¿Puede un gusano ser parte de la solución contra el plástico?
Un proyecto en el que participa la Universidad Miguel Hernández de Elche estudia el papel de estos animales y otros insectos como las moscas a la hora de acabar con los residuos plásticos.
En 1907, el químico norteamericano Leo Baekeland inventó la baquelita, un tipo de resina que, a la postre, se convertiría en la primera sustancia plástica totalmente sintética. Un material sorprendente y con aplicaciones casi infinitas, pues se podía moldear con calor y, una vez frío, quedar convertido en un material termoestable, resistente y aislante. Acababa de nacer el plástico.
Más de un siglo después, resulta difícil imaginar cómo reaccionaría el propio Baekeland ante los usos que ha tenido su prodigioso invento: el plástico está por todas partes. Tanto, que se ha convertido en un problema mayúsculo para el medio ambiente. Cada español genera al año más de 30 kilos de residuos plásticos de un solo uso, y los mares y océanos están altamente contaminados por esta causa. Especialmente grave es el caso de la llamada isla de plástico: la inmensa masa de basura que flota en el Océano Pacífico con una extensión de unos 1.6 millones de Km2, tres veces el tamaño de Francia.
Estos animales son capaces de triturar el plástico y degradar los polímeros conforme pasan por su sistema digestivo
La comunidad científica lleva años intentando dar con alguna respuesta a este reto. Y entre las soluciones más singulares, en la que trabaja un grupo de científicos bajo el paraguas del llamado proyecto Recover, en el que también participa la universidad Miguel Hernández de Elche. La dinámica es sencilla: volver a la naturaleza. En concreto, a unos pequeños animales que pueden ser de gran ayuda para reducir el plástico: los gusanos. Y es que algunas especies de estos animales, como el gusano de la harina, así como diferentes tipos de moscas, son capaces de triturar el plástico y degradar los polímeros conforme pasan por su sistema digestivo.
Superlombrices
Pero el proyecto Recover también tiene un componente tecnológico clave. Las capacidades de las distintas especies animales de digerir y procesar estos componentes tóxicos son potenciadas inoculándoles microorganismos capaces de desempeñar esa tarea. Con ello se consigue que estos pequeños animales se encuentren más cómodos en entornos hostiles y que aumente su capacidad de degradar el plástico.
En el último estudio de los responsables de Recover, publicado en la revista Science Direct, los científicos han explicado los avances del proyecto. En un primer estadio, el objetivo pasa por soltar a algunos de estos animales en zonas agrarias altamente contaminadas, de cara a conseguir que limpien el terreno y contribuyan a la fertilidad del suelo gracias a su capacidad para convertir los productos derivados del petróleo en un material beneficioso para el medio ambiente.
En principio, Recover concluye en el verano de 2024, pero los responsables han anunciado su intención de prorrogar el plan hasta 2025, para así poder seguir avanzando y mejorando los resultados de su trabajo.