Íñigo Onieva le dedica unas palabras a aquellos que pensaban que su boda con Tamara Falcó estaba gafada

Apenas ha pasado una semana y media desde que Íñigo Onieva y Tamara Falcó celebraron su boda en la finca El Rincón rodeado de un total de 400 invitados entre familiares y amigos. Después de muchos meses de espera, de superar las idas y venidas de los últimos tiempos y de un día que se había vuelto de lo más mediático, la pareja se daba el 'sí, quiero'.

Un día que, a pesar de la gran expectación generada, disfrutaron con total secretismo debido a la exclusiva que le habían vendido a la revista ¡HOLA!. Fue ahí donde pudimos ver los dos vestidos de la novia que Falcó había elegido para su ceremonia y su posterior fiesta después de que 'Sophie et Voilà' rompiesen el contrato que tenían con ella.

En esta segunda entrega de la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva, el magazine se ha centrado en la posterior fiesta al 'sí, quiero' y en las primeras palabras de el novio, pues según él, no da entrevistas en la calle.

No se olvida de nadie

Además de hacer un repaso en su historia de amor y en cómo vivió ese día, el nuevo marqués de Griñón, a pesar de que considere que es un título que no se hereda, sino se construye poco a poco, se ha acordado de todas esas personas que han considerado en los últimos meses que su boda estaba gafada

"La gente necesita dar titulares y sacan cualquier tipo de incidencia. algunas fueron reales, otras falsas. Pero cualquier boda tiene sus contratiempos", decía, afirmando que este es el pan de cada día en cualquiera que vaya a pasar por el altar. No obstante, considera que en su boda concretamente "todo se ha magnificado".

El empresario, consciente de que estos últimos meses su nombre ha dado muchas vueltas y que cualquier paso que ha dado se ha analizado con lupa después de su infidelidad a la diseñadora, ha hablado sobre el proceso de reconquistarla: "Nadie en mi entorno tenía ninguna esperanza y yo tenía pocas, pero no iba a dejar de intentarlo, dado que no quería perderla", manifestaba, reconociendo que la única receta mágica para el perdón de Tamara fue ser "honesto".