Especial
Rayden publica libro con comentarios de sus 100 canciones: “Cada vez más elegante, pero cada vez más bestia”
‘Cantinela’ resume una carrera llena de momentos y anécdotas
Llegar a tener 100 canciones publicadas es un número muy redondo. Rayden lo ha conseguido y no ha dudado en recopilar todas esas letras en un libro al que ha llamado Cantinela, comentando cada una de ellas.
Un viaje al pasado para recorrer lo que ha sido su vida en los últimos años y para darse cuenta de cómo era y cómo es su discurso ahora. Nostalgia con visión de futuro en un hombre que gusta de experimentar, de mostrarse como es con vulnerabilidades incluidas y que ha encontrado una estabilidad en su vida que le permite decir las cosas como las piensa.
Tiene que entregar un poemario primero y luego se centrará en la novela que anticipó con la canción La mujer cactus y el hombre lobo que es parte de su banda sonora. Está claro que la faceta literaria del rapero está en auge, aunque, de momento, hemos hablado de este último que nos ha ayudado a repasar su trayectoria musical.
¿Qué fue lo primero que te dijo tu hijo cuando vio tu foto gigante en el metro?
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Ojalá que nunca se acostumbre, pero ya le había pasado con el libro anterior que le pilló a él con dos años. Pensaba que todos los padres y madres tenían anuncios. Estaba emocionado, era como ‘venga papá, llévame’ y ahora cada vez que ve un logo de metro dice ‘papá, bajamos a ver si está tu cara’. Y es como ‘no’. Pero es una pasada y es una forma de conectar con mi hijo desde la admiración.
¿Y qué fue lo primero que pensaste tú cuando te viste?
Es raro. Son 20 años, desde que las cosas van guay son 10, 11 años, pero claro, no me acostumbro. Hace poco cuando salieron los anuncios de Valeria y Fuimos canciones de mi amiga Elísabet Benavent la vacilaba y le decía ‘vamos a una terraza, ¿dónde quedamos?’ y justo era donde estaba el cartel gigante y ella roja de vergüenza porque había gente que se hacía fotos incluso y me reía de ella. Y ahora me toca a mí. Me dieron la opción, ¿tú qué quieres, tu cara en autobuses, tu cara en quioscos, tu cara en metro?’ y yo ahí como haciéndome pequeño. Creo que no me acostumbro ni me quiero acostumbrar.
Has cogido carrerilla en esto de la literatura, a ver si al final vas a tener más libros que discos…
No, de hecho, se me ha escapado que estoy liado con el disco nuevo y que la gente lo va a ver y escuchar antes de lo que cree. En cuanto avanzo un libro más enseguida tengo la idea de discos. Es curioso porque desde 2009 tenía pensado todo lo que iba a hacer desde 2021, que eran los seis discos y cuando empezó a llegar 2019, 2020, era como que no sé ver más allá. A lo mejor me cae un piano de cola o a lo mejor hay una pandemia y hubo una pandemia. De hecho, en una entrevista antes de esto lo dije, ‘a lo mejor hay una pandemia’ y llegó la pandemia y era como ‘ya está, voy a caer’. Fue sacar Homónimo, cerrar la hexalogía y, de repente, que viniese como una epifanía de cuál es el más difícil todavía, y dándole forma y con todo mi equipo estamos en ello.
¿Pero le has dado forma a un disco o ya te has planeado otros diez años con otra hexalogía?
Una cosa que está en cuatro partes dividida.
Nunca una cantinela dio tanto de sí… 100 canciones, se dice pronto. ¿Qué visión general te ha dado hacer esta revisión?
De coherencia. Mira que soy una persona que le encanta experimentar y fusionar, que le encanta compartir estudio y escenario, pero para mi sorpresa, cuando hice una revisión de todo me di cuenta de que mi discurso no ha cambiado nada. Como hay comentarios de texto sobre cada canción, cuando ya no pienso igual a nivel letra, lo digo. Me muestro muy humano, pero creo que mi discurso no ha cambiado. No es que hubiese al principio de la carrera un discurso pomposo y combativo y que ahora se haya ablandado, sino al revés, cada vez más elegante pero cada vez más bestia, más incisivo.
