Día Internacional del Abrazo: ¿por qué son importantes para nuestra salud mental?
Desde 1980 se celebra este día tan especial dedicado a un gesto que, según los expertos, tiene muchos beneficios.
Kevin Zaborney es uno de esos tipos a los que cuesta no ver sonriendo. En todas y cada una de las fotografías suyas que circulan por Internet, el psicólogo de la Universidad de Michigan (EEUU) esboza un rostro alegre y relajado. ¿El secreto de su aparente felicidad? Los abrazos, al menos en buena parte.
En 1980, Kevin empezó a investigar sus efectos en las personas, convencido de que la falta de muestras de cariño, incluso entre los miembros de una misma familia, afectaba directamente a su bienestar. Y sus conclusiones fueron claras: a más abrazos, menos estrés y mejor salud mental.
Motivado por sus investigaciones, el propio Zaborney instauró, en 1986, el Día Internacional del Abrazo. Una fecha que a lo largo de los años ha ido ganando importancia en todo el mundo para recordar la importancia de este gesto tan cotidiano y, al mismo tiempo, a menudo olvidado. Él, como todos los expertos, lo tienen muy claro: tenemos que abrazarnos más.
Abrazos para todos
Hay muchos tipos de abrazos: el que le damos a un buen amigo, por ejemplo, al despedirnos. El que dedicamos a una persona a la que hace mucho tiempo que no vemos, que suele ir acompañado de movimiento. El que resulta un poco incómodo, incluso distante, por ser un compromiso. El que le damos a nuestra pareja cuando queremos reconfortarla… Para gustos, los colores. Y para abrazos, las personas.
Lo cierto es que no en todas partes se percibe igual un gesto como este. Hay culturas en las que es mucho más común. En Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia o Nueva Zelanda, el contacto suele ser más aséptico, y un abrazo sin previo aviso puede llegar a romper los esquemas y resultar violento. Por el contrario, en Latinoamérica o los países mediterráneos, como España, es mucho más frecuente. En Asia brillan casi por su ausencia, e incluso en países como China o Vietnam ni siquiera están bien vistos los abrazos entre padres e hijos. Y en los países árabes, cualquier contacto físico estrecho entre un hombre y una mujer resulta inaceptable si no están casados.
¿Somos los seres humanos los únicos animales en manifestar esta conducta? Según Marcos Hitos-Benavides, Psicólogo de ANEA Psicología, en absoluto: “Todos los animales que generan vínculo íntimo entre individuos se abrazan a su manera”, explica . “En realidad, lo más exacto sería decir que todos los animales que tienen brazos o extremidades se abrazan: caninos, felinos, roedores…. Las excepciones serían aquellos que por ser muy dependientes de la función de estas patas para sostenerse, utilizan otros métodos; los elefantes las trompas, algunas aves las alas o el cuello, los cervinos la boca y la lengua, y los delfines navegando con los cuerpos pegados”.
El lenguaje universal
Para Marcos, no hay duda de los beneficios de este acto tan singular e instintivo. “Desde el punto de vista psicológico, los estudios han demostrado que los abrazos liberan oxitocina, que es una hormona fundamental para generar vínculo, y que promueve el bienestar fortaleciendo los afectos”, señala. “Cuando dos individuos generan este vínculo, el malestar o el bienestar de uno influye en el del otro. Esto podría tener su origen en algún tipo de instinto o programación para generar grupos, manadas o familia, y en último término cuidarnos, ya que lo que le pase al otro me influye emocionalmente a mí.
“Como consecuencia de lo anterior, y desde ese punto de vista fisiológico en lo que respecta a la oxitocina, este vínculo a través del abrazo o de conductas con la misma función desafía las barreras culturales y sociales. Es algo que conecta a las personas y fortalece lazos, no sólo entre individuos sino también entre grupos o culturas, incluso entre distintas especies, convirtiéndose, al igual que la música o la risa, en un lenguaje universal”, añade Marcos.
Respecto a cuánto debe durar el abrazo perfecto, diversos estudios como el publicado en en la revista 'Acta Psychologica' concluyen que el abrazo perfecto, definido por la obtención mutua del máximo placer, ha de prolongarse un mínimo de cinco segundos. Para llegar a esa conclusión, un equipo de psicólogos londinenses puso a prueba a varias personas que recibieron abrazos de diferentes duraciones y después tuvieron que valorar cómo se sentían después de cada abrazo.