Cobrar más por usar la bici, una tendencia en media Europa
Algunos países como Francia o Alemania incluyen extras en las nóminas de los trabajadores que pedaleen cada día a la oficina. En España, organizaciones ecologistas y colectivos ciclistas piden que las autoridades tomen nota.
Hay políticas que, para alguien que viva en España, suenan extrañas. Propias de otras latitudes y de distintas formas de pensar. Casi inimaginables.
En lo que tiene que ver con la movilidad sostenible, nuestro país está muy lejos de los estándares que se manejan en algunos de nuestros vecinos europeos. No es sólo cuestión de Dinamarca u Holanda, países tradicionalmente ciclistas, sino también (y cada vez más) de otros como Alemania, Francia o Reino Unido, cuyas autoridades parecen estar tomándose muy en serio la necesidad de dar pasos valientes hacia la movilidad sostenible.
Un buen ejemplo de ello son las medidas que han venido adoptando a lo largo de los últimos años las autoridades de algunos de estos países, que han puesto en marcha complementos salariales para que los trabajadores se desplacen en bicicleta. En Francia, la Ley de Transición Energética establece el pago de 25 céntimos por cada kilómetro de pedaleo hasta un máximo de 200 euros al año. En el Reino Unido, un programa puesto en marcha hace ocho años, y al que se han sumado 34.000 empresas, permite a los trabajadores incluir la compra de bicicletas en la retribución flexible de sus nóminas cada fin de mes. Algo similar ocurre en Alemania donde, además, empresas sociales como Startup Bikuh permiten ganar un extra de dinero por pedalear.
Hay quien va más allá. En los Países Bajos, y pese a que en torno al 71% de la población utiliza la bicicleta a diario o varias veces por semana, no se duermen en los laureles: en 2019, el Ministerio de Infraestructura puso en marcha un plan para que las empresas pagaran 0,19 euros por kilómetro pedaleado a sus trabajadores, que pueden llegar a acumular un máximo de 450 euros al año.
Las plantillas en las que la gente va en bicicleta son más puntuales, más sanas y más productivas”
La pregunta surge de manera inmediata: ¿podría llegar esto a España algún día? Nuestro país, aunque con importantes diferencias entre las distintas ciudades, vive un idilio con los pedales: el pasado 2021, en España se vendieron más de un millón y medio de bicicletas en nuestro país, superando todos los récords. Además, la proliferación de las bicicletas eléctricas, cuyas ventas no paran de subir, augura un futuro brillante a la movilidad ciclista.
A pesar de todo ello, no parece probable que en nuestro país se pague por pedalear, más allá de iniciativas privadas puntuales. Pese a que documentos como la Estrategia de la Bicicleta recogen y recomiendan esta medida, desde las instituciones públicas no parecen dispuestos a recoger el guante.
Bueno para ti, bueno para todos
“Más allá de valorar si se trata o no de una buena medida, cualquier persona partidaria de la movilidad sostenible debería ser partidaria de ofrecer algún tipo de compensación a los empleados de las plantillas que decidan acudir en bicicleta al trabajo”, opina Adrián Fernández, responsable de movilidad de la organización ecologista Greenpeace. ¿El motivo? “La empresa es la principal interesada”.
“En primer lugar, lo es por una cuestión de equidad hacia los empleados”, reflexiona Adrián. “Cuando una empresa ofrece aparcamiento gratuito a algunos de ellos, una tónica bastante habitual, se está produciendo una discriminación, dado que el aparcamiento es una remuneración a las personas que van en coche a trabajar. Con ello se está fomentando una conducta que es nociva, que es perniciosa para la sociedad”, apunta.
Pero, y este punto quizá es más importante, fomentar el uso del coche es, en opinión de Adrián, “también perjudicial para la propia empresa. ¿Por qué? “En primer lugar, porque ese aparcamiento supone una enorme cantidad de superficie, más de la que tiene asignada para el desempeño de su trabajo en metros cuadrados”.
“Por otro lado, los propios costes laborales de incentivar que la gente vaya en coche a trabajar se traducen también en mayores bajas por accidentes, dado que la accidentalidad del coche es mayor que la de la bicicleta”, recuerda Adrián. “También en mayores retrasos, porque la gente que va en coche tiene más posibilidades de llegar tarde a trabajar. Por un accidente, por una avería o por un atasco. Aquellas plantillas en las que la gente va en bicicleta son más puntuales, más sanas y más productivas”.
Pero fomentar el uso de la bicicleta entre los empleados no implica únicamente pagarles más: hay muchas formas de hacerlo. “Instalar aparcamientos para bicicletas o poner duchas y taquillas para los trabajadores que vengan desde más lejos son soluciones de muy bajo coste que pueden promover el uso de la bici”, apunta Adrián.
“La ley de movilidad que está en trámite debería adaptarse para recoger la posibilidad de obtener una retribución flexible para los trabajadores que se desplacen en bicicleta”, concluye Adrián. “Hoy por hoy, las medidas que pretenden fomentar la movilidad sostenible afectan al transporte colectivo con rebajas, por ejemplo, en el abono transporte. Pero en mi opinión deberían referirse más a transporte sostenible, lo que incluría a la bicicleta y haría posible poner en marcha medidas como las que ya se están implementando en otros países de nuestro entorno”.