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Es el momento de acabar con la toxicidad en el eurofandom (si queremos que el Benidorm Fest triunfe)
“No hace falta convertir las redes sociales en un circo romano para tirar por tierra la opinión del que tienes enfrente”
El eurofandom, como Twitter, tiene dos caras. En una están los que se hacen llamar así porque sienten Eurovisión como una tradición que les acompaña desde chiquillos. Empezaron sentándose en el sofá de su casa con su familia y ahora organizan quedadas con esos amigos que, por un mismo destino, se implican en el proceso para disfrutar de todo lo bueno que da este certamen: música, sentimiento de unidad y competición. En el otro lado, porque siempre lo hay, están los que, interesados o no en Eurovisión, se empeñan en crear un ambiente tóxico, aprovechando la mínima para generar conflicto y crispar a todo Dios.
Salen de las cavernas los gallitos del corral y vuelven las peleas, los rifirrafes absurdos y las faltas de respeto
Leyendo Twitter estás últimas semanas se da uno cuenta (una vez más) que el eurofan tóxico no desaparece sean las circunstancias que sean. No importa que Televisión Española se lo tome en serio y tenga una intención real de buscar la victoria en Eurovisión. Tampoco que por primera vez se convoque una preselección verdaderamente competitiva, equitativa y diversa. Da igual. Salen de las cavernas los gallitos del corral y vuelven las peleas, los rifirrafes absurdos y las faltas de respeto. Si a ti no te gusta la misma canción que al eurofan de turno tienes un problema. Si el artista mete la mata (porque sí, son humanos) se les ningunea y adiós muy buenas. Pertenecen a la escuela del cliente siempre tiene la razón y su criterio es el único que puede haber y debe imponerse por encima del de los demás. Estás con ellos o contra ellos. Y mucho cuidado con contestar o plantear un argumento en contra porque tal osadía te puede costar un disgusto y un par de guantazos twitteros.
Y esto siempre va a peor y deriva en una serie de catastróficas desdichas que hacen que se pierda el foco y la perspectiva, que consiste básica y sencillamente en disfrutar de Eurovisión y todo el universo que le rodea, como lo hacíamos cuando éramos pequeños (perdonad la nostalgia). Está bien defender lo que te gusta y en lo que crees, y puedes tener discrepancias con lo que hace o dice una artista, pero no hace falta convertir las redes sociales en un circo romano para tirar por tierra la opinión del que tienes enfrente o darle "latigazos" públicamente. Lo tóxico no pasa de moda y es una pena. Me pregunto si a esos eurofans que están estancados en el conflicto no les da por enterrar el hacha y pasar al otro lado de la moneda, a la cara en la que Eurovisión es un disfrute y no una guerra.
¿Cómo es posible que entre los candidatos de esta preselección haya tan buen rollo y al otro lado haya gente tan enrabietada?
Si queremos que el Benidorm Fest perdure y sea una apuesta a largo plazo hay que actuar en consecuencia. No queremos espantar a los artistas ni crispar los ánimos de esta renovada Televisión Española que se muestra entregada a la causa. ¿Cómo es posible que entre los candidatos de esta preselección haya tan buen rollo y al otro lado haya gente tan enrabietada? ¿Cuándo se ha visto a políticos hablando de una preselección con tanto entusiasmo? ¿Desde cuando Anne Igartiburu dedica unos minutos de las Campanadas a hablar de una preselección? A pesar de la incertidumbre y algunos peros, las cosas se están haciendo bien y, por primera vez en mucho tiempo, tenemos una una buenísima antesala de Eurovisión. Cuidémosles y cuidémonos entre nosotros. Y como diría algún contemporáneo nuestro: el que no aporte que se aparte.
Adriano Moreno
Periodista de LOS40 y escritor. Me gustaría vivir en la película ‘Chicas malas’ y Russell Tovey lleva...