Estos son los primeros bosques laboratorio de España
Galicia, País Vasco y Castilla y León serán las primeras comunidades autónomas con este tipo de proyectos. Te explicamos en qué consisten.

Los bosques laboratorio son clave para entender mejor estos ecosistemas. / Xuanyu Han
Los bosques son organismos fascinantes. Proporcionan refugio, alimento y espacio de reproducción para miles de especies animales y vegetales. Sirven de escenario para las relaciones entre depredadores, presas, polinizadores o dispersores de semillas. Regulan el ciclo del agua, mantienen la fertilidad del suelo y capturan carbono, lo que ayuda a frenar el cambio climático. En otras palabras: sin ellos no se puede entender la biodiversidad.
Es por ello que entender su complejidad ha sido, desde siempre, un objetivo de la comunidad científica. Para conseguirlo existen los llamados bosques laboratorio: áreas naturales o seminaturales que se utilizan para la investigación científica, la educación ambiental y la conservación ecológica. Se les llama así porque funcionan como laboratorios al aire libre, donde los científicos pueden estudiar en tiempo real y en condiciones naturales todos los procesos que tienen lugar en ellos. Hay mucho que entender. Por ejemplo, cómo la deforestación afecta la calidad del suelo, cómo varía la capacidad de los árboles para absorber CO2 o de qué forma ciertas especies se adaptan a nuevas condiciones climáticas.
Desde ahora, España cuenta con sus primeros bosques laboratorio. De la mano del proyecto Planforlab, Galicia, País Vasco y Castilla y León serán las primeras en contar con este tipo de zonas. En concreto, se pondrán en marcha en Ponteareas, en Pontevedra (Galicia); Albiztur, Gipuzkoa (País Vasco), y el Bierzo, en León (Castilla y León). El objetivo: salvar los pinares de plagas y protegerlos de las consecuencias del cambio climático.
Cada bosque laboratorio ocupará unas 30 hectáreas, en las que se realizarán diversos ensayos y se analizarán las condiciones del terreno y la presencia de plagas. Posteriormente, se trabajará para regenerar los bosques plantando nuevos ejemplares de Pinus pinaster, Pinus radiata y Pinus silvestris, procedentes de ensayos de mejora genética que elevan su adaptación a la sequía y al cambio climático. El objetivo es plantar, al menos, unos 2.000 ejemplares jóvenes en cada parcela.
Entre las principales amenazas de los pinares de estas zonas destacan dos: la banda marrón y el nematodo. La primera es una enfermedad fúngica que afecta gravemente al crecimiento de estos árboles, dado que provoca la caída de las acículas, las hojas alargadas, finas y puntiagudas que caracterizan a las coníferas, como los pinos, abetos y cedros. El segundo es un gusano parasitario que provoca un importante deterioro en los ejemplares afectados. Originario de Norteamérica, se detectó por primera vez en territorio europeo en Portugal en 1999, pasando después a España.
De Francia a Bielorrusia
Europa cuenta con importantes bosques laboratorio, gracias a los cuales hemos conseguido entender un poco mejor las necesidades de estos ecosistemas. Uno de los más importantes es el bosque de Hainich (Alemania), que forma parte del Parque Nacional del mismo nombre. Cuenta con torres de monitoreo de carbono, parcelas permanentes para el trabajo de los científicos y tecnología de punta para estudiar árboles, hongos y animales. Igualmente destacado es el Bosque Experimental de Fontainebleau (Francia), muy cerca de París, uno de los bosques más antiguos en uso científico, ya que se empezó desde el siglo XIX).
Mención especial merece el bosque de Białowieża, cuyo territorio comprende zonas de Polonia y Bielorrusia. Se trata de uno de los últimos y más grandes bosques primarios de Europa, y ha sido declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO. Aunque no fue creado como bosque laboratorio, hoy es uno de los lugares más estudiados del continente en términos de ecología, biodiversidad y dinámica de bosques antiguos, y sigue siendo el hogar del bisonte europeo, así como de especies únicas.