Al Bano en concierto: el italiano inunda Madrid de canciones, anécdotas y 'Felicità'
El popular compositor e intérprete italiano ha actuado en cuatro ciudades españolas como parte de su gira 'È la mia vita', en la que repasa los grandes éxitos de su carrera
Por Guillem Caballé.
Sombrero panamá blanco con cinta negra, traje azul marino de corte italiano desabrochado con pashmina de seda colgando del cuello. Camisa de raso y zapatos negros como espejos. Micrófono a la altura del pecho, porque no le hace falta acercárselo a la boca. Sin sombra de auriculares en los oídos, cantando a la antigua sabiendo que no ha desafinado en su puñetera vida, cantando como si no costara las melodías que no se quedan cortas frente a cualquier ópera que haya visto el Real.
Cuando a uno lo llaman "il gran signore" de la música italiana, con 80 años y sesenta y tantos de carrera, está perfectamente capacitado para hacer lo que le dé la realísima gana y dónde le dé la gana. De eso trata esta gira por Europa y por España del soberbio cantante apulio. Gira que ha pasado por Valencia, Barcelona, Madrid y La Coruña. Un fin de semana intenso.
Pero Al Bano Carrisi sigue siendo el primero el llegar, el último en irse en los ensayos, en las promociones. Un profesional que lo sigue siendo a su edad, cuando ya no debe favores a nadie y 160 millones de discos no se discuten.
El escenario no se le hace grande, es más, le sienta como hecho a medida: El Real. Esta vez no ha sido un plató de Mediaset o una revista. Ha sido el Teatro Real de Madrid, pero para el caso, como si fuera L'Scala o el Teatro de la Ópera de Viena, aquí hemos visto a un tenor en el escenario, por eso ni los acomodadores, tan acostumbrados a no dejar entrar ni salir a nadie una vez iniciada la obra, no permitían una sola interrupción de su concierto, sin dejar entrar o salir a no ser que hubiera terminado la canción. Llegar tarde, una grosería. Salir a por una cerveza, imposible.
A las bambalinas, a los ujieres, a las tramoyas, ni tan siquiera a la Pirámide de 20 metros de Aída de Verdi se le hizo raro escuchar este concierto de música ligera italiana, porque Al Bano está a la altura de los grandes cantantes líricos italianos y ya lo ha acreditado colaborando con algunos de ellos a lo largo de más de 6 décadas.
Interpretar Azzurro en un concierto no está a la altura de cualquier italiano, tiene que estar nombrado en el testamento de Adriano Celentano y Al Bano puede porque fue él mismo quien le firmó su primer contrato y fue su primer mentor, por eso cuando en el concierto sonaron las primeras notas del segundo himno nacional italiano, el público del Real, formado por gente classic, mayor y protagonistas de la laguna de Cocoon, rompieron a aplausos y saltaron prótesis.
Sentó cátedra con Volare y con Ci sarà y entonces contó su vida (porque de eso va esta gira de Al Bano, de contar su vida) con Romina. Luego pasó a su Nostagia canaglia y nos contó otra anécdota que incluía su conocido litigio con Michael Jackson, al demostrar vía juicio y terminar en acuerdo que su I cigni di Balakà era igual que You'll be there de Jako, aportando además la curiosidad de la conversación entre abogados: "El señor Jackson no puede perder frente a un cantante de segunda italiano, así que le ofrecemos este dinero y un concierto benéfico en Italia." Algo que no llegó a pasar porque el siguiente juicio acabó en tablas.
Efectivamente estamos frente a un repaso biográfico de sus canciones y sus anécdotas. No todas buenas, no todas felices, pero siempre interesantes. Daba la impresión de estar en una ópera de verdad, dónde se suceden arias y escenas de intermedio. O en una boda del sur de Italia, donde se suceden intervenciones divinas de los que interpretan y el cuñado se pone a cantar un poco piripi. Entonces fue cuando dio la alternativa en el escenario a su hijo Yari, que guitarra en ristre sobresaliendo sobre su tripa de señor italiano con soberbia educación suiza se atrevió a cantar el Across the universe de los Beatles y un popurrí, mientras su padre le hacía coros de tapadillo desde detrás del telón para que sonara bien. Palabra. Fue el momento de la noche, el amor de un padre tengas la edad que tengas. Eres un Carrisi.
Los aplausos entendieron el gesto y el público no puso pegas. Como tampoco se las puso cuando se atrevió con Verdi o con Bach porque le salió de los mismísimos. Porque luego es capaz de cantar un tema de Lucio Dalla mientras le dice a Pavarotti que le sujete el cubata. O cantarse un Funiculì funiculà que hubiera dejado a los hermanos Marx con cara de que le saliera a pagar en la declaración.
Pero todavía quedaba otra sorpresa, porque este signore tiene una prole lírica que se extiende a sus dos mujeres. Faltaba la intervención "disco duet" con su hija Jasmine, de 23 años. Los hijos te hacen perder la vergüenza.
Esta orgía de música ligera italiana fue tan sorprendente de ver y de escuchar que se nos hicieron muy largos los 10 años que no habíamos visto actuar a Al Bano en España. Fue tan maravilloso verle feliz terminando rodeado de fans en la platea del Teatro Real, que daban ganas de bajar a abrazarlo muy fuertemente y agradecerle la magia natural de sus canciones de siempre y su voz. La Felicità.
Gracias Al Bano.