Palma, un destino para disfrutar 365 días al año
Ubicada junto al mar Mediterráneo y al lado de las elevaciones de la Sierra Tramontana, Palma atrae por su situación, historia y patrimonio. Un destino en el que se disfruta además el arte, la cultura, las compras y la gastronomía y atrapa por la vida que emerge de sus calles.
Los viajeros encuentran en ella la riqueza de una historia que se remonta más de dos milenios atrás y que ha dejado su impronta en plazas, callles y en sus edificios más simbólicos: la Catedral, la Almudaina, la Lonja o el Castillo de Belver. Sin embargo, y a pesar del peso del pasado, Palma es también una ciudad de presente y que mira al futuro. Muestra de ello son entidades culturales como, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo Es Baluard o la Fundación Pilar y Joan Miró, dedicada a la figura del genial artista catalán que construyó un fuerte vínculo con la capital balear en la última etapa de su vida. El arte también está muy presente en el ámbito privado, gracias a las numerosas galerías que conforman una escena artística muy interesante.
Además de monumentos y espacios culturales de los que es posible disfrutar durante todo el año, Palma ofrece un amplio calendario de eventos que incluye una extensa oferta musical, cultural y deportiva con algunas citas destacadas que se repiten cada temporada, como la Copa del Rey de Vela. Encuentros que atraen a miles de visitantes a la ciudad.
Otro de los puntos fuertes de Palma es su gastronomía. Su particularidad reside en la suma varios factores: un recetario creado por los diferentes pobladores que han habitado la isla, ingredientes de primera calidad de mar y montaña y el saber hacer de cocineros que han dado un gran impulso en los útlimos tiempos a la cocina local, algunos de ellos reconocidos con estrella Michelin como Quetglas, Genestra o Fosh.
El sabor de la ciudad se desgusta en restaurantes, vermuterías, hornos históricos y también en sus mercados, algunos como el Mercat 1930 u otros con una larga trayectoria a sus espaldas, como es el caso de Santa Catalina y L’Olivar, espacios que permiten sentir el ritmo de la ciudad, conocer de primera mano los ingredientes locales y comprar productos tradicionales como la sobrasada o el aceite de oliva.
Una visita a la ciudad no estaría completa sin subir a las alturas. Las terrazas de la Catedral son un buen lugar para observar, a vista de pájaro, la ciudad y su entorno. También ofrecen una buena panorámica las azoteas de algunos de los hoteles boutique que han abierto por el centro histórico y que combinan singularidad y descanso con atardeceres copa en mano.
Amantes de la historia y de la cultura, apasionados por la arquitectura y el arte, foodies, deportistas y urbanitas. Todo tipo de viajeros encuentran en Palma el destino perfecto para una escapada urbana en cualquier momento del año.