Especial
El mayor concierto de Rosalía
La cantante cierra su gira en América ante 170.000 personas
El pasado 10 de abril, la alcaldesa de la Ciudad de México anunció que Rosalía daría un concierto gratuito en el Zócalo, la segunda plaza más grande del mundo. “Se hizo súper viral, en todos lados estaba” aseguraba Ana, que había pasado la noche en la plaza.
Solo los primeros 35.000 asistentes tendrían acceso a la plaza en la que han tocado artistas como Paul McCartney, Silvio Rodríguez, o Shakira. Como se esperaban más de 250.000 personas, el resto disfrutarían del concierto desde los alrededores, gracias a la instalación de 18 pantallas gigantes. La fiesta estaba servida.
Encontré, entre mis amigos, dos posiciones opuestas: Rosalía sí o Rosalía no. A favor, asistir al concierto más grande de la artista hasta la fecha... ¡y gratuito!. En contra, la multitud, el agobio y la seguridad. A pesar de las advertencias del tipo “va a ser imposible llegar”, “ándate con ojo con tu móvil”, o “cuando vino Grupo Firme no pude ni ir al baño y fue lo peor”, los más fans prometimos no echarnos atrás, y sellamos nuestro compromiso como mejor sabemos: haciendo un grupo de WhatsApp.
Aunque, como Ana, hubo quien acampó para asegurarse un buen lugar, cuando llegaron Carlos y Sabela la plaza estaba tranquila. Aseguraron espacio para los demás y mandaron indicaciones. Nos perdimos todos, claro, pero a las seis de la tarde, aposentados a un lado de la torre de sonido (donde mejor se escucha), cerveza en mano, comentamos que podría ser muchísimo peor. La agente de policía J. Bermeo lo confirmó: “Lo esperado eran más de 32.000 personas para que se llenara completamente la plancha del Zócalo Capitalino, pero el aforo que se estima ahora mismo es de 17.000 personas. El evento pasado, de Grupo Firme, fue algo abismal a comparación a lo de ahorita”.
Poco a poco, la gente fue acomodándose frente al escenario. Salvo por algún espabilado con taburete –“¡que lo baaajén, que lo baaajén!”– o los vendedores itinerantes, allá donde miraras solo veías grupos de personas que se convertían en siluetas, que se convertían en puntitos hasta perderse al fondo de las avenidas que dan a la plaza. Decenas de miles de personas y, sin embargo, gracias al arrullo de los coros, cánticos y explosiones de entusiasmo del público, la espera fue breve y familiar. “¡Los teloneros somos nosotros!”, gritó alguien.
¡Qué empiece el show!
A las 20:00 todo el mundo estaba en pie. “Verla aquí, con tanta gente de todos lados, que no tengas ningún limitante para estar... es increíble”, comentaba una chica. “Lo que más me gusta es que combina el estilo español con el actual”, decía su acompañante, cuando una potente luz blanca nos deslumbró a todos. Móviles al cielo.
El primer sonido, el rugido de una moto, desapareció bajo el bramido del público, evidenciando, tal y como agradeció Rosalía después el apoyo ofrecido desde el principio por el pueblo mexicano. Entregado, cantó de la primera a la última canción, tanto nuevas como antiguas. A pesar de ser un chingo de gente, fueron cómplices de la emoción de la artista al versionar La llorona, momento en el que los gritos y vítores dieron paso al silencio, en un momento casi íntimo. Asomaron lagrimillas y rularon botellas de plástico, unas con agua y otras con mezcal.
Rosalía desplegó su arte, poderío y registro durante poco más de una hora. Rodeada del talento de los bailarines y las bailarinas que le acompañan, cuidó de la cámara a través de la cual disfrutaban del concierto todas las personas que lo seguían desde otros puntos del centro histórico. Asombrados por su capacidad técnica y física para simultanear cante y baile, no nos extraña nada que, unas horas antes, un usuario de TikTok subiera un vídeo de la cantante haciendo ejercicio en un gimnasio de la ciudad.
Tras una veintena de canciones, algunas fragmentadas, la salida de la cantante fue algo abrupta. No se despidió, generando cierta confusión entre los asistentes. A algunos se les hizo corto: “No, no, está cambiándose de ropa, vuelve seguro”, afirmaba Gonzalo. “Yo creo que ya terminó, si además fue gratis... ¿qué esperabas?”, le respondió Lucía. Estaba en lo cierto.
Una docena de tacos al pastor más tarde, Gonzalo matiza: “Sí, sí, sin duda ha sido un gran concierto. Y la duración... pues para ser gratis estuvo muy bien, ¿no? Nunca lo olvidaré”. A juzgar por las palabras de la cantante en sus redes sociales tras el concierto, ella tampoco.