El último concierto de Jimi Hendrix en Seattle: De mal humor y ante un pastel gigante de barro
"Quiero que hagamos aquí nuestro pequeño mundo"
Caían chuzos de punta o como dicen los ingleses ‘It’s raining cats and dogs’. Y Jimi Hendrix estaba de mal humor. Había vuelto a discutir con su padre. Absolutamente disgustado, ante cientos de fans calados hasta los huesos, el genio de la guitarra salió al escenario y ofreció el que sería su último concierto en Seattle, la ciudad que le vio nacer. “Quiero que os olvidéis de ayer y de mañana, y que hagamos aquí nuestro pequeño mundo”, fueron sus primeras palabras. Esa tarde del 26 de Julio de 1970, mientras diluviaba sobre el Sicks’ Stadium, en lo que The Seattle Times definió como “un pastel gigante de barro”, Hendrix, sin saberlo, se despidió para siempre de sus paisanos. Menos de dos meses después, el 18 de Septiembre, falleció de una sobredosis accidental en Londres.
El mismo escenario de Elvis Presley
Johnny Allen Hendrix tenía solo 14 años cuando Elvis Presley tocó en el Sicks’ Stadium – estadio de baseball de Seattle – ante 16.000 personas, en el que era su debut en la ciudad. Pero como no tenía dinero para pagar la entrada (un dólar con cincuenta), vio el show pertrechado a lo alto de un montículo, conocido como Tightward Hill, a las afueras del campo. Trece años después, era él quien ocupaba el mismo escenario sobre el que había visto al ‘rey del rock’. Convertido ahora en una superestrella, dio instrucciones al personal del recinto para que abriera las puertas y dejara entrar a cientos de jóvenes sin recursos. Ahora la entrada costaba 5 dólares (venta anticipada) y 6 dólares (taquilla).
En tan solo cuatro años, su música revolucionaria – y a veces incendiaria – había impactado en el público. Desde 1966, The Jimi Hendrix Experience recorrió los escenarios de todo el mundo y produjo tres álbumes imperecederos: Are you experienced, Axis: Bold as love y Electric Ladyland. La banda había girado extensa y constantemente, como ninguna otra de sus coetáneas, y estaba considerada una de las mejores de la época. A sus 27 años, Jimi Hendrix era uno de los instrumentistas de rock más grandes, a pesar de que la presión de su meteórico ascenso era cada vez mayor.
Un pastel gigante de barro
Su actuación del 26 de Julio de 1970 en Seattle era la tercera de The Jimi Hendrix Experience en la ciudad natal del músico. Nadie imaginó entonces que también sería la última. Encabezaba el cartel del festival denominado ‘Concert on the Ground’ y formaba parte de su tour por Estados Unidos (más tarde conocido como Cry or Love tour, en referencia al álbum en el que estaban trabajando en ese momento). Los teloneros, encargados de ‘calentar’ su actuación, eran Cactus y Cat Mother and the All Night Newsboys. Aunque lo de ‘calentar’ resultó totalmente inviable y eso que el día había amanecido soleado.
Jimi pasó gran parte de la mañana en la casa de su padre, Al Hendrix, y una vez más, había discutido con él. Según transcurrían las horas, cualquier esperanza de sol se iba desvaneciendo. "El césped era una alfombra empapada” publicaba The Seattle Times. “Y el estadio era un pastel gigante de barro”.
“Quiero que os olvidéis de ayer y de mañana”
La lluvia arreciaba y Hendrix se hizo esperar. Hubo una pausa de más de una hora desde que Cactus terminó su actuación. Y aunque la espera se hizo interminable, los obstinados fans del músico permanecieron ahí (algunos se marcharon). La combinación de agua e instrumentos eléctricos era preocupante, por lo que después de instalar alfombras de goma, finalmente el show empezó a las 7:15 p.m. Cuando Hendrix apareció junto a su banda - vestido con un llamativo atuendo rojo y su habitual cinta sobre la frente - el público fue rápidamente hacia el escenario, que estaba cubierto con una lona. Se le veía incómodo. A las inclemencias del tiempo se unía la pelea con su padre, lo que explicaba ese mal humor que parecía incapaz de quitarse de encima.
Hendrix se dirigió al público empapado: “Quiero que os olvidéis de ayer y de mañana, y que hagamos aquí nuestro pequeño mundo”. Y añadió: “No sonáis muy felices, no parecéis muy felices, pero intentaremos pintar algunas de vuestras caras”. A continuación, acompañado de Mitch Mitchell (batería) y Billy Cox (bajo) arrancó con la primera de las canciones del concierto: Fire. Cuando terminaba, un fan ‘juguetón’ lanzó un cojín sobre el escenario, lo que molestó sobremanera al guitarrista. “Oh, por favor, no tiréis nada aquí…. Que le jodan a quien quiera que haya lanzado el cojín”. Caían chuzos de punta y Hendrix estaba cada vez más desalentado. Mucha gente había corrido hacia las gradas, alejadas del escenario, para refugiarse.
Hubo un momento en el que Jimi desapareció. Fue hacia uno de los pequeños remolques instalados por allí cerca. Cuando regreso, estaba de mejor humor. Entonces, salió de debajo del toldo que cubría el escenario, y se quedó bajo la lluvia. Todo el mundo le decía ‘¡No Jimi!. ¡Te vas a electrocutar!’. Y él respondía ‘No, No, No’. Y empezó a tocar… y varios cientos de personas se acercaron y Jimi siguió tocando. En total 12 canciones. Foxy lady, Purple haze o la incendiaria The star-spangled banner. También estrenó alguna inédita como Hey baby (New rising sun).
Sus últimas horas en Seattle
En el backstage Hendrix echaba humo. Llegó a decir que pasaría la noche en el remolque aparcado junto al estadio. Finalmente, no lo hizo. Junto a un primo y un par de amigos de la familia se metió en un coche y pasó sus últimas horas de su última visita a Seattle recorriendo los lugares de su infancia. Viejos refugios como el Hospital Harborview o una de sus antiguas casas familiares en Yesler Way. Todo el tiempo circularon por carreteras secundarias alrededor del lago Washington.
A la mañana siguiente, la banda voló a Hawái y terminó la parte americana de su gira. A continuación, voló a Europa. El 6 de Septiembre de 1970 actuó en el Festival Love & Peace de Alemania. Fue su último concierto. Falleció en Londres el 18 de Septiembre de 1970. Tenía 27 años.
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop