Especial
‘Gran Hermano’ y ‘Operación Triunfo’: Similitudes y diferencias en la audiencia de dos formatos distintos de telerrealidad
Analizamos el comportamiento de los seguidores de ambos programas para ver similitudes y diferencias
Operación Triunfo 2023 ha entrado en lo que ya es su última semana con seis finalistas. Tras la expulsión de Bea, quedan en la academia Lucas, Martin, Ruslana, Paul Thin, Naiara y Juanjo. Uno de ellos será el ganador. En las puertas de la última gala es momento de hacer valoraciones y analizar lo que ha dado de sí la edición. Desde luego, Amazon Prime Video ha logrado revitalizar un formato que tiene sus altibajos y, claramente, ahora está en uno de esos momentos altos.
Pero si hay algo que ha llamado la atención en esta edición ha sido el comportamiento de los fandoms. En la última postgala Noemí Galera pedía respeto por los artistas y no es la primera que ha tenido que hacerlo en las últimas semanas y es que los seguidores han estado muy activos y repitiendo patrones que vemos más a menudo en seguidores de otro tipo de realities más centrados en la convivencia como Gran Hermano.
¿Podríamos hablar de audiencias similares? Lo mejor es que los expertos en televisión opinen sobre las diferencias y similitudes entre los espectadores de OT y los de GH.
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Similitudes y diferencias
“Probablemente más similitudes de las que a un espectador de OT le gustaría aceptar. Ha habido años en los que en OT no ha primado tanto el componente reality, pero OT 2023 está desmarcándose de cualquier otra edición en este sentido”, asegura Fernando Palenzuela, periodista de Fórmula TV.
“Hay una parte de la audiencia que parece más interesada en el reality que en el talent show y realmente esa gente no es tan diferente a un espectador común de GH. Hay una diferencia obvia de contenido entre un programa y otro, pero el modo en el que la gente se relaciona y comenta la parte reality de OT es igual que como ocurre con GH”, añade.
También señala la edad un parámetro importante a la hora de desligar la parte musical de la de reality del concurso: “Sí que creo que aquí existe un componente generacional muy importante respecto a cómo tú te identificas con los concursantes. Estoy viendo cómo gente que supera la treintena no llega a conectar con la Gen Z y se desengancha del 24 horas, por lo que para ellos prima únicamente el concurso musical”.
Tanto Palenzuela como Paula Hergar, periodista especializada en televisión de LOS40 y Vertele, la edad es un factor clave en la diferencia de ambas audiencias: “Yo creo que la audiencia de OT es más joven y la de GH tiene un espectro más amplio de edad. Se nota claramente en Facebook donde las publicaciones de OT apenas se comentan a diferencia de las de GH. Las publicaciones de OT tienen más repercusión en twitter”.
Estrategias de concurso
Una de las cosas que hemos podido observar en esta edición de Operación Triunfo es que los fandoms se han unido para salvar a su favorito y han creado campañas para requerir votos. El fandom de Chiara ha sido uno de los más evidentes con anuncio en las pantallas de la plaza Times Square de Nueva York o la petición de voto para ella por parte de Marlena en Benidorm Fest.
Es algo habitual en GH. También hemos podido ver cómo las estrategias de los seguidores para que sus concursantes favoritos permanezcan más tiempo en el programa se han llevado a la academia, algo muy típico en la casa de Guadalix. Las pizarras en la gala 9 para salvar a Ruslana fueron muy comentadas. Quizás no era lo más habitual en un reality donde la música debería primar por encima de todo lo demás.
Palenzuela justifica estas estrategias como parte de la convivencia y la afinidad que se crea entre unos y otros concursantes. “Es un concurso y la estrategia es un punto clave. Es más, incluso ahí es donde yo, como espectador de ambos programas, veo más la humanidad de los participantes y, según en qué estrategias, hasta dónde están dispuestos a llegar por medrar en el programa”, explica.
Esto no solía ser lo habitual en un programa como OT, pero Adriano Moreno, especialista en televisión de LOS40, asegura que “lo que pasó en la Gala 9 con las pizarras, y la posterior salvación de Ruslana, evidencia que algunos aspirantes de esta generación de Operación triunfo tienen un espíritu más competitivo y recurren a este tipo de artimañas para asegurarse su supervivencia. Han crecido en un momento en el que la terrealidad era lo más visto del prime time y saben qué hacer llegado el momento”.
Ha sido una evolución que hemos ido viviendo con el auge de las redes sociales. “Desde el año 2000, cuando nacen los realities, hasta ahora, la audiencia ha ido aprendiendo a movilizarnos para que se quede un concursante u otro. En GH1o en OT1 no teníamos ni idea y votábamos para salvar a quien nos gustara o para echar a quien no nos gustara. Ahora hemos aprendido a jugar con esas estrategias desde casa. En GH, incluso, hay gente que se acerca a la casa para gritar a algún concursante que no se junte con otro, se movilizan no solo en redes sociales sino también físicamente”, analiza Hergar.
La telerrealidad se comió a la música
Todos tenemos claro que OT es un reality más allá de su contenido musical. No deja de ser un grupo de personas aisladas de su entorno viviendo en una burbuja donde sólo se relacionan entre ellos. Vale que tienen más contacto con el exterior que en GH, pero la dinámica es muy similar. Pero, ¿ha llegado la telerrealidad a restarle peso a la parte musical?
“Llevo siguiendo OT muchos años y esta edición es la que más está logrando polarizar a la audiencia por el componente reality. Durante toda la edición ha sido muy curioso ver cómo la opinión generalizada que se tenía de algunos concursantes ha virado drásticamente por algo que ocurría en el 24 horas”, señala Palenzuela.
“De pronto Violeta era odiada porque decían que le había sido infiel a su novia, pero a la semana siguiente a la gente le encantaba. O por ejemplo la pareja de Martin y Juanjo, que, durante muchas semanas, eran vistos como dos chicos muy monos enamorados y, de pronto, un día comenzaron a recibir muchísimo odio e incluso homofobia”, añade.
El periodista de Fórmula TV cree que este año ha sido especialmente llamativa la histeria colectiva creada por los contenidos del 24 horas que ha afectado al devenir del concurso en su parte musical.
“Hay años en los que el componente reality afecta solo a una burbuja de personas, pero este año se ha extendido a prácticamente cualquier persona que conectara con el formato, y está claro que la culpa de todo ello la tiene el uso que se da de las redes sociales y cómo estas sirven de herramienta para sacar de contexto cualquier mínima acción y crear así un discurso contra un concursante que puede estar alejado de la realidad”, analiza sobre este cambio.
Adriano Moreno también cree que el componente reality ha pesado más en esta edición, que es algo necesario que va implícito en las reglas del formato y ayuda a conectar con ellos. “Ver lo que hacen en el día a día los humaniza y ayuda a que pasen de ser cantantes a ídolos en según qué casos. No obstante, nunca hay que olvidar que en OT debe primar siempre la música y no caer en el reality más sucio. Se trata de encontrar un equilibrio y considero que en OT 2023 se ha perdido un poco el foco”, valora.
Hasta Ángel Llácer, en su visita a la academia, como recuerda Hergar, “dijo que ahí dentro vende la pena, pero cuando salgan a la calle, no. ‘Cuando salgáis a la calle, o sois los mejores o no va a vender nada de esto’. En el reality vende mucho la personalidad y las vivencias que tengan más allá de las galas, pero en la vida real no es así”.
Redes sociales vs Realidad
En las redes sociales se vive con mucha pasión el transcurso de ambos realities y se llegan a crear guerras de fandoms que, en muchos casos, traspasan los límites del respeto. A veces podemos pensar que esa pasión que se desata de manera virtual se puede trasladar a la vida real.
“Es lógico que cada persona tenga su participante o participantes que más les guste y quiera defenderlos, pero por suerte aquella gente más radical no supone la mayoría de la audiencia”, reivindica Palenzuela, “la tendencia mayoritaria es más individualista, cada uno tiene su opinión y no entra en un fandom tóxico, aunque pueda estar de acuerdo en que ese triunfito es el mejor. En este caso estoy hablando de OT, pero esto se podría extrapolar a cualquier otro programa de televisión. No tenemos que olvidar que las redes sociales son una burbuja de pensamiento y que la vida fuera de ellas suele ser más tranquila”.
“Los fandoms se movilizan de tal manera que crean una percepción de éxito que, a veces, no se corresponde con la realidad. Es el caso de Chiara. Sus seguidores consiguieron que su cara saliera en el Times Square y que personalidades como Irene Montero se posicionara a su favor en redes sociales. Sin embargo, a la hora de la verdad, Lucas, su compañero, fue el concursante salvado con un porcentaje altísimo. Estas son las burbujas de las redes sociales y, a veces, como es el caso, explotan”, añade Moreno.
Idea con la que coincide Hergar que afirma rotundamente que “las redes sociales no representan a la mayoría en nada. Es una part3e que suena mucho, pero hay una mayoría silenciosa de audiencia que ve esos programas y no vota, o vota. Por ejemplo, Bosco ganó a Adara en Supervivientes cuando él apenas tenía seguidores frente a los de Adara que se suelen movilizar muchísimo. En OT1, por ejemplo, acabó ganando Rosa y seguramente tenía más fans David Bisbal o David Bustamante”.
Está claro que ambos realities tienen más puntos de conexión de los que pudiéramos imaginar en un principio y que la telerrealidad está presente en nuestras vidas hasta el punto de guiar nuestras opiniones. ¿Primará la música o será la parte reality la que decida el ganador de este año en OT?
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...