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La historia del hombre acabado, “completamente roto y sin blanca”, que elevó a la estratosfera a AC/DC
El 29 de marzo de 1980 recibió una llamaba que "nunca olvidará"
A sus 32 años, Brian Johnson se sentía acabado, "completamente roto" y "sin blanca". Sin demasiada confianza, se había presentado a las audiciones en las que AC/DC buscaba a un nuevo vocalista. Bon Scott acababa de fallecer. El 29 de marzo de 1980 recibió una llamaba que "nunca olvidará". La que le cambió su vida para siempre. Era del ya fallecido Malcolm Young: "Tenemos que hacer un álbum…si estás listo…". Johnson estaba listo. De la noche a la mañana se convirtió en una superestrella. Porque el álbum que "tenían que hacer" era Back In black, el segundo más vendido en todo el mundo, después de Thriller de Michael Jackson.
"No nos gustaría tener a un imitador"
En 1980, la carrera de AC/DC parecía imparable. Habían pasado siete años desde que la banda de los hermanos Malcolm y Angus Young había empezado a dar sus primeros pasos en Sidney. Y después de seis álbumes, su legión de seguidores en el mundo entero era colosal. Sobre todo con el rompedor Highway to hell (1979). Sin embargo, todo cambió la mañana del 20 de febrero, cuando encontraron muerto al vocalista, el carismático Bon Scott. Según los informes forenses, falleció accidentalmente por intoxicación etílica. Tenía 33 años. Sus compañeros estaban destrozados: "Cuando eres joven siempre te sientes inmortal. Pero tras la muerte de Bon, me sentí terriblemente mayor", contaba Angus.
Consideraron disolverse, pero el padre de Bon, durante el funeral, llevó a Malcolm a un lado y le pidió que continuaran sin su hijo. Era el incentivo que necesitaban para empezar la búsqueda de alguien que reemplazara al vocalista. En declaraciones a la revista Sounds, Angus dejaba claro que "Bon tenía una personalidad única. No nos gustaría tener a un imitador. Estamos buscando a alguien un poco diferente".
Un 'loco de los coches' acabado
Y entonces apareció en escena Brian Johnson. Tenía 32 años y se sentía acabado. Geordie, la banda en la que había cantado en los años 70, se había disuelto. Además, se acababa de separar, vivía en la casa de sus padres en Gateshead y se ganaba la vida en un pequeño taller de reparación de coches (era un 'loco' de los coches desde niño): "Estaba completamente roto. Tenía dos hijos y una hipoteca. Conducía un Volkswagen Beetle de 14 años. Estaba sin blanca". Johnson no soñaba. Los días de rock and roll se habían acabado y sabía que una segunda oportunidad era impensable.
Aun así, ganaba un dinero extra con una nueva versión de su vieja banda, bautizada como Geordie II. Sus conciertos tenían un toque de 'cabaret' y mucha comicidad, aunque también hacían rock. Una canción en concreto les garantizaba el éxito. Una canción de la banda australiana AC/DC: "Solíamos tocar Whole lotta Rosie. Siempre la dejábamos para el final porque ¡la gente se volvía loca!". A Brian le encantaba cantar ese tema.
El favorito para sustituir a Scott
En marzo de 1980, Brian recibió una llamada de teléfono. Era una mujer con acento alemán. Le dijo que una banda estaba haciendo audiciones en Londres para encontrar a un nuevo cantante y que alguien le había recomendado. Brian preguntó por el nombre de la banda. No iba a viajar sin saberlo. Al menos, quería saber las iniciales del nombre. Hubo una pausa. Y finalmente escuchó: "Okay… es A, C y D, C". En ese momento él no lo sabía, pero era el favorito para sustituir a Scott.
Previamente, un fan había contactado con el manager de AC/DC y le había enviado un álbum de Geordie con una carta: "Tenéis que escuchar a este tipo". Robert John ‘Mutt’ Lange (productor de Highway to hell) también les habló Jones: "hay un tipo al que deberíais escuchar". Y lo más curioso. El propio Bon Scott había sido el primero en hablar de Brian Johnson a sus compañeros de AC/DC después de ver un concierto de Geordie. Le contó a Angus que ese grupo había hecho la mejor personificación de Little Richard había visto en su vida.
"Un día de suerte"
Brian, amargado con la industria musical, accedió a hacer la prueba solo porque le había salido otro trabajo en Londres: hacer un jingle por el que le pagarían 350 libras. Condujo hasta la capital inglesa en un coche prestado, y sin demasiada confianza se dirigió a los Vanilla Studios en Pimplico. "Los chicos fueron magníficos. En cuanto entré, me sentí cómodo. Malcolm vino y me dijo 'Aquí estás tío', y me dio una botella de cerveza. Dijo 'Debes estar sediento'". El primer tema que hizo, y que él mismo eligió, fue Nutbush City Limits de Ike y Tina Turner. "Ha sido un soplo de aire fresco", le dijeron. Y después llegó la verdadera prueba, el momento decisivo. Tocaron Whole lotta Rosie. "Fue un día de suerte ¿sabes?", recuerda Brian en Classic Rock.
El 29 de marzo de 1980, Brian recibió la llamada del ya fallecido Malcolm Young, esa que "nunca olvidará". La que le cambió por completo la vida. Le dijo "Tenemos que hacer un álbum. Nos vamos en un par de semana. Si estás listo…". El ya nuevo vocalista de AC/DC no daba crédito: "¿Me estás diciendo que he conseguido el trabajo?... Voy a colgar el teléfono. ¿Podrías llamarme de nuevo en 10 minutos para estar seguro de que no es alguien fastidiando?". El guitarrista escocés así lo hizo: "Bueno, ¿vas a venir o que?".
"Me quedé noqueado"
El 1 de abril de 1980, seis semanas después de la muerte de Bon Scott, AC/DC anunciaba que Brian Johnson era su nuevo cantante. A finales de mes, la banda viajó a la isla de Nassau (Bahamas) junto al productor Mutt Lange, para grabar el nuevo álbum. Cuando se completó, siete semanas después, Malcolm viajó a Nueva York para mezclarlo. "Nunca escuché el resultado final hasta dos meses más tarde. Pero cuando lo hice, me quedé noqueado. No podía creer que fuera tan bueno… Un álbum maravilloso, lleno de sorpresas", confesaba Johnson en Classic Rock.
Back in black llegó a las tiendas el 21 de julio de 1980. Era un homenaje a Scott, tanto el interior como la portada, toda de color negro como "señal de duelo". Logró un éxito sin precedentes: más de 50 millones de copias vendidas en todo el mundo. Se convirtió en el álbum de rock más vendido de todos los tiempos y en el segundo más vendido en la historia, por detrás de Thriller de Michael Jackson.
Sus 10 canciones, no solo resucitaron a AC/DC, llevaron a la banda a nuevo nivel y les elevó al estatus de 'superestrellas'. Brian Johnson pasó de ser un 'hombre acabado' a una leyenda. Para el cantante, lo mejor de todo llegó cuando AC/DC regresó a Australia para finalizar la gira de Back in Black en febrero de 1981. Después de su concierto en Sidney, la madre de Bon Scott, Isa, le dijo: "Nuestro Bon se hubiera sentido orgulloso de ti, hijo".
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop