Especial
Bizarrap enciende Argentina: “Ché Biza, ¿nos invitás a un asado en tu casa?”
Es el primer show de Biza y nadie se lo quiere perder. Ha salido de su habitación y nos invita al salón.
Jóvenes, algunos más que eso con padres que tienen “onda”, caminan a paso ágil hacia una bombonera de andamios de metal que apenas deja entrever qué hay al otro lado. Estamos en Palermo, en las inmediaciones del Hipódromo de de Buenos Aires. Es el primer show de Biza y nadie se lo quiere perder. Ha salido de su habitación y nos invita al salón. Cruzamos los controles de seguridad y la inmensa puerta adornada con su genuina gorra. Las primeras palabras que le vienen a uno a la cabeza son “¡pero qué barbaridad es esta!”. Las luces permanecen apagadas pero contemplas con estupefacción que nunca habías visto tantas pantallas juntas. Me susurran que se han instalado cerca de 2000 metros cuadrados de pantallas. Una absoluta desmesura. “¿Y esto cuando se encienda?”.
Es el primer show de Biza y nadie se lo quiere perder. Ha salido de su habitación y nos invita al salón.
Siento que no puedo esperar. Las 20.000 personas que tuvieron suerte de pillar una entrada están expectantes y perciben que el show es más de lo que esperaban. Van a disfrutar de algo más que la experiencia tradicional que se espera de un show en vivo. Y efectivamente, no va a ser el primer show de Biza, es “el puto primer show de Biza y es en la Argentina”. Se apresuran a tomar sitio en una inmensa plaza rodeada de pantallas led gigantes que promete un escándalo audiovisual único.
Ante tal exceso uno reflexiona sobre la realidad de Bizarrap. ¿Qué podemos esperar de un productor musical sobre un escenario? ¿De un artista que crea con y para los demás? ¿De un tipo que se muestra de espaldas por generosidad a los invitados a su estudio? Por fin despejamos algunas incógnitas. Desde luego el show es para su gente. Es un acto de generosidad para su país, para sus seguidores.
“Pasen al salón, ya encendí la parrilla y empezamos con el asado”. Arranca el show, se enciende una tenue luz azulada entre una bruma espesa que envuelve la pista. Una ráfaga de sonido gira aceleradamente por toda la periferia del circulo que conforma el recinto. El desempeño en equipos de sonido abruma. Pisa el acelerador y explota. Aparece Biza y tras de él una enorme robot que arranca a bailar. A partir de entonces, todo es un derroche audiovisual de generosidad a su público. De puro show a la altura de un productor que se reivindica como artista.
La producción en este espectáculo es impecable, cuidada y exuberante. No se podía esperar menos del exponente argentino de la generación que ha recuperado las Malvinas de la música, que ha desbancado a la intocable industria anglosajona en los rankings de las plataformas de música y que recibe su bautismo con un Live Tour “del Biza” con sobresaliente en grandiosidad y sobresaliente en la obvia generosidad que disciplina a un productor musical de nivel mundial.