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Bob Marley y los cinco minutos de terror en los que siete sicarios quisieron asesinarle
La bala terminó impactando en su brazo y se quedó ahí hasta su fallecimiento en 1981
Como si de una película de terror se tratara, siete hombres armados con pistolas automáticas irrumpieron en la propiedad del artista de reggae más internacional y vaciaron sus cargadores sobre todo aquel que encontraban en su camino. Pero no seguían un guion. No eran actores. No había cámaras rodando la escena. Lo que ocurrió la noche del 3 de diciembre de 1976 fue un intento de asesinato en toda regla. Querían matar a Bob Marley.
Una historia espeluznante
La historia es espeluznante. Marley estaba en su casa de Kingston, en el número 56 de Hope Road. Ensayaba junto a sus músicos en el estudio allí instalado al que había llamado Tuff Gong, como el sello discográfico creado con The Wailers 12 años antes. Preparaban un concierto. "En torno a las 8:30 de la tarde, en medio de los ensayos, dos coches blancos Datsun atravesaron las puertas de Tuff Gong. Misteriosamente, los vigilantes habían desaparecido”, escribe el historiador de reggae y archivista Roger Steffen en su libro So much things to say: The oral history of Bob Marley.
En la puerta de entrada a la propiedad, los sicarios se cruzaron con la mujer de Bob, que en ese momento salía con su Volkswagen y paró para dejar que el coche, curiosamente sin conductor, pasara. Y fue entonces cuando el hombre que iba en el asiento del co-piloto le disparó a la cabeza a través de la ventanilla. La bala pasó de refilón y quedó atrapada entre el cráneo y el cuero cabelludo. Rápidamente, los asesinos se dirigieron a la casa.
Bob, paralizado
Bob y parte de los músicos, habían hecho un descanso y estaban en la cocina situada junto al local de ensayo. El músico estaba de buen ánimo, bromeando y charlando con sus compañeros. "¡Dame un zumo!”, reclamó Don Taylor, el mánager de Bob, entrando en la cocina. Taylor había llevado tras él, sin saberlo, a tres intrusos armados. “Y de repente ves una mano que atraviesa la puerta... y empieza a disparar", recuerda el teclista Tyrone Downie, testigo del tiroteo. Disparaban sin parar sus automáticas. La cocina era un campo de batalla. Bob estaba aterrorizado, se quedó en shock, paralizado. Sintió que alguien le empujaba y caía al suelo.
Mas tarde se daría cuenta de que había sido su mánager quien había evitado que la bala dirigida a su corazón y destinada a acabar con su vida, terminara impactando en el brazo. Y en el brazo permaneció siempre, hasta su fallecimiento en 1981. Los médicos le dijeron que extraerla podría afectar a la movilidad de sus dedos. Taylor fue herido gravemente tras ser disparado en la pierna. También Louise Griffin, empleado de la banda, resultó herido.
Cinco minutos, 87 balas
Toda la secuencia transcurrió en cinco minutos. Los atacantes vaciaron los cargadores de sus automáticas, 87 balas, y abandonaron rápidamente el lugar. Milagrosamente, nadie murió. “Bien fuera por buena suerte o por mala puntería, la bala destinada a Marley le rozó el pecho y se alojó en el brazo… Don Taylor sufrió graves heridas tras ser disparado en la pierna. Se cree que las espesas rastas de Rita bloquearon la bala y minimizaron el impacto”, publicaba Face2Face Africa. Los heridos fueron trasladados al Hospital Universitario.
Kingston, zona de guerra
Para entender mejor lo ocurrido aquel 3 de diciembre, habría que situarse en el contexto: Jamaica, año 1976. Kingston parecía una zona de guerra. Las pistolas inundaban la isla, los supermercados estaban desabastecidos, había cortes de energía. La población, empobrecida. Por todas partes, patrullas de soldados despiadados operaban según su propia ley. Las tensiones políticas en el país habían crecido según se aproximaban las elecciones que enfrentaban a dos partidos que habían luchado por el control de la isla durante años: Partido Laborista Jamaicano (Jamaican Labour Party, respaldado por la CIA) y Partido Nacional del Pueblo (People’s National Part, vinculado a Cuba y Rusia) que estaba en el gobierno. Su rivalidad había alentado a las guerrillas urbanas y a la violencia.
Smile Jamaica, un concierto para sofocar la violencia
Y en medio de esa violencia, Bob Marley, el mayor exponente cultural jamaicano, un icono del país, un líder espiritual, decidió organizar un concierto gratuito no político llamado Smile Jamaica para el 5 de diciembre de 1976. Intentaba calmar los ánimos de la población y ayudar a sofocar la violencia. “Era casi la única fuerza que podía unir ambos bandos", decía el escritor jamaicano Marlon James. Cuando conocieron sus planes, los dos partidos políticos se acercaron al músico por separado. Ansiaban su apoyo. Deseaban que hiciera campaña con ellos. Pero Bob había decidido mantenerse neutral. "Los políticos son el diablo", señaló entonces Marley, según la revista Rolling Stone.
Sin embargo, el primer ministro Michael Manley (del PNP) decidió adelantar las elecciones para hacerlas coincidir con el Smile Jamaica. Bob estaba furioso. Su situación era delicada. Era inevitable que el concierto fuera visto como un apoyo al partido del gobierno. Recibió amenazas de muerte, reforzó la seguridad de su casa, y decidió seguir adelante con sus planes. El 3 de diciembre, dos días antes del concierto, las amenazas se materializaron en los cinco minutos de terror ya conocidos. La nación entera se quedó impactada cuando supo que habían intentado asesinar a Marley.
Un amargo fracaso
Las buenas intenciones de Bob Marley de hacer un concierto no político habían fracasado amargamente. Aun así, siguió adelante. Herido, con una bala incrustada en el brazo, apareció en el National Heroes Park de Kingston el 5 de diciembre de 1976. Más de 8.000 personas esperaron más de cuatro horas para verle.
Los sicarios fueron capturados, enjuiciados y ejecutados. Taylor y Marley estuvieron presentes en el juicio. Según Taylor, uno de los pistoleros declaró que la CIA les había contratado para matar a Marley a cambio de armas y cocaína. Poco después del incidente, la embajada americana envió un comunicado titulado: “Estrella del reggae disparada. Probablemente por motivos políticos”.
No podía entender la terrible traición
Después del tiroteo y del concierto, un dolorido Marley se fue al exilio. Junto a su equipo, se instaló en Londres. Pasó un tiempo hasta que pudo retomar su carrera. “Tenía una depresión tremenda porque había ayudado a la gente que le había disparado” cuenta Roger Steffens. “Les había dado dinero, les había dado comida. No podía entender cómo esa gente le había traicionado tan terriblemente”.
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop