario, sino porque sustituyó a los héroes y a los patriotas por un grupejo de truhanes de dudosa moralidad, lo que dio un vuelco al concepto que teníamos de "superhéroes".
En este caso, la Fase 4 es la respuesta a la repetición. Bruja Escarlata y Visión triunfó precisamente por utilizar un desconcertante formato híbrido y Loki arrasó entre los fans más puristas (y atrapó a algún que otro marvelita renegado) por introducir una mayor complejidad argumental y psicológica en un personaje que, sobre el papel, es harto complejo. Viuda Negra, por el contrario, fue una excelente película de acción pero quizás se sintió algo más rutinaria, principalmente porque el formato Vengadores estaba muy manido y su personaje principal no interesaba tanto porque ya sabíamos su futuro. La clave, creo, ha sido pasar página, dejar el pasado a un lado y centrarse en los acontecimientos posteriores al final de Vengadores: Endgame.
Por eso Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos, si bien no escapa de algunas fórmulas narrativas rutinarias, sí que se siente completamente fresca debido al desconocimiento que genera su personaje protagonista, un superhéroe de origen chino extraño para muchos que porta unos elementos (los Diez Anillos) igual de enigmáticos y de los que tan solo habíamos oído hablar en Iron Man 3, con aquella peculiar trama del fraudulento Mandarín. Se sitúa, por tanto, después del chasquido de Thanos, y une las tramas del Doctor Extraño y su séquito con la del universo post-Avengers a través del personaje de Wong (y con dos cameos sorpresa en una de sus dos escenas post-créditos).
El protagonista, Shang-Chi, es un experto en artes marciales y heredero del supervillano Mandarín (el verdadero, no aquel acobardado intérprete de Iron Man), lo que le sirve al cineasta Destin Cretton para diseñar un homenaje a aquellas brutales películas de kung-fu típicas del cine asiático. En la primera parte hay muchas peleas que están rodadas de forma salvaje (la escena del autobús es una de las más originales de la película); cualquiera que busque rayos, trajes voladores o tiros se encontrará en su lugar con las coreografías más sorprendentes del MCU, un más que digno homenaje a aquel cine Wuxía olvidado de Joseph Kuo, los hermanos Shaw o Jackie Chan.
Además, los orígenes del personaje son la excusa perfecta para introducir la colorida y exótica iconografía del folclore chino, que es explotada hábilmente por el director en una segunda parte que tiene más de magia y superhéroes (y que ya conecta en su formato con el universo Vengadores) y menos peleas cuerpo a cuerpo. Esa combinación entre la acción desmedida de las peleas, rodadas de forma excelente; una banda sonora que remite a los clásicos de la cinematografía china y japonesa, con esos rituales de espada y duelos de miradas que después replicaría hasta la saciedad el western; un villano atormentado lleno de aristas que lo humanizan; la historia intrafamiliar de dos hermanos desherededados; y la brisa de aire fresco que supone conocer a nuevos personajes, todos ellos muy carismáticos y hasta divertidos –Awkwafina borda su papel de contrapunto cómico–, consiguen que Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos sea una de las producciones más interesantes de todo el universo Marvel.