“Siempre he sido una persona introvertida con grandes problemas para verbalizar mis opiniones”. Quién lo diría leyendo este libro.
Siempre se me había preguntado qué diferencia había entre David y Rayden y yo decía que David era la persona introvertida, metida para adentro, que no se atrevía a comunicarse y que Rayden era el echado pa’lante. Tenía miedo de que el personaje se comiera a la persona, creo que ahora la persona se ha comido al personaje y creo que Rayden tiene mucho que aprender de mí. Ahora el que es comunicador, que muestra la fortaleza desde la vulnerabilidad, el que habla las cosas, el paciente, el empático soy yo, he incluso más echado pa’lante que el que sube al escenario.
No hay muchos músicos a los que les guste explicar sus canciones, ¿a ti te ha resultado fácil?
Me ha resultado muy fácil, de hecho, la idea de este libro era por los track by track de Spotify. Los solía hacer, pero a partir de Sinónimo y Homónimo ya no lo hice, pero era porque hay mucha gente que no paga y sale en aleatorio y una persona que te quiera escuchar por primera vez, le salen cuatro comentarios seguidos y dice ‘¿este chico quién es? ¿Lauren Postigo?’. Entonces quise hacer el café para cafeteros. Si alguien quiere meterse en el universo, de cómo sentía, cómo vivía o cómo han envejecido las canciones en mi recuerdo que esté ahí.
El libro deja claro que tú has trabajado en la música bajo un concepto, algo que en la escena actual escasea un poco…
Está malita, sí, no por eso menos válido, pero dos maneras diferentes de concebirlo. A mí que me vaya bien, que vaya a llenar el Wizink, que cada vez que saco un disco se posicione arriba, no entiendo, porque tal como está todo, lo que me indica es que no hay cabida para un disco como el mío. Donde cada vez las letras son menos, lo mío es como pum. Donde a lo mejor las sonoridades viran más para el pop urbano, yo vengo con hechuras de rock y de cantautor y reminiscencias a los Beatles, sobre todo en los acordes y el uso de instrumentos. No sé, qué bonito que pase. Entiendo que tengo un público muy fuerte, gente que está en esta situación que se siente que no sabe dónde ubicarse y a lo mejor encuentra en mi cancionero términos para poner palabras a cosas que no saben definir.
Una de las cosas que te preocupa es la memoria o, más bien, la pérdida de memoria. ¿Has comprobado que la tienes buena haciendo esta retrospectiva?
Sí, con atención selectiva, pero la tengo fresca.
Deduzco de la lectura de tu Cantinela que eres hombres de manías propias. Por ejemplo, en cada disco hay un tema dedicado a tu familia. También hay voces de un abuelo, de tu hijo… ¿ha cambiado en este tiempo el valor que le das a la familia?
Sí ha cambiado porque cada vez le doy más valor a la familia que vas encontrando por el camino. Creo que es una cosa que le he explicado a mi hijo. A día de hoy nos llevamos bien, pero si yo no estoy a la altura como padre o tú no estás a la altura como hijo, a lo mejor, en cierta edad, nuestros caminos no van a estar tan unidos como lo están ahora. Creo que la familia impuesta está muy bien y le debemos mucho, pero confío más en la familia que eliges tú y que va creciendo por el camino.
También hay en cada disco una canción donde la temática es que “yo soy como darme de comer aparte”, ¿cómo eres?
Hace poco vi una ilustración que salía como en una línea de salida en una carrera de atletismo y estaban todos como de rodillas, apunto para salir y que había uno que estaba al revés. Yo me siento ese. No me nace hacer las cosas como los demás. Basta que alguien lo haga, para hacer lo contrario. Incluso en mí, basta que una canción pegue para luego hacer otra cosa. Basta con que salga con ropa propia mía en un videoclip y ya no me la ponga. Es como todo el rato, cuando siento que rompe un techo, con los trozos que han caído al suelo pienso que van a ser el suelo de lo siguiente. O cuando veo que algo destaca no me apetece esto. Es raro y es una cosa que creo que va desde el ego que hay que trabajar porque va desde la inseguridad, no sé.
