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Empieza el año con buen manga: SPRIGGAN
Manga noventero en una edición imprescindible.
Panini terminó 2021 con una de sus mejores publicaciones de manga. Spriggan, un manga que vio la luz por primera vez en 1989 y que llamó la atención del mismísimo Katsuhiro Otomo, que estuvo implicado en la adaptación animada del mismo.
Como suele ocurrir con las adaptaciones a largometraje, Spriggan tampoco pudo aprovechar el formato animado. No es fácil condensar cientos de páginas en 90 minutos de impecable animación, así que, pese a una factura intachable y hasta que Netflix no tenga lista la nueva serie de animación, sólo debe considerarse la historia de Hiroshi Takashige en formato viñeteado.
Spriggan nos lleva al final de la guerra fría; momento en el que aparecen unos misteriosos objetos en diferentes puntos del planeta que parecen pertenecer a otro tiempo y que tienen un importante potencial para ser usados como armas, si cayeran en las manos equivocadas.
Para que eso no ocurra, diferentes países unen fuerzas para crear ARCAM una asociación paramilitar que pretende recuperar y proteger esos objetos.
Los soldados encargados de tal tarea, entre ellos Yu Ominae (protagonista de esta historia), son conocidos como Spriggans y visten una armadura que no sólo les blinda ante el fuego enemigo, también les da una fuerza y velocidad sobrehumanas.
Un argumento simple pero suficiente para ponerse al servicio de Ryouji Minagawa, el dibujante de esta historia, que lleva consigo ese espíritu noventero que recordamos de mangas como Akira, Urotsukidoji, Yu Yu Hakusho y demás páginas y cintas VHS de la época publicadas con el logo de MangaMania en la portada.
Spriggan brilla cuando es acción en estado puro; peleas cuerpo a cuerpo con enemigos desproporcionados, disparos, fuego, líneas cinéticas, explosiones… Esta serie fue creada para el disfrute y recreo del dibujante y eso se traslada al lector en forma de potencia en la lectura.
La buena noticia es que Panini recupera esta serie, que llevaba perdida desde los 90, y lo hace en formato Kanzenban (formato más grande que el habitual), ideal para todo el que quiera prestar verdadera atención al dibujo y conservando todos los detalles de las páginas originales, como las onomatopeyas japonesas integradas en el dibujo.
El formato kanzenban, además, reduce los once tomos originales a ocho, lo que asegura una colección compacta y un impacto moderado para los bolsillos.
Tenéis en las tiendas el primer volumen de la serie; buen momento para lanzaros a por él y continuar con la andadura en Febrero, que llega el segundo a las librerías.