Última hora
El último Agosto de Janis Joplin: Una lápida para Bessie Smith y su concierto final
Un show que nadie de público pudo olvidar
En el calendario de fechas destacadas de Agosto de 1970, el nombre de Janis Joplin figura por partida doble. La primera, porque pagó la lápida de la tumba de su heroína, Bessie Smith, mostrando así su gratitud por todo lo que había recibido de la llamada Emperatriz del Blues. Pocos días después, el 12 de Agosto, la vocalista texana ofreció una actuación “eléctrica” en el Estadio Harvard de Boston. Apenas cantó 7 temas… poco más de media hora sobre el escenario. No hubiera trascendido a no ser que las 40.000 personas que acudieron al show, estaban siendo testigos de algo que nunca más volvería a ocurrir: ver sobre un escenario a la gran Janis Joplin.
Ese verano del 70
En 1970 Janis Joplin era una fuerza arrolladora. Tenía 27 años, ocho de ellos dedicados a la música, y un inmenso e ilimitado talento vocal. Podía cantar lo que quisiera, aunque el blues era su debilidad. Vulnerable y carismática, su corta vida fue turbulenta y desenfrenada. Y llena de excesos. Su consumo de alcohol y drogas era prolífico. Se sentía sola - "Sobre el escenario, hago el amor con 25.000 personas diferentes. Después, vuelvo a casa sola" - aunque no lo estaba.
Ese verano del 70, Joplin estaba muy contenta con la nueva banda que había creado, Full Tilt Boogie Band, y decía entusiasmada: “¡Es mi banda. Finalmente, es mi banda!”. En esa época anunció que estaba libre de drogas, pero que bebía más. También entonces volvió a ponerse boas de plumas multicolor en el pelo, vestidos holgados y colores psicodélicos. Ese era su look habitual.
Una lápida para la Emperatriz del Blues
Compasiva, cariñosa y sensible. Un día recibió una llamada. Le explicaban la necesidad de financiar una lápida para Bessie Smith. Inmediatamente, firmó un cheque y lo envió a la dirección que le habían proporcionado por teléfono. Aunque nunca la conoció, Bessie era un modelo a seguir. Algunas veces les dijo a sus amigos que sentía que ella era su reencarnación. El 8 de Agosto de 1970, la agencia Associated Press difundió la noticia. Janis había tenido un magnánimo gesto para honrar a una de sus heroínas, a una de sus principales inspiraciones. Los restos de Smith descansaban en el Cementerio Mount Lawn de Filadelfia y 33 años después de ser enterrada, seguían sin identificar.
A partir de entonces, gracias a Janis y a Juanita Green (que había trabajado en la casa de Smith), la lápida de la tumba de la llamada Emperatriz del Blues, lleva este epitafio: “La Mejor Cantante de Blues del Mundo Nunca Dejará de Cantar”. Había fallecido en 1937 después de sufrir un terrible accidente de tráfico cerca de Coahoma, Mississippi. Las circunstancias de su muerte siempre estuvieron rodeadas de misterio. Se han dado diferentes versiones. Hay quien dice que, como era de raza negra, se negaron a atenderla cuando llegó al hospital (solo para blancos) y murió mientras la trasladaban al centro médico para negros más cercano. La segunda versión desmiente rotundamente a la anterior. Lo que sí es cierto es que unas 7000 personas asistieron a su funeral.
A punto de no celebrarse
Tan solo cuatro días después, un caluroso de 12 de Agosto de 1970, Janis Joplin estaba en Boston. Actuaba en el Estadio Harvard. Ese mismo año, habían pasado por allí figuras de la talla de Grateful Dead, Miles Davis, Ike y Tina Turner, Van Morrison, B.B. King o las Supremes. El estadio tenía capacidad para más de 35.000 personas, pero en este tipo de eventos se limitaba a 10.000. Los grandes nombres atraían grandes multitudes. Y Janis Joplin era un gran nombre. Así que para su concierto junto a la Full Tilt Boogie Band, el recinto futbolístico se transformó. Se instalaron filas y filas de sillas en el campo y, finalmente, 40.000 personas esperaban con gran expectación la salida al escenario de la estrella.
Pero surgió un contratiempo. El concierto estuvo a punto estuvo de no celebrarse cuando descubrieron que habían robado parte del equipo de sonido durante la noche anterior. Hubo que esperar a que llegara otro equipo y, según algunas fuentes, el público empezó a impacientarse, casi amotinado.
“Simplemente, fue algo eléctrico”
“Terminamos ahí esperando, se retrasó muchísimo” contaba Kevin McElroy, testigo del concierto, en Boston.com. “Curiosamente, mientras estábamos allí sentados, pudimos ver justo enfrente, bajo el andamio del escenario, a Janis. Tenía una botella de Southern Comfort (whiskey) y estaba en su propio mundo. Después de otra hora y media, más o menos, cuando la demora era realmente larga, ella, literalmente, irrumpió en el escenario. Simplemente, fue algo eléctrico, hubo una buena interacción con nosotros cuando finalmente salió. La música era increíble. Jugaba con nosotros. El público la quería y gritaba”.
“30 ó 40 minutos eran suficientes para ella”
Fue algo eléctrico, sí. Pero también muy breve. Janis no estaba perceptiblemente ebria durante la actuación. Pero solo cantó siete temas (el octavo lo hizo su banda). “Creo que un montón de gente se quedaría asombrada de lo cortas que eran sus actuaciones entonces” dice Ken Zambello, profesor de historia del rock en Berklee College of Music. “Tenía una idea bastante buena de la cantidad de energía que empleaba si permanecía cierto tiempo subida al escenario. Y con el tiempo, estableció una especie de regla: 30 ó 40 minutos eran suficientes para ella”.
Empezó cantando Tell mama (versión de Etta James) y después de Mercedes Benz o Try (Just a little bit harder), terminó con Summertime. Tristemente, su conmovedora versión de la gran obra de George Gershwin, se convertiría en la última canción que Janis Joplin cantó sobre un escenario. Después de ese concierto, ya no volvió a hacer más.
Menos de dos meses después, el 4 de Octubre de 1970, una sobredosis accidental de heroína acabó con su vida y con la de una de las grandes estrellas del rock femenino de todos los tiempos.
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop