Especial
¿Cómo puede ayudar la IA al medio ambiente?
Los sistemas de inteligencia artificial cuentan con infinidad de posibles aplicaciones que pueden resultar muy útiles para proteger el planeta y luchar contra el cambio climático.
Existe unanimidad por parte de los expertos: la inteligencia artificial está llamada a cambiar nuestra vida de forma radical. Revolucionaria. Hay quien sostiene, incluso, que esta nueva tecnología trae consigo un nuevo paradigma global, comparable a lo que en su día significó la invención de la imprenta o la generalización de Internet. Tras la llegada de la IA, ya nada volverá a ser lo mismo.
Más allá de las aplicaciones que pueda tener en nuestro día a día, y de los retos que puede suponer en materia social y laboral, los campos en los que la IA va a jugar un papel protagonista son muchos y muy variados. Y entre ellos, está también la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. ¿Puede la IA hacer del mundo un lugar mejor? La respuesta es sí.
Datos, datos y más datos
De entrada, la Inteligencia artificial destaca por su capacidad para recopilar e interpretar grandes conjuntos de datos. Cuando esos datos tienen que ver con las emisiones y su impacto climático, sus conclusiones pueden ser esenciales para ayudar a los gobiernos a adoptar un enfoque más informado y basado en hechos contrastados. También para predecir escenarios futuros, en lo que se conoce como modelación climática: gracias a ella, se proyectan las condiciones que experimentará el clima en los próximos años y décadas de manera confiable.
En materia energética, la IA ya está llevando a cabo una importante labor en materia de gestión de fuentes como la eólica o la solar, de cara a optimizar la generación y distribución de renovables y reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Los algoritmos son capaces de predecir patrones climáticos con una gran precisión y ajustar la producción en consecuencia, reduciendo el desperdicio y facilitando la transición hacia un modelo basado en energías limpias.
Del mismo modo, la IA ya se está utilizando en los distintos protocolos de lucha contra la contaminación que existen en muchas de las grandes ciudades del mundo. Los llamados mapas de susceptibilidad elaborados por la IA ayudan a los ayuntamientos a tomar decisiones con el objetivo de mejorar la salud pública. Asimismo, los sistemas basados en inteligencia artificial pueden ser de gran ayuda a la hora de mejorar la planificación urbana, la movilidad o la gestión de residuos, haciendo que las ciudades sean más sostenibles y habitables.
Mejorar la biodiversidad
La IA también resulta enormemente útil cuando se trata de conservar la biodiversidad. De nuevo, su capacidad para analizar datos resulta clave a la hora de analizar fenómenos como las migraciones de los animales o los cambios en el hábitat, de cara a entender cómo afectan a las distintas especies, tanto animales como vegetales, fenómenos provocados por el hombre como la deforestación, el cambio climático o la construcción de infraestructuras.
En la industria de la moda, la IA puede ayudar a optimizar las cadenas de suministro para reducir los residuos
En materia de consumo, los nuevos sistemas basados en Inteligencia Artificial también pueden contribuir de forma decisiva a racionalizar la producción de bienes. En la industria de la moda, considerada por la ONU la segunda más contaminante del planeta, su aplicación puede ayudar a optimizar las cadenas de suministro para reducir los residuos, controlar el consumo de recursos y promover procesos de fabricación sostenibles.
Algo similar sucede con otro gigante: la industria alimentaria. Según apunta la FAO, la IA puede ayudar a optimizar las prácticas de la agricultura, reducir los residuos y minimizar el impacto medioambiental de la producción de alimentos, especialmente cuando se producen fenómenos meteorológicos extremos, escasez de agua y degradación de la tierra.
Los expertos creen que la IA la IA podría reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en un 4% en 2030
Todas esas posibles aplicaciones de la IA ya fueron plasmadas en el informe ‘How AI can enable a sustainable future’, elaborado en 2019 por Microsoft y PWC UK. En él se predijo que la IA estaría en condiciones de reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en un 4% en 2030, equivalente a la suma de las emisiones anuales en ese año de Australia, Canadá y Japón. Además, el informe puso sobre la mesa los beneficios económicos de esta revolución: el uso de la IA para aplicaciones ambientales podría contribuir con una cifra de hasta 5,2 trillones (americanos) de dólares a la economía mundial en 2030, lo que representa un aumento del 4,4% en relación con la situación actual. Al mismo tiempo, la IA podría crear 38,2 millones de nuevos puestos de trabajo en todo el mundo.
Casi cinco años después de aquel informe, la velocidad a la que se desarrolla esta tecnología hace pensar que ese impacto podría ser, si cabe, aún mayor. Lo importante es que, además de suponer una oportunidad de negocio, la IA traiga consigo también una nueva manera de hacer las cosas un poco mejor que hasta ahora.