Así es el día a día en el santuario de primates más grande de EEUU
Viajamos con la fotógrafa y activista gallega Ruth Montiel Arias al sur de Texas (EEUU) para conocer Born Free, un gigantesco refugio de primates
Que los primates son extremadamente parecidos a los seres humanos lo sabe todo el mundo. Y pese a ello, no es hasta que uno los conoce de cerca cuando realmente toma conciencia de hasta dónde llegan esas similitudes.
Esa es, precisamente, una de sus principales amenazas: cada año miles de primates son vendidos como mascotas en todo el mundo. Otros sufren graves secuelas tras haber sido exhibidos en zoos o espectáculos circenses. Y muchos terminan abandonados o abocados a una vida en cautividad. Una triste realidad que se suma al otro gran problema para estos animales: la destrucción de su hábitat. Entre los años 2001 y 2015 se perdieron 160 millones de hectáreas de bosques tropicales a causa de la actividad humana, amenazando a varias especies de primates con la extinción definitiva.
En 2020, cuando se encontraba trabajando en uno de sus proyectos, la fotógrafa y activista por los derechos de los animales gallega Ruth Montiel Arias entró en contacto con Lyz Tyson, directora del santuario de primates Born Free USA, el más grande de Estados Unidos. Un año después, viajaba allí para documentar la realidad más cruda y a la vez esperanzadora de estos animales, con una espectacular serie de fotografías que formarán parte de un libro en un futuro próximo. Un viaje de tres meses con el que, al mismo tiempo, aportaba su grano de arena al proyecto convirtiéndose en voluntaria.
70 hectáreas de libertad
Ubicado al sur del estado de Texas, en la pequeña localidad de Encinal, no muy lejos de San Antonio, Born Free USA ocupa un gigantesco terreno de 70 hectáreas. Allí viven casi 300 primates, fundamentalmente macacos y babuinos, en un régimen de semilibertad tras una vida de explotación o, en el mejor de los casos, después de haber servido como mascotas, lejos de otros individuos de su especie y sin haber tenido en cuenta sus necesidades. Y es que en EEUU es legal tener un mono como mascota.
En el santuario hay mucho trabajo. “Un día cualquiera arranca poco antes de las siete de la mañana”, cuenta Ruth. “La veterinaria prepara los informes del día anterior, en los que se detalla la situación de cada uno de los habitantes del santuario. Posteriormente prepara la medicación. Después llega todo el equipo de cuidadores y cuidadoras, cada uno de los cuales tiene asignada una sección diferente. Entre todos revisan y contabilizan a todos los monos, lo que no siempre es tarea fácil: hay extensiones de terreno muy grandes en las que los monos están en libertad. Tras darles la medicación y la comida toca limpiar, y en última instancia se presta más atención a los que están muy enfermos”.
Pese a que ha fotografiado a todo tipo de animales, Ruth reconoce que los primates tienen algo especial. “Cuando los conoces de cerca, te cambia la vida”, cuenta. “Conectas con ellos desde el minuto uno, y con algunos de una manera muy estrecha. Al igual que ocurre con los seres humanos, cada uno de ellos tiene una personalidad diferente, un lenguaje corporal, una mirada...”. En su caso, Ruth entabló una relación muy especial con India, una hembra de macaco de cola de cerdo sureño, especie originaria del Sudeste asiático, a la que separaron de su madre para ser vendida como mascota. “Desde el primer momento conectamos simplemente con mirarnos. Incluso, y por algún motivo inexplicable, su mirada me recordaba a la de mi abuela, ya fallecida”, cuenta con emoción. “La echo muchísimo de menos”.
En lo que respecta estrictamente a su labor como fotógrafa, Ruth trabajó en tres direcciones. “Por un lado les hice un banco de imágenes para que usen en sus redes sociales o en sus campañas de adopción, con las que es posible apadrinar a uno de estos primates. Como todo santuario, necesitan ayuda externa para seguir salvando vidas. Por otro lado, hice otro tipo de fotografías de tipo más artístico con las que estoy trabajando actualmente. Y por último, un tercer grupo de imágenes más vinculadas a fines culturales o de divulgación”. Algunas de esas imágenes son las que ilustran este reportaje, que Ruth Montiel ha cedido al Eco de Los40.