Confiesas tus visitas al psicoanalista. Últimamente se habla más de la salud mental, pero, ¿sigue siendo una fragilidad?
Depende cómo lo utilices. Creo que puede ser una buena invitación para trabajarse y para tener una mayor fortaleza. A veces asociamos rendirse como sinónimo de darse por vencido y no tiene nada que ver. A veces es aceptar que no puedes solo y que necesitas ayuda y eso no es darse por vencido sino el primer paso para mostrar una gran fortaleza y, por eso siempre, guardo los espacios de trabajarse y saber acudir a un especialista de salud mental. No es un fracaso, al revés, es el principio de todas las victorias. Creo que en la mayoría de grandes problemáticas a niveles individuales que tenemos los seres humanos es desde la inseguridad y cómo muta, se deforma, se atrofia, intentamos colmarnos con el resto, lo pagamos todo con el resto y todo se convierte en algo que si conseguimos desanudar y pedimos ayuda no tiene por qué ser así.
Inseguridad y tú parece que no casáis mucho.
Sí, lo que pasa es que como mi discurso es muy firme para decir que soy una persona vulnerable y que está trabajando su inseguridad parece que es ‘anda ya’ y te lo digo y no pasa nada y es lo bonito. Yo de Sinónimo, del disco anterior a Homónimo, me encanta decir que salí del estudio a la psicóloga porque fue así. Ataques de ansiedad nunca había tenido. Yo siempre intento meter cabeza a todo y entender el engranaje de todo, por primera vez sentí que mi cuerpo hacía algo que mi cabeza no conseguía controlar. Solo se agarrotaba y yo me hacía una bola, llorando y con ataques de pánico mientras en el otro estudio grababan guitarras. Yo con gafas de sol despidiéndome de Rufus y en el coche que no podía ni respirar. Y que mi fotógrafo estaba como ‘no lo han notado, no te preocupes’.
¿Encontraste el porqué de todo eso yendo al psicoanalista?
Sí. Si esto de la salud mental es una moda, buena moda. Son tiempos de mucha crispación porque hay mucha gente que se ha dado cuenta de que no se aguanta a sí misma. Han estado confinados y ufff.
Hablas en el libro de tus inicios en los que tuviste que enfrentarte a comentarios tipo: “No tiene calle, es un niño de papá y mamá”, ¿afecta más cuando eres más joven?
De ese tipo no. Sí es cierto que cuando haces una cosa que crees que está muy bien hecha y entre mil halagos te viene la crítica mala, es como que necesitas hacerle entender a esa persona por qué está bien. Ya se me ha quitado eso. Pero cuando me decían ‘niño de papá y mamá’, claro, qué voy a ser hijo de…no sé. ‘Es que tú no tenías parque’… yo al lado de mi casa no tenía parque, tenía una tierra donde bajábamos todos a jugar al fútbol hasta que echaban Oliver y Benji y subíamos a merendar. Mi realidad ha sido distintas y venderse sería mostrar una realidad que no he vivido o impostar algo que no siento. Cuando veo artistas que tienen un rap muy crudo y luego son más majos que las pesetas y han tenido como una vida asequible y hablan de esto, no pienso que son vendidos, pero entiendo que el público si les viese del otro lado les dijeran ‘vendidos, que no sois reales’. Pero yo soy así. Si nosotros empezamos a hacer un grupo de rap los tres amigos porque en otro lugar de Alcalá de Henares estaban siendo las fiestas patronales y en vez de estar de botellón estábamos con una bolsa de palomitas de caramelo hablando de nuestras cosas.
Reconoces que Matemática de la carne es una de las dos canciones a las que debes tu carrera, ¿por el éxito?
La casualidad y el éxito. Cuando hace siete años que Madrid nació con los pasos de cebra tatuados con 22 frases y 4 eran de Leiva y las otras 18 eran mías y eran de esa canción que había salido una semana antes. En los tiempos que ahora corren que todo es marketing, eso no fue marketing, eso fue jugar y seguir así. Le debo muchísimo.
Si escribieses hoy en día Pozo de los deseos, ¿cambiaría mucho o tus deseos siguen siendo más o menos los mismos?
Sí, yo creo que sí. Cambiaría casi todo porque se han cumplido o no tienen tanto valor para mí. La segunda estrofa sí que la dejaría intacta, pero la primera la cambiaría totalmente y la tercera es que ya lo he cumplido. ‘Que el amor no sea un perfume, sea un juego de niños, con reglas adultas y miradas de anciano haciéndose un guiño’ creo que justo resume lo que estoy viviendo ahora, entonces eso ya lo he cumplido.
Mariposas, la primera canción de amor que compuse en solitario. ¿Cómo ha evolucionado tu forma de entender el amor desde entonces?
Bien porque me he dado cuenta de que eso no era amor. Lo hablaba con mi novia, cuando llevas una carrera entera escribiéndole al amor, normal que tengas una época, como pasó con Homónimo, que todo es desamor. ¿Por qué? Porque le llevo atribuyendo a tantas cosas el término amor que hay que desanudar. No era amor, era idealización. Era la historia como la había contado mi cabeza que no se sostenía con que éramos dos caracteres diferentes, ni mejor ni peor, diferentes. Por eso, a lo mejor, se ha dado que en las últimas canciones hay cosas como la canción de Vanesa Martín que habla sobre romper la expectativa, desde esa toxicidad de no tengas miedo. Es como quitar el esparadrapo que sale porque estás aprendiendo lo que es verdaderamente el amor.
Punto medio, primer revienta festivales… ¿se les tiene especial cariño por el subidón que dan?
Me encantaba todo lo que ocurría con esta canción. Siempre alguien terminaba lesionado con esta canción, no en el escenario sino abajo. He visto de todo con esta canción y me habla muy bien de la propuesta que tenemos. Me hace gracia cuando me dicen ‘buah vendido, te has ablandado’, cuando posiblemente mi concierto, dentro de lo que engloba a lo urbano, en España, SFDK y yo, somos los que tenemos el concierto más bestia de urbano, de la escena. Yo que tengo banda, que tengo un músculo de rock, creo que la gente se queda loca porque cuando compran la entrada van por Matemática de la carne, Haz de luz y se encuentran magra de la buena. Habla de la amalgama de discursos que tengo y de que hay momento para todo.
Pequeño torbellino, primera canción a un hijo. Pero no es su favorita, a él le gusta más Solo los amantes sobreviven, ¿qué se siente con eso?
Es la única que he hecho a mi hijo. Para mí ha sido la canción más difícil de escribir porque sólo se hace una primera canción a un primer hijo. Cuando escuché su latido en la ecografía 4D cuando ya lo vi claro. Me puse con los cascos y salió todo. ¿Qué no sea la favorita de él? Lo entiendo. Es mi tester, yo sé que canción lo va a reventar porque él no falla, es la que le gusta. Y me ha dicho eso cuatro o cinco veces de una de las nuevas y eso es que tiene algo. Me parece bonito que no sea su favorita porque así hay margen de mejora.
Recuérdame, una canción para que tras tu muerte pongan en los vídeos retrospectivos. ¿Ya piensas en esos vídeos?
Sí, y siempre que veo que alguien muere y le ponen la efeméride con el vídeo típico de ‘y con esto cerramos el informativo’ y se ve como cambio de cámara y cómo coloca los folios… y se funde como difuminado al recordatorio y digo, ¿qué canción pondría? Creo que ahora pondría El himno del centenario y no Recuérdame, pero sí, si me voy a morir que haya algo. Yo siempre pienso en todo.
Quería acabar preguntándote si este balance no te ha dejado ahora un vacío, pero ya he visto que no.
Quise hacer una cosa que es dejar la canción 101 fuera del libro que era la de Vanesa Martín, que en este libro no está. Me gusta pensar que habrá otras 100 canciones y que luego saque una Cantinela 2, y que esta era con la que rompió el bloqueo de enfrentarse al folio en blanco de cuál será la siguiente. Yo ya lo dejé pensado y a partir de ahí salió todo fluido.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...