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La impactante historia real que se esconde tras 'As Bestas', la película de Rodrígo Sorogoyen
El filme está basado en la vida de Martin Verfodern y Margo Pool, dos holandeses que se mudaron a Santoalla do Monte (Petín) para cumplir el sueño de montar una granja ecológica
As Bestas, la nueva película de Rodrígo Sorogoyen está conquistando al público y a la crítica de nuestro país. Esta especie de western gallego con tintes de thriller dramático presenta a Atonoine y Olga, una pareja de franceses que se instalan en una aldea del interior de Galicia, cercana a Ourense, para cumplir su sueño: vivir en comunidad y del modo más ecológico posible. Sin embargo, algo se tuerce con sus vecinos y se desata el drama... Y hasta aquí la ficción. Porque en realidad, todos los que han visto As Bestas salen de la sala removidos por una historia que tiene mucho más de real de lo que algunos saben antes de entrar al cine.
El filme está basado, muy fielmente en algunas partes, en conocido como el crimen de Santoalla, un homicidio que conmocionó a Galicia a inicios de 2010 y que mantuvo en vilo a todo un valle durante casi un lustro. As Bestas refleja la muerte de Martin Verfondern, un electricista holandés nacido en Alemania que se mudó junto a su mujer, Margo Pool a la aldea gallega de Santoalla, en Petín (Ourense) en el año 1997 para montar su propia granja ecológica.
Tal y como narró la prensa nacional cuando ocurrió el homicidio de Verfondern, la pareja de holandeses fue muy bien recibida por la única familia que vivía en esta aldea a su llegada. Al inicio, todo fue idílico. Los forasteros y los locales colaboraron y la aldea parecía estar recuperando la vida que tuvo tiempo atrás, sobre todo gracias a la ida y venida de voluntarios de todo el mundo que acudían a la granja de los holandeses en busca de aprendizaje práctico sobre su método de vida.
Sin embargo, con el paso de los años la cosa se torció. Martin Verfondern y Margo Pool exigieron a sus vecinos, una familia formada por un matrimonio de avanzada edad y sus dos hijos adultos, que les dejasen beneficiarse de las tierras comunales que hasta ese momento solo explotaban ellos, y esto no gustó a Manuel Rodríguez O Gafas, su patriarca y líder absoluto.
Entonces se desató la guerra. Martín Verfondern y Manuel Rodríguez mantuvieron una disputa constante durante más de 11 años. La familia originaria de Santoalla se negaba a compartir con Verfondern y su mujer los beneficios que les daban las 355 hectáreas de monte común derivados del aprovechamiento de los pastos, de la tala de pinos o los que podrían provenir de alguna de las promesas que diferentes compañías eólicas les habían hecho por instalar molinos de viento en su territorio y que podían llegar a alcanzar los 6.000 euros por cada uno de los 25 aparatos que les aseguraron que se podrían llegar a instalar.
La pareja de extranjeros afincados en Santoalla do Monte elevó la situación a la justicia. Denunciaron que no les dejaban participar en la mancomunidad, copada solo por una única familia, y los enfrentamientos saltaron de los juzgados al campo. Verforden y Manuel Rodríguez se enfrentaron en innumerables ocasiones llegando a agredirse físicamente. En 2009 el holandés ya había sufrido heridas de diferente grado llegando incluso hasta los dedos rotos, y O Gafas se había cogido una baja de 35 días por lesiones derivadas de estas disputas.
Martín Verfordern había instalado cámaras de vigilancia en su propiedad. No salía nunca de casa sin su videocámara y había acudido en innumerables ocasiones a denunciar ante la Guardia Civil lo que él bautizó como "terrorismo rural". Además, escribió directamente a los juzgados de la comarca para avisar de lo que sucedía en Santoalla y reportó innumerables robos y amenazas de muerte por parte de Carlos Rodríguez, el hijo menor del matrimonio O Gafas que sufría discapacidad intelectual a causa, según su propia familia, de una caída desde un caballo. "Éste es también mi pueblo", afirma Verfondern, "Y yo que soy de Amnistía Internacional no me voy a marchar por un mini Sadam", aseguró a El País el propio Verforden a principios de septiembre del año 2009.
Ese mismo año Verfoden denunció ante los medios que se sentía abandonado por las fuerzas y seguridad del estado y aseguró que sabía que su muerte estaba cerca. Ya entonces el granjero señaló a Carlos como su futuro verdugo. Para él, estaba claro que un día este hombre se dejaría llevar por la ira y le pegaría un tiro con alguna de las 14 armas de fuego que este y su hermano Julio poseían y paseaban por la aldea habitualmente pese a que el menor de ellos no tenía licencia.
Martín Verfordern intentó hacerse un seguro de vida
Cuando llegaron las navidades de 2009 Martín Verforderm ya estaba totalmente convencido de que Carlos Rodríguez, motivado por el odio que su padre y su madre tenían hacia él, acabaría con su vida. Tanto que convenció a su mujer Margo para que se trasladase temporalmente a Alemania para cuidar de unos familiares enfermos y él, se decidió a sacarse un seguro de vida.
Sin embargo, cuando llegó al establecimiento de la aseguradora, su agente, que también era su amiga, le recomendó que se lo pensase dos veces, ya que a u su edad, 52 años, estas pólizas eran muy caras y exigían muchas pruebas físicas y análisis. Este aceptó darle una vuelta, y finalmente fue asesinado sin estar cubierto por ninguna aseguradora.
El asesinato de Martin Verfondern
El 19 de enero de 2010 Martin Venfordern fue asesinado de un disparo por Carlos Rodríguez cuando volvía a casa después de hacer la compra en un supermercado de O Barco de Valdeorras. Su cuerpo y su coche desparecieron del mapa y, pese a que Margot insistió en mantener activa la búsqueda, nadie los encontró hasta cuatro años después.
Ya en 2014 y prácticamente por azar, un helicóptero de vigilancia de incendios se vio obligado a hacer una maniobra poco habitual debido a una avería, vio un destello entre la densa pinada que cubría al enorme Chevrolet blanco que el holandés solía conducir.
Cuando encontraron el cuerpo de Verfondern apenas quedaban el 15% de sus huesos y fue muy difícil determinar lo sucedido, pero fue el propio Carlos Rodríguez quien, según recoge también El País, confesó a dos miembros de la Guardia Civil que había acabado con su vecino de un disparo. "Venía con el coche como un tolo... Cogí la escopeta. ¡Bum, bum! Me escondí. Y que me busquen", fueron exactamente las palabras con las que describió el crimen que ahora ha relatado Sorogoyen.
Carolina Martínez
Periodista y SEO editorial en LOS40. Propongo estrategias y escribo sobre todo lo que mande la actualidad....