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“Por favor, dejad de abrazar a las secuoyas”
Las autoridades de Cabezón de la Sal, en Cantabria, alertan del imparable número de turistas que visitan el bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal con prácticas poco respetuosas.
Cabezón de la Sal es uno de esos municipios cántabros rebosantes de encanto, gracias a un casco histórico primorosamente cuidado y un privilegiado entorno natural. Y entre los principales atractivos de éste, las imponentes secuoyas del Monte Cabezón: árboles de gran tamaño que se han convertido en uno de los principales puntos de atracción turística: cada año lo visitan más de 200.000 personas.
Y ese es precisamente el problema: los turistas. Porque aunque muchos visitan el bosque y disfrutan del lugar con respeto, hay quien no ha entendido que la mejor manera de abandonar la naturaleza es dejarla exactamente como la encontraste al llegar, sin alterar en modo alguno el ecosistema para no afectar negativamente a las especies vegetales y animales que viven en él.
Entre la moda más extendida, abrazar el tronco de los árboles. Y lo que es peor: llevarse a casa trozos de la corteza. Ambas prácticas están provocando un serio deterioro que ha llevado al Ayuntamiento de la localidad a lanzar una petición desesperada de “respeto” y “sentido común” a los visitantes. Así lo ha expresado el alcalde de la localidad, Oscar López.
Las secuoyas del Monte Cabezón tienen una media de 37 metros de altura, aunque con los años pueden llegar a superar los 100
El bosque tiene una extensión de unas 2,5 hectáreas, y cuenta con un total de 848 secuoyas. Fueron plantadas en 1940, y conforman la agrupación de este tipo de árboles más importante de Europa, dado que la especie no es autóctona del viejo continente. Las secuoyas del Monte Cabezón tienen una media de 37 metros de altura, aunque con los años pueden llegar a superar los 100. Son, además, árboles enormemente longevos, con ejemplares que pueden durar hasta 3.000 años.
Baños de bosque… con sentido común
Son todas esas características las que atraen a los visitantes. Influidos por tradiciones japonesas como el 'shinrin yoku' o 'baño de bosque', que podría traducirse como “absorber la atmósfera del bosque”, hay quien entiende que para captar todos los beneficios del entorno lo mejor es tocar las plantas y abrazar los árboles, de cara a captar su energía. Para algunos, esta práctica ayuda a mejorar la concentración, reduce los niveles de estrés y de ansiedad, aporta paz y calma. Del mismo modo, algunos creen que descalzarse y caminar con los pies desnudos por la naturaleza aporta toda una serie de beneficios energéticos.
Más allá de las creencias de cada cual, no hay duda de que pasear por el bosque resulta enormemente placentero, e incluso que nos ayuda a conectar con nosotros mismos. Pero del mismo modo, es importante tomar conciencia de la importancia de cuidar nuestros entornos naturales y proteger la biodiversidad.