Especial
Freddie Mercury, un “ofensivo” y polémico sello de 19 peniques
Durante su infancia en Zanzíbar, Mercury fue un entusiasta coleccionista de sellos
En plena actuación. Exhibiendo su extraordinaria y teatral presencia escénica. Así quedó inmortalizado Freddie Mercury en un sello de correos de 19 peniques. Detrás, Roger Taylor toca la batería. Lo que era una merecida distinción póstuma de la Royal Mail, que contó con el beneplácito de la propia reina de Inglaterra, no estuvo exenta de reproches. Hay quien objetó que era un gesto "vulgar" honrar a una estrella cuyo "degenerado estilo de vida le causó la muerte". Otros criticaron que no se hubieran cumplido las normas porque el baterista no tenía que estar ahí.
Freddie convertido en sello
El 24 de Mayo de 1999, Freddie Mercury recibió una distinción póstuma muy especial cuando la Royal Mail - la empresa de servicio postal de Reino Unido – le convirtió en un sello de 19 peniques. La notable estampilla que conmemoraba la vida del líder de Queen, formaba parte de una serie conmemorativa del milenio, que reconocía a los británicos más famosos de los últimos 1000 años, entre ellos, estaba también Charles Chaplin, ‘Charlot’ (el suyo era de 64 peniques).
El sello inmortaliza al carismático Freddie, torso desnudo y pantalón rojo, en uno de sus peculiares movimientos sobre el escenario. Al fondo, se ve a Roger Taylor tocando la batería.
“Vulgar”
Y entonces, contra todo pronóstico, cuando el sello solo llevaba en circulación menos de una semana, Mercury fue de nuevo foco controversia. Según publicó la agencia de noticias Associated Press, “había en el país gente que tenía objeciones a que se emitiera cualquier sello honrando la figura de un bisexual que murió de SIDA”. Y transcribía un fragmento escrito por el columnista Simon Heffer para el tabloide Daily Mail:
“La reina a la que preferiríamos ver en nuestros sellos postales no está desnuda hasta la cintura ni lleva un pantalón rociado de spray rojo”. El periodista tachaba el gesto de la Royal Mail, de conmemoración “vulgar” de una estrella “cuyo degenerado estilo de vida le causó la muerte por SIDA, lamentablemente, a una temprana edad”. Y Mr. Hefter - también comentarista político con posturas socialmente conservadoras - se quedó tan ancho.
Un honor reservado solo a la realeza
Pero aun se produjo otra polémica más. Y esta vez, no fue Freddie sino de Roger Taylor quien originó un debate de carácter ‘legal’. El batería, que aparece en un diminuto segundo plano del sello, baquetas en mano e iluminado por los focos, no tendría que haber estado allí.
En esa época, las directrices de la Real Casa de Correos estipulaban que las únicas personas vivas a las que se permitía aparecer en los sellos solo podían ser miembros de la Familia Real Británica. Y Roger Taylor no tenía ningún parentesco con los Windsor y estaba vivo.
Aunque incumplía las reglas de la Royal Mail, fue la Royal Mail la que emitió un comunicado defendiendo el sello. Admitió que era una infracción poco común, pero llamó al sentido común para que éste prevaleciera por encima del retrato del tamaño de la cabeza de un alfiler. Igualmente, la organización manifestó que se sentía orgullosa de tener a Mercury en sus estampillas y añadió: “Cada sello recibe la aprobación de la reina, incluido este, para el que también han dado su consentimiento tanto la familia de Freddie Mercury como Mr. Taylor”.
Un hobby desconocido
Tristemente, el sello de Freddie empezó a circular por Gran Bretaña ocho años después de su muerte. Como coleccionista de sellos, le habría entusiasmado incluirlo en su álbum. Era un hobby que pocos conocían. Durante su infancia en Zanzíbar, su padre (que trabajaba para la Oficina Colonial Británica), le transmitió la afición por la filatelia. Y estuvo recopilando sellos entre los 9 y los 12 años en un álbum de 54 páginas que son también un reflejo de la infancia del cantante. Muchos son de territorios británicos de la Commonwealth y algunos de la Europa del este.
Uno de los aspectos más interesantes de la colección es la manera en la que los sellos están dispuestos y los inusuales diseños de cada página. El pequeño Freddie los ordenaba según el color, el tamaño, o formaba letras del alfabeto (recordemos que estudió diseño gráfico cuando su familia se trasladó a Inglaterra). En 1993, Bomi Bulsara (su padre) decidió subastar el álbum y el dinero se destinó a la ‘Mercury Phoenix Trust’, organización benéfica contra el SIDA. Lo compró el Museo Postal Nacional y desde entonces ha recorrido diferentes partes del mundo en un tour itinerante.
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop