El público inglés recibió a Guns N' Roses, bajo una lluvia… de vasos de plástico y escupitajos
Según Slash: “Fuimos una las últimas bandas de rock que tocamos y triunfamos en ese club”
Era la primera vez que Guns N’Roses salía de Los Ángeles. Debutaba, nada menos, que en el celebérrimo Club Marquee de Londres. Les entusiasmaba tocar en el mismo escenario que habían pisado todos los más grandes de la época. Pero lo que no se esperaban es que les recibieran con una lluvia de vasos… y escupitajos. Aun así, ese 19 de Junio de 1987, la banda de Axl Rose superó con nota la prueba inglesa.
“¿Piensas realmente que podemos hacer esto?”
El éxito mundial de Guns N’ Roses arrancó, no solo en Los Ángeles, también lo hizo durante las tres semanas caóticas que la banda pasó en Londres, en el mes de Junio de 1987. Llegaron, se emborracharon, se pelearon… y triunfaron. Era el primer periplo de los californianos fuera de su país. Nunca antes habían cruzado el charco. Cuando volaron a Reino Unido, ni siquiera había salido todavía su álbum debut, Appetite for destruction, cuyas canciones iban a tocar en directo. La aventura, aunque les entusiasmaba, provocaba en el grupo cierta inquietud. Su manager, Alan Niven, recordaba en Loudersound: “Todos teníamos dudas. Axl preguntaba ‘¿piensas realmente que podemos hacer esto?’. Pero nunca llegarás a ningún sitio si permites que las dudas frustren tus acciones”.
Firmaron tres conciertos, los días 19, 22 y 28 de Junio, en el famoso Marquee, en el barrio del Soho.
Un líder “asesino de perros”
Dada su reputación de “chicos malos”, ya antes de llegar el ambiente estaba caldeado. Algunos tabloides británicos se habían encargado de difundir la alarma. Afirmaban que, desde los gloriosos días de los Sex Pistols, no se había visto en el país una banda con semejante influencia 'corruptora' sobre la juventud. El Daily Star alertó a sus lectores diciendo que estos “rockeros alcohólicos enloquecidos” tenían a un “asesino de perros” como líder. Axl Rose había manifestado su aversión por los caniches diciendo: “Todo lo que les rodea hace que quiera asesinarlos”.
El Star publicaba: “Los otros miembros son tan despreciables como su chiflado líder. El guitarrista Slash y el bajista Duff McKagan han pasado DOS AÑOS borrachos. Según Slash: ‘Cuando nos levantamos por la tarde no podemos tocar porque nuestras manos tiemblan como molinos de viento’”. Además, pocas semanas antes de su llegada a Heathrow, Axl se vio involucrado en una “batalla cruenta” con la policía de Los Ángeles, que él mismo relató en Classic Rock: “Fui golpeado por un policía en la cabeza y perdí el conocimiento. Dos días después me desperté en un hospital con electrodos sobre mí”. El incidente se convirtió en noticia en Reino Unido.
“Todos querían empaparse de Londres”
Ya en el avión que les llevaba a Londres, Slash (que regresaba a su país natal, en el que había vivido hasta los cinco años) estaba tan ebrio que dejó caer un cigarrillo encendido en su asiento y casi provoca un incendio. Afortunadamente, no pasó nada. El grupo estaba dispuesto a disfrutar de tres semanas inolvidables en la capital inglesa. “Iban a tocar en el Marquee, donde todos los grandes, desde los Stones a AC/DC, habían tocado. Era una pasada para todos. Todos querían empaparse de Londres”, contaba el manager en Loudersound sobre su llegada a la capital.
Habían alquilado dos apartamentos contiguos en Allen Street, en Kensington. Uno lo compartirían Axl, Izzy Stradlin (guitarrista rítmico) y Alan Niven (manager); en el otro estarían Slash, Duff McKagan (bajista) y Steven Adler (batería). Para ellos fue un shock cultural: la cerveza caliente, los policías amables que no llevaban armas, los extraños nombres que ponían a sus postres… o la forma ‘divertida’ en la que los tabloides escribían sobre ellos. Era el país de muchas de sus bandas favoritas: Led Zeppelin, Queen, Sex Pistols. Pero, más que ninguna otra cosa querían hacerse un nombre fuera de Los Ángeles.
Lluvia de vasos y escupitajos
El 19 de Junio de 1987 Guns N’ Roses se unía a la lista de distinguidos artistas que se curtían internacionalmente en el histórico Club Marquee. Los seguidores de la emergente banda desembolsaron por su entrada 4 libras. Pero la banda se encontró con una atmósfera hostil. “Es bueno estar, finalmente, en la jodida Inglaterra”, Dijo Axl cuando el grupo salió al escenario. Tan pronto como arrancaron la primera canción, Reckless life, desde el apiñado público, salió una lluvia de vasos de cerveza de plástico en dirección al escenario. Y, peor todavía, había algunas personas cercanas a la tarima que escupía a la banda. Se podía ver dónde aterrizaban los escupitajos, en el pelo de Izzy y Axl, y cómo goteaban.
Cuando la banda empezó el segundo tema, Out ta get me, las botellas y los salivazos siguieron llegando. Al terminar la canción, Axl gritó: “¡Hey!. Si vais a seguir tirando cosas, nos vamos a marchar. ¿Qué os parece?”. Otro vaso salió disparado y resonó en los platillos de Adler. Rose dijo, “¡Hey!. Que te jodan, coño!”. Según Niven, Duff y Axl estaban dispuestos a saltar hacia la gente. Pero después de la tercera canción, Anything goes, no tiraron más cosas, ni hubo más secreción salivar. Esa noche, la banda tocó ocho de las 12 canciones de Appetite For Destruction. Y, por primera vez, interpretaron en directo la versión de Bob Dylan, Knockin’ on heaven’s door.
Niven recordaba: “Había avisado a la banda sobre el público británico. Desde los días de Johnny Rotten, habían desarrollado una actitud beligerante, así que estaban preparados para los escupitajos y lo demás”. Al final, salieron victoriosos. “Guns N’Roses ha superado la prueba”, escribió Classic Rock.
Sin embargo, en su crónica del concierto, un periodista de Sounds, Andy Hurt, escribió que Axl sonaba como “el chillido de un hámster cuando sus pelotas quedan atrapadas por una puerta”. Así que el cantante, visiblemente enfadado, se personó en las oficinas del periódico semanal dispuesto a darle un puñetazo. Pantalón de cuero, camiseta rasgada, botas de cowboy y un cigarrillo en la mano. Tras él iba los otros cuatro miembros de la banda. Slash con una botella de Jack Daniel’s en la mano. “¿Andy Hurt?, rugió. “¡Estará jodido si le encuentro!”. Pero el periodista no estaba y Axl se contentó con dejarle una nota de advertencia a otro miembro del equipo.
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Prueba de fuego superada
Un par de días después de la actuación, Axl se refirió al concierto como su prueba de fuego. “Mierda, hacía calor allí. Realmente era difícil respirar. Cuando empezamos fue como, ¡tío, estamos en el infierno!. El público estaba tan enloquecido, tenía tanta energía. Nos tiraron alguna mierda al principio, pero después se calmó”. Por su parte, en una entrevista en Sunday Times de 2014, Slash recordaba que esos shows, “fueron, simplemente, impresionantes. Fue magnífico formar parte de esa historia. Fuimos una las últimas bandas de rock que tocamos y triunfamos en ese club. Nunca lo olvidaré”.
Appetite For Destruction se publicó el 21 de Julio de 1987. El perfil de la banda era todavía tan bajo en Estados Unidos, que ni siquiera tuvo una reseña en la revista Rolling Stone. Pero en UK, en Sounds y Kerrang!, fue considerado un auténtico clásico.
Esos shows en el Marquee, marcaron la última vez que se vio a la banda en un recinto de ese tamaño en Reino Unido. Se marcharon de Londres victoriosos. Y cuando regresaron, cuatro meses después, tocaron en el Hammersmith Odeon. Entonces, ya se les consideraba una de las bandas de rock and roll más grandes del mundo.
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop