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Crítica ‘John Wick 4’: La cumbre de una saga que ha peleado a muerte por un sitio en la cultura pop
Keanu Reeves vuelve a meterse en la piel del antihéroe este 24 de marzo
Los blockbusters pueden dominar la cartelera de los últimos años, aunque su alto presupuesto hace que sobrevivir sea todo un desafío para desarrollar una saga a partir de ellos. Pero, ¿qué le van a contar a John Wick sobre eso de superar adversidades?
La saga del antihéroe de Keanu Reeves se estrenó de la forma más prometedora en 2014, y casi una década después ha llegado su cuarta entrega; que no es otra cosa que la culminación total de la misma, aún sin determinar si es un cierre determinado para el arco de su personaje —se sabe que estará en el spin-off con Ana de Armas, Ballerina, pero se especula con que esté ubicada en el pasado— o el inicio de algo más grande. Pero no caigamos en spoilers.
En esta ocasión, John Wick 4 narra como el personaje está listo para encararse con la Alta Mesa, esa organización que le ha tenido al frente de una persecución continua y mundial desde hace dos entregas. Volverán viejos aliados y nuevos enemigos, y todo en un cóctel —molotov, claro— que termina por unificar una esencia que ha estado intentando potenciar en la trilogía previa.
Porque esta cuarta parte sabe muy bien cuál es su camino, a la par que deja muy claro ser consciente de que, de haber caído en la misma persecución que las últimas, hubiera estropeado el tono de la saga. Hay persecuciones, claro, y Wick volverá a ser el enemigo Nº1; pero con un pretexto ligeramente diferente.
De tiro a tiro, y Wick tira porque ya le toca
Ser un buque insignia dentro del género de acción no es nada sencillo, sobre todo en una cartelera que ha estado dominada por los súpers desde hace mucho tiempo. Wick podría haber caído hace tiempo en la monotonía, pero tiene un elemento que no tienen otros proyectos: un protagonista claro que pretende dejar su nombre en la cultura cinematográfica. Y lo ha conseguido.
Reeves no es Neo, es Wick; y lo más sorprendente es que no lo consigue con su actuación. Su personaje es comedido, vengativo y de lo más pasional, aunque eso no le define para nada: sus silencios son los que siguen llorando la pérdida de aquellos tiempos en los que su vida fue normal, pero son sus golpes los que le siguen definiendo.
Tal vez Keanu consiguió hace tiempo esa carisma que le catapulta como el personaje que es, algo que ha sido gracias a su compromiso por la saga. De hecho, ese compromiso ha sido tal que ha conseguido llegar a una audiencia cada vez más fiel, y lo suficientemente enamorada del personaje para perdonarle algunas incongruencias —como esos golpes mortales que parecen ni dañarle la epidermis— que sacarían de la película a cualquiera.
Un broche violentamente dorado
Caer en ser un meme no es nada difícil en pleno siglo XXI, y más para un antihéroe cuyas sinopsis más superficiales pueden pasar por darle la motivación de vengar a un perro. Sin embargo, el cuidado de una trama que sigue creyendo en sí misma hace que se siga captando fieles a la causa de Wick; e incluso consigue que haya más ganas de verle en pantalla.
El peso de una cuarta entrega es grande, claro, sobre todo con un imaginario tan amplio como el de todos los códigos que Wick, el Continental y la Alta Mesa construyen a lo largo de estas entregas. Eso sí, su desarrollo sigue siendo tan sencillo y frenético que no necesita de una atención concreta en la trama para seguirle la pista a Wick y sus desventuras.
Y aun así, no deja de dar escenas icónicas, muy disfrutables en la gran pantalla o incluso graciosas sin caer en la autoparodia, algo que se había explotado tímidamente en las anteriores películas. Aquí, lejos de retirarlas con miedo a caer en la pesadez, se sirven en bandeja de oro para todos esos fans que quieren seguir viendo a Wick repartiendo a sus enemigos.
Casi tres horas bastan para llevar a Wick a un ¿desenlace? o a la celebración de ser uno de los personajes de acción más reconocidos de los últimos años tan multiversales que llevamos; y pese a su extensa duración, consigue hacerse liviana. Tal vez sus responsables hayan conseguido tocar esa tecla por la cual pasan cosas todo el rato —algo que podría ser perfectamente un subgénero en sí mismo—, algo que los ojos más acostumbrados a la rapidez en pantalla agradecerán.
Al fin y al cabo, John Wick siempre ha sido acción, prisas y Keanu Reeves, y esta película lo abraza por todo lo alto sin olvidarse del resto del reparto. Todo lo relacionado con la sociedad que este Hombre del Saco explora en cuatro películas sigue expandiéndose, dejando claro que hay una historia que podríamos seguir viendo en su propio Universo Cinematográfico. Y lo veamos o no, al menos consigue que no genere desinterés.
Vuelve a apostar por nuevos personajes que exploran este pasado aún sin contar en profundidad, y que llegan a robar el foco al protagonista. No es de extrañar, pues Rina Sawayama tiene carisma de sobra para protagonizar su propia historia, a la par que Donnie Yen construye a un mercenario tan peculiar como hipnótico. Pero si hablamos de distraer la vista del espectador, hay que hablar indudablemente de su villano: Bill Skarsgård es uno de esos malos que simplemente pedía la saga, y que incluso llega a hacer que se lamente el no haber aparecido antes para haber disfrutado más de su lado inhumano.
John Wick 4 es más apta para fans que para desconocidos, pero deja claro que ha encontrado su sitio y, de regalo, deja un espectáculo violento, muy disfrutable e incluso en ocasiones cómico para todos aquellos que han estado 9 años aplaudiendo la figura de un héroe gris cuya única motivación visible es repartir mamporros. Y por qué no decirlo: es admirable.
- CRÍTICA 'JOHN WICK 4'
John Wick 4 ya está en cines.
Javier Rodrigo Saavedra
Cine y música. Música y cine. Y más, claro. Me encontrarás en todo tipo de saraos cubriendo todo, desde...