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La reunión de Elvis Presley con Richard Nixon en la Casa Blanca por una placa de Agente Federal
El artista estadounidense era un coleccionista de insignias policiales
Fue un impulso. O un capricho. Pero Elvis Presley era el ‘rey’ y conseguía lo que se proponía. Un día, hace más de medio siglo, decidió viajar a Washington y presentarse montado en una limusina en la Casa Blanca. Quería ver al mismísimo presidente de los Estados Unidos. Tenía una interesante propuesta: ayudar en la lucha contra la droga. Pocas horas después, Richard Nixon le recibía en el Despacho Oval. El encuentro, que entonces se mantuvo en secreto, escondía realmente una debilidad: Presley ansiaba aumentar su colección de placas policiales.
Una limusina en la Casa Blanca… con Elvis Presley
Un 21 de diciembre de 1970, una gran limusina se detenía a las afueras de la Casa Blanca. En su interior viajaba Elvis Presley acompañado su ayudante Jerry Schilling y de su guardaespaldas y amigo Sonny West. El ‘rey’ tenía un objetivo: reunirse con el entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, y ofrecerle su ayuda para luchar contra las drogas.
“Puedo hacerlo… si me hicieran Agente Federal”
Poco antes, Elvis había emprendido un improvisado vuelo nocturno desde Los Ángeles. Durante el trayecto, garabateó sobre la marcha seis folios, tachones incluidos, con el membrete de American Airlines. Detallaba su preocupación por los hippies y por el crecimiento de la cultura de la droga. Explicaba que había hecho “un profundo estudio sobre el abuso de drogas y las técnicas de lavado de cerebro de los comunistas”, e insistía en que él era el candidato ideal para hacer un llamamiento a todos esos antisistema que fumaban hierba y estaban resentidos con la Guerra del Vietnam. “Puedo hacerlo, y seré más eficaz si me hicieran Agente Federal Independiente y colaborar a mi manera, comunicándome con gente de otras edades”, escribió.
El cantante, que entonces tenía 35 años, explicaba que la juventud le veía como a uno de los suyos, y por eso era la persona perfecta para ayudar en la lucha contra las drogas ilegales: “Me encantaría reunirme contigo solo para saludarte, si no estás demasiado ocupado”.
“Estoy registrado bajo el nombre de Jon Burrows”
Cuando su vuelo aterrizó en Washington D.C., alquiló una limo y se dirigió hasta la Avenida Pensilvania, la calle que conecta la Casa Blanca y el Capitolio. En torno a las 6:30 a.m., Elvis dejó su carta manuscrita a los guardias de los Servicios Secretos, quienes no le reconocieron inmediatamente a pesar de su indumentaria poco habitual. En su escrito informaba: "Me hospedo en el Hotel Washington. Habitaciones 505, 506, 507. Vienen dos hombres que trabajan conmigo. Estoy registrado bajo el nombre de Jon Burrows”.
Una reunión secreta
Pocas horas después, Egil “Bud” Krogh, el ayudante adjunto al presidente, le preguntaba al artista por sus intenciones antes de llevarle al Despacho Oval. Resultó que Egil era también un gran fan de Elvis. Aun así, el cantante no se libró del interrogatorio, del que Schilling contó: “Le preguntaba cosas como ‘¿Por qué quieres ver al Presidente? ¿De qué quieres hablar?’. Fue una conversación agradable, pero seria, la que mantuvieron Bud y Elvis”.
La reunión se produjo, pero se mantuvo en secreto a petición del propio Presley. Quería proteger su imagen. Dos años después, el 27 de enero de 1972, todo fue desvelado por el Washington Post. El hecho de que no exista transcripción de lo que se habló, ha dejado mucho espacio a la imaginación (como es el caso de la película de 2016 Elvis & Nixon, protagonizada por Kevin Spacey y Michael Shannon). El único testigo del encuentro fue Krogh, quien tiempo después escribió algunas notas esbozando sus recuerdos de la conversación.
Los Beatles, promotores de lemas anti-americanos
En sus anotaciones, Krogh escribió: “Presley indicó que los Beatles venían a este país, ganaban su dinero, y después regresaban a Inglaterra donde promovían lemas anti-americanos. El presidente asintió con la cabeza y expresó cierta sorpresa”. Nixon entonces indicó que aquellos que se drogaban eran los mismos que se situaban en la vanguardia de la protesta anti-americana. La violencia, la droga, la protesta, todo parecía emerger del mismo grupo de gente joven. El mandatario también pensaba que Elvis Presley podría llegar a la gente joven y que eso era importante para que conservara su credibilidad. El artista respondió que podría hacerlo “simplemente cantando”, ya que no podría llegar a los chicos si hacía discursos sobre el escenario. Tenía que llegar a ellos a su manera. El presidente asintió. Estaba de acuerdo.
¿Qué quería realmente Elvis?
Sin embargo, parece ser que lo que verdaderamente deseaba el ‘rey del rock’ no era luchar contra la droga. Según el asistente de Nixon: “Presley, coleccionista de insignias policiales, quería una placa de la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas y ser nombrado ‘Agente Federal Intependiente”. Jerry Schilling lo corroboró y describió después la debilidad que tenía Elvis por acumular insignias ostentosas de autoridad.
En su libro de memorias, Elvis and Me, Priscilla Presley, que entonces era su mujer, escribía “La placa de narcóticos representaba una especie de poder supremo para él. Con la placa federal de narcóticos él creía que podría entrar legalmente en cualquier país llevando armas y cualquier droga que deseara”.
Siempre pensó que la placa era auténtica
Cuando concluyó la conversación, “Presley le dijo al presidente lo mucho que le apreciaba. Y entonces, en un gesto sorprendente y espontáneo, agarró a Nixon con el brazo izquierdo y le dio un abrazo”, escribió Krogh. Después de regalarle al presidente un Colt.45 de la II Guerra Mundial y algunas fotos de la familia Presley, regresó a su casa de Graceland. Estaba pletórico. Había conseguido su placa. En realidad, era ‘honorífica’, pero siempre pensó que era auténtica.
Respecto a Nixon, lo cierto es que no aceptó la propuesta de Elvis de luchar contra la droga, pero ambos permanecieron en contacto durante años. Incluso llegó a escribirle para agradeciéndole el regalo de la pistola.
La foto más solicitada
El sorprendente y curioso encuentro figura entre los momentos más recordados en la historia de la Casa Blanca. La fotografía en blanco y negro de un enjoyado icono del rock, con pantalón de terciopelo púrpura y un enorme cinturón dorado, estrechando la mano al presidente, es la más solicitada de los Archivos Nacionales de Estados Unidos. Más incluso que la propia Constitución.
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop