Crítica: Sí, 'Chicas Malas' en musical es necesaria... Y una absoluta fantasía
La nueva versión de la película de 2003 es un SÍ a todo
Que 20 años no es nada, dice el tango de Gardiel. Y es verdad: desde 2003 han pasado muchas cosas —quizá demasiadas— pero no tantas como para olvidar una joya audiovisual como Chicas Malas. La epopeya trágica del macarrismo adolescente de Lindsay Lohan y Rachel McAdams consiguió casi de inmediato su lugar de culto dentro de la historia del cine, pero este 12 de enero se estrena una nueva versión de la película. ¿Era necesaria? Absolutamente sí.
Tina Fey siempre ha persistido a la hora de sacarle jugo a la historia, y no es de extrañar. Ella vio todo un filón en el musical, que ya fue multinominado a los premios Tony, y decidió que tenía que tener su hueco en el cine. Algo arriesgado, teniendo en cuenta que el fanatismo por la película llega hasta el punto de que cada 3 de octubre se sigue recordando una de las frases de la película. Pero da igual que no sea miércoles cuando leas esto: vístete de rosa, y prepárate para el viaje.
La máxima de esta cinta, en palabras de su propio coreógrafo —Kyle Hanagami, quien ha coreografiado a Jennifer López, Britney Spears o Ariana Grande, e incluso el SloMo de Chanel que triunfó en Europa—, es ir un paso más allá de la historia original; aunque no está muy claro que lo consiga. Si bien han sabido llevar la historia y actualizarla, no parece que la intención o el fin de la cinta sea darle una Mean Girls a la Generación Z. Aunque también sería lógico que no lo pretendieran.
En la nueva historia de Regina vs Cady se mantiene la trama —¡hasta ese baile navideño!—, pero viaja al presente más absoluto. Los chismorreos de pasillo ahora también se cuentan por TikTok. Y no pasa nada, porque si hay algo que no envejece nunca es el chisme; pero se toma unas licencias que parecen ir dirigidas a quien ya ha adorado la película original. Quizá podría catalogarse de complementaria.
Saber cuál es tu sitio
Puede ser la moral de la historia, pero también una buena lección de renovarse o morir. No se sabe qué fue lo que se gestó a la hora de presentar el proyecto, pero su promoción nos da pistas de que han sabido escuchar al público. Lo más evidente: colocar a Regina George en la mayoría de pósters, que si bien respeta su rol antagónico, también apuesta por darle la importancia que merece a un personaje que ha sabido quedarse en la cultura pop.
Por otra parte, abrazar su lado más mamarracho no parece adrede, sino que viene de apostar por un musical kitsch, humorístico y muy petardo. Sin que nada de esto sea peyorativo, claro, pues acercarse a lo que se vio en las tablas convierte a Chicas Malas en una experiencia diferente y, sobre todo, muy muy divertida.
Las canciones no esconden un trabajo hecho por y para fans, con temas que es muy probable que perduren más allá de su estreno —sin contar con el tema promocional de junto a Megan Thee Stallion, que seguramente resuene en alguna que otra red social— y que sus voces hacen resaltar. Ojo con Reneé Rapp (Regina), que eclipsa en escena y en números musicales, aunque también con Damian (Jaquel Spivey) y... el resto del reparto.
Chicas Malas es un acierto continuo, y si bien ha de verse con el ojo de un fan que busca recrearse en su propio mamarracheo; no deja de ser la prueba de un título que ha conseguido evolucionar sin morir en el intento por la fe en su propia historia. Y eso es tan fetch.
Chicas Malas se estrena el 12 de enero en cines.
Javier Rodrigo Saavedra
Cine y música. Música y cine. Y más, claro. Me...