Mikel Santiago, el autor rockero referencia del thriller español, confiesa saberse las canciones de Aitana gracias a su hija
Hablamos de música y de su último thriller, ‘El hijo olvidado’
El hijo olvidado, así se llama la última novela de Mikel Santiago, uno de los autores referencia del thriller español. Con la adaptación audiovisual de La última noche en Tremore a punto de estrenarse en Netflix, nos trae una nueva historia para la que rescata uno de los personajes de su trilogía de Illumbe.
Orizaola, Ori parra los amigos, es un ertxaina que tiene que investigar el caso que ha llevado a su joven sobrino a la cárcel acusado de un asesinato que está convencido de que no ha cometido. Todo un entramado que ha tenido que hilar en el que los lazos familiares toman un papel protagonista.
Parece que ha dejado aparcada su faceta de rockero, aunque sigue fiel a su guitarra que coge de vez en cuando para seguir dando forma a sus canciones mientras viaja en autobús para promocionar su novela al modo rock star.
Hemos charlado con él para descubrir los entresijos de su novela y la música que le mueve últimamente para llevarnos la sorpresa de que Aitana o Sebastián Yatra están en su playlist gracias a su hija.
Diez años escribiendo novelas, ¿qué ha sido lo mejor y qué lo peor?
Lo mejor es cumplir tu sueño, el que siempre he perseguido. Lo perseguí con la música y no me salió tan bien, quizá no estaba yo tan madurito. Pero con la literatura, el sueño de poderme dedicar a una profesión desafiante y creativa, que es mi mayor habilidad, y poderle sacar el máximo partido, he podido consolidarlo. Es difícil sobrevivir diez años publicando. Es cierto que hemos vivido una época a favor porque cuando empecé era una incertidumbre. Hablo de la novela negra y la novela de acción que, en España, tiene mucha venta, pero cuando empecé, realmente nos lanzamos a la aventura. Esa es la parte buena y la mala, lo mismo, como decía Truman Capote que copiaba de una frase de una sabia religiosa que decía que se llora más por las plegarias atendidas que por las que no se atienden. Conseguir profesionalizarte en tu sueño también tiene cosas negativas. Ser escritor también tiene sus partes oscuras y difíciles porque es una profesión solitaria e incierta. Cuando crees que ya has dado lo mejor de ti, todavía tienes que seguir dándole vueltas a la rosca. Es una profesión apasionante y apasionada que te lleva por delante.
Estás recorriendo España como un auténtico rock star con tu autobús personalizado, ¿cómo se siente eso?
Lo del autobús es como que queríamos escenificar varias cosas. Por un lado, la apuesta por este libro ha sido muy grande por parte de la editorial porque la trilogía funcionó muy bien y queríamos dar un paso adelante en cuanto a la promoción y se ha notado. Todo el lanzamiento ha sido de más categoría y yo siempre con la vacilada siempre. Quería ser cantante de rock y con eso de Miguel Ríos de Vivo en la carretera, sin ser tanto, porque el escritor tampoco es que viva tanto la carretera, pero sí que somos un poco feriantes, un poco faranduleros y el autobús es un poco como la visión del tipo que se va de gira. Me lo he tomado con un poco de sentido del humor porque en realidad me da un poco de vergüenza ver el autobús por mi ciudad, con mi careto gigante rodando por Bilbao, pero hizo gracia y a la gente le encantó. Lo hemos aparcado y seguro que lo están empapelando con la cara de algún político ahora mismo. Hasta la siguiente promo que yo espero que sea un avió o un helicóptero o un dirigible.
Han pasado casi tres meses desde que lanzaste El hijo olvidado y las ediciones se suceden, ¿uno se acostumbra a tanto cariño?
Es cierto que te malacostumbras a lo bueno siempre, porque los seres humanos tenemos esa capacidad de acostumbrarnos a las cosas buenas y darlas por hecho mientras nos olvidamos de las que no son tan fáciles de conseguir. Cuando empecé, recuerdo que estaba en mi caseta en la Feria de Madrid y por ahí pasaba la gente y yo les enganchaba del cuello y los atraía con malas artes y ahora mismo voy a la Feria de Madrid y tengo una cola esperándome. Te malacostumbras. Es cierto que en algún momento diré alguna gilipollez o actuaré como un idiota porque te malacostumbras a estas cosas. Pero intento no perder de la perspectiva y recordar lo que me ha costado llegar a una librería, que no es tan fácil y me ha costado más de diez años de trabajo.
Entre novela y novela has trabajado en un programa de True Crime, Los 7 pecados capitales, ¿en qué te ha ayudado en tu faceta de escritor?
Estaba terminando la novela cuando me llamaron de esta productora y me preguntaron si quería ser presentador de un programa. Me hice de rogar un poquito, pero no me costó decidirme, como diez segundos o algo así. Había dos grandes motivos. Por un lado, es mediático y sabemos lo importante que es en este mundo en el que hay tantos libros y no dudo que muchísimos de muy buena calidad, la visibilidad es super importante. En ese aspecto me pareció una buena oportunidad. Y, después, yo siempre he sido un poco aventurerillo y, además, creo que el material de las buenas novelas surge de estas aventuras que te hacen salirte un poco de la zona de confort y me pareció guay. El programa muy bien. La tele y eso, quizás esa parte no me alucina tanto, lo de ser presentador, pero la gente que conoces de toda tipología (de técnicos a la gente que entrevistas y expertos) es muy interesante. Estar comiéndote un menú del día en Zaragoza y estar hablando con un tipo que ha resuelto un caso de asesinato y te está contando cómo se hace, qué se siente, qué rollos hay dentro de la comisaría, cosas que no podría admitir nunca en la prensa o delante de un juez de las cosas que se hacen para conseguir que un malo tropiece, que una persona confiese… mucha zona gris que forma parte del oficio.
Hay mucho de eso en esta novela.
Claro, lo he volcado todo, lo he volcado donde se puede, en la ficción. Pero hay muchísimas historias reales. No puedo contártelo porque no puedes ponerlo que es spoiler. Hay incluso cosas de As Bestas, el caso del que se hizo una película. El agente que estuvo en la investigación a mí en una cena me contó este fascinante submundillo de cómo presionaban, cómo microfonaban, cómo les metían miedo, les hacían viajar en coche para escuchar sus conversaciones y hay de eso en la novela. Se lo he puesto a Ori que no tiene muchas opciones, es un policía que está investigando de tapadillo y lo único que le queda es el oficio.
Cada vez hay más seguidores del true crime y más material audiovisual, ¿de dónde viene esa fascinación?
Siempre ha existido la fascinación por la muerte, no hace falta más que ver el arte desde hace más de 2000 años empezando por la Biblia y Caín y Abel. Siempre ha existido una fascinación por la muerte, el asesinato. Igual que hay el instinto de Eros con la atracción y el deseo, tenemos el instinto de la muerte y la destrucción. Tristemente es así y es parte de nosotros. Lo único ligeramente diferente que ha ocurrido en España en los últimos diez años es que, en lugar de tener a Frederick Forsyth y a John Le Carré copando las listas de los más vendidos en un aeropuerto, estamos nosotros, estoy yo, está Juan Gómez Jurado, está César Pérez Gellida, está Santiago Díaz y está pasando con toda la ficción en Netflix, La casa de papel, todo el thriller que se hace en España. Nos hemos convertido en unos de los grandes productores de ficción de acción en España que antes solo estaba en manos de gente extranjera. Hemos conseguido quitarles el trabajo.
Por cierto, que hay un Orizaola en la vida real que también es ertzaina y escribe y canta, ¿qué es lo que más le gusta de tu personaje?
Le gusta todo…jajajaja… Es un tipo que lentamente fue apareciendo en la trilogía. Fue casi uno de los primeros polis con los que hablé, es un amigo personal del mundo de la música. Le empecé a preguntar, él también muy abierto, con muchas ganas de contarme cosas y me fue abriendo el frente de ir conociendo una comisaría y tener diferentes experiencias de primera mano. Todo lo que puede contarnos, nos lo cuenta. No es como el personaje, pero sí es cierto que es un prototipo perfecto se me ha ido metiendo como escritor y creo que queda muy bien porque está basado en un tipo real. Es insospechado porque no es muy extremo, sus problemas son muy mundanos. Quiere recuperar la custodia o paternidad con sus hijas, tiene un rollo romántico con su ex compañera y está necesitado de una alegría. Tiene pulsiones muy normales. Es un chico muy responsable y familiar. Es un tipo duro, pero que entendemos y empatizamos con esa capacidad de mandarlo todo al traste por su familia y eso es lo que nos gusta de él.
Tu novela nos deja claro que siempre existe una posibilidad de que cualquiera terminemos en la cárcel al margen de lo que hagamos, qué miedo, ¿no?
Buah, si yo te contara. Ahí estaba Kafka con El procesoy está sobrevolando aquí. Vivimos de prestado todos en esta vida y el tema del delito, hay ejemplos de incriminaciones falsas. Ahora con este mundo tecnológico ocurren cosas terribles porque alguien se equivoca un número y te entra la policía en tu casa. Yo conozco un caso de absoluta indefensión que durante ocho meses te puede llevar por delante a nivel de salud mental por un error informático. Sí que existe este grado de proceso demoledor que te puede caer hasta que se den las pertinentes aclaraciones y te puede joder la existencia.
A diferencia de muchas novelas policíacas, aquí no nos preguntamos tanto quién cometió el crimen como por qué se cometió ese crimen, ¿una forma de experimentar?
La mecánica de la novela, efectivamente, es por qué está pasando todo esto. No es tanto quién lo hizo como por qué, cuál es el centro de esta historia y cuál es la conexión de estos personajes. Me parece una mecánica divertida y curiosa esto de ser testigo de algo sin saberlo, algo con lo que yo he estado jugueteando durante muchos años. ¿Por qué te está pasando algo a ti que no has hecho nada? Pero sí, estabas allí. Me acuerdo hace muchos años en España, en un parking, mataron a alguien por equivocación, le confundieron con otro, por la bobada de que su coche se parecía, son estas noticias que cuando las ves dices, joder, hostia, cómo es la vida. Es como lo que ocurre en la peli de Hitchcock, Con la muerte en los talones, esa especie de broma macabra con la existencia del azar que nos puede meter en un lío. Ha sido la novela técnicamente más difícil que he escrito.
Otro de los puntos clave es la familia. Aquí hay hermanos, padres, sobrinos, hijos… ¿te ha resultado fácil ponerte en todos los papeles?
Todo son relaciones conocidas. Yo también fui tío cuando era joven y tuve esta relación con mis sobrinos y lo he podido reproducir muy bien, tengo una hermana. No tengo una ex, pero tengo hijas y puede sentir ese miedo de la paternidad a que se escapa ela vida de tus hijas. Todos estos planteamientos vitales sí están basados en tu experiencia o cosas que vas contando. Sí que es generacional. Aunque tengo lectores muy jóvenes, sí que hay ciertas cosas que son generacionales.
Vamos a hablar de música, antes de entrar en la playlist de esta novela, vamos con tu faceta como músico, ¿en qué punto está?
Es muy difícil mantenerlo todo arriba. Los libros cada día son más exigentes, la familia… Tengo mis coleguitas y mi bandita con la que de vez en cuando tengo mis ratos, pero ya no es esto de tocar como hacía hace unos años.
Tú, como Ori, ¿coges la guitarra de vez en cuando para desconectar?
Totalmente. Yo estuve diez años componiendo canciones y de vez en cuando me da el parraque y hago canciones, pero me salen todas como muy melancólicas. Me gustaría que me salieran letras con un poco de brío, más graciosas, pero me salen todas muy reflexivas, menudo peñazo, esto no lo pondrían en LOS40 Classic.
¿Nunca te ha dado por hacer una canción para una de tus novelas?
Esto no sé si se puede contar en realidad, pero si una de las adaptaciones de las que se están ahí contemplando llegase a fructificar, te estoy hablando de En plena noche, que es sobre una banda de rock y en el ‘99 tenía sus canciones y me decía la productora que si se hace la adaptación habrá que poner algo de música y me preguntaron si a mí me gustaría… y le mandé al que podría ser director de la serie mis maquetas y le encantaron. Sería la leche. En plena noche, que se basa un poco en cómo yo quise ser rockero en los años 90s, una banda que comenzaba, que son cosas que también me pasaron a mí, de esa experiencia escribo una novela y cuando la novela termina siendo serie, yo cojo la maqueta de aquellos años y sale en la serie, eso sí que es cerrar el círculo. Pero vamos, primero se tiene que hacer la serie. Ya cerrar el círculo sería que yo saliera tocando, todavía no se lo he dicho a la productora.
Las canciones de Etta James, ¿es cierto que parecen una novela negra?
Totalmente, esta mujer, como muchos grandes del blues y el jazz, no te estaban cantando vamos a pasar toda la noche bailando o cosas así. Cuando algo dolía, dolía de verdad, la gente estaba deprimida y cantaba a la depresión y al sinsentido de la existencia. Eran letras super oscuras. Hoy en día lo veo todo mucho más pastelero. Etta James te habla de infidelidades, de una mujer que está siendo infiel y su amante la quiere mantener así, como amante y ella está sufriendo, es una novela negra.
Shakira también habla de infidelidades.
Pero Shakira lo hace desde el punto del empoderamiento, como de no me importa, todo muy desde el postureo. Pero la gente no habla del dolor. La gente habla de que lo ha superado. Vale, guay, me alegro por ti, pero no siempre pasa.
Playlist de Ori: Black Eeyed Peas, The Strokes, Chuck Prophet… ¿la tuya propia?
Un poquito sí. Yo soy de lo que estoy escuchando.
Ori dice eso de: Mis canciones suenan a Dylan, Van Morrison, Sabina, Auserón… ¿así son tus canciones?
Ya le gustaría a Ori. Es el típico tío que aspira a los grandes. Ha bebido de las fuentes. Son referentes, ya me gustaría a mí también.
Olaia es más de Barricada, eso ya define mucho, ¿no?
Eso es por una lectora de Madrid que viene a las ferias de libros desde hace mucho y es fan de Barricada y siempre me dice que tengo que meterlo en una novela y viene todos los años a recordármelo y ya me lo he quitado. Está encantada la tía.
En la playlist de las hijas hay Sebastián Yatra, Aitana, Rosalía, Quevedo… ¿tuviste que recurrir a tus hijas?
Totalmente, mi hija de ocho años que nos descubre su musicón. Tenemos una guerra porque, por un lado, hay cosas que nos gustan, pero hay cosas que nos parecen super malas. Estás en esa movida generacional de, te voy a poner un poquito de Queen, de los Rolling Stones… Con AC/DC hemos conseguido que entre un poco porque tiene este punto que tienen ahora las producciones que son tan brutales. Es muy complicado sacarles un poco de esos patrones de esas producciones mega pirotécnicas, luchando. Izaro, a su madre le gusta mucho y hemos conseguido que escuche otro tipo de música porque es que parece que solo hay una cosa, que son estas producciones de baile, sea cual sea. Hay una batalla musical en mi casa montada.
Tú has conseguido que ella entre en AC/DC, pero ella, ¿ha conseguido que tú entres en su música?
Aitana, hasta el punto de saberme algunas canciones. Sebastián Yatra no está mal, la de los tacones rojos. Hay temas buenos. Shakira, también. Esto es un toma y daca. Y es cierto que hay cosas buenas, canciones que están bien hechas.
Mencionabas Izaro que le gusta a tu mujer y que es el último descubrimiento de la hija de tu protagonista. ¿A ti también te gusta?
Es el sentido artesanal de la creación. De que la creación no solo es una gran producción, no es solo algo con muchísimos recursos, no es un videoclip, la música es otra cosa también. La música es coger una guitarra, cantar una canción. Con muy poco, hacer mucho. Esa es la guerra, no alejarse tanto de la esencia que tienen las cosas. Como padres es lo que perseguimos, acercarles a cosas más naturales. El azúcar ya está por ahí, ya lo van a coger, que son las super producciones.
Cuando en la novela mencionas aquellos felices años 90, “cuando el mayor bulo que habías oído iba sobre un perrito y un bote de mermelada”, te delata tu edad, ¿no?
Eso no lo vio nada. Yo lo he buscado en youtube, aquello fue lo máximo que hemos tenido, lo más parecido al whatsapp en su época.
Cómo han cambiado las cosas respecto a las fake news… ahora nos resultaría casi hasta algo inocente con las cosas que vemos ahora.
Eso no es nada. Antes éramos más inocentones. Creo que todas las generaciones van avanzando en algunos aspectos, hay cosas en las que son mejores. Yo también creo que nuestra generación era mucho mejor en algunos aspectos que la de nuestros padres, pero peores en otros. No solo hay que ver lo que se pierden, también hay que ver lo que ganan los chavales hoy en día. La velocidad, son mucho más inteligentes, han visto más cosas y tienen más criterio, más cultura.
Lo de la velocidad no sé si yo lo vería como algo positivo.
Estoy muy preocupado por todo este tema de las redes sociales. Abogo totalmente porque se regule ya y que un chaval de 14 años no pueda entrar en redes, ya está. Pero supongo que todo se irá acomodando, yo creo que es como el tabaco en los años 70s. Nosotros hemos tenido la posibilidad de vivir en otro mundo. En los años 90s la gente rica y la gente famosa estaba como al otro lado de la barrera y tú los veías desde tu vida, los veías y sabías que no tenían nada que ver contigo, no te afectaba personalmente porque considerabas que era otro mundo completamente desconectado. Lo que pasa hoy en día es que las redes están presentando a tu vecino y es tu vecino al que le va super bien y te empiezas a comparar con él de una manera atroz. Para mí ese es el gran problema y son super estresantes. Yo en los 90s vivía en un pueblo y veía la gala de los Oscar y jamás se me hubiese ocurrido y no se me ocurría pensar que tuviera algo que ver con mi existencia, pero hoy en día, un chaval de veinte años que es como tú, es semi famoso, juega en tu liga y podrías ser tú y esa es la movida.
La última noche en Tremore se acabó de rodar el año pasado, ¿cómo ha sido la experiencia con Netflix?
Lo he vivido desde la distancia. No he participado casi nada en la serie más allá de leerme los guiones y comentarlos un poco. He ido a los rodajes a hacer un cameito. Lo he visto hacerse, me parece bien, creo que va a quedar super bien. A Oriol (Paulo) lo conozco desde hace muchos años, él también dice que me conoce a mí, que me seguía y llevaba muchísimo tiempo detrás del libro. Ha sido como amor a primera vista. He visto su trabajo, me convence. Yo sabía que de alguna manera él le iba a dejar su impronta a la historia. Creo que saldrá después del verano. Tengo muchas ganas de verlo.
Con las productoras de La sociedad de la nieve, ¿eso da tranquilidad?
Todos son como muy top. Sandra Hermida, Belén Atienza, he podido conocerlas. No me caí del guindo hasta el último día de rodaje cuando estaban rodando de noche en las casas que han construido en los platós y empezaron a caer rayos y dije, es mi novela, esto lo escribí yo. Pero ya estoy obsesionado con mi siguiente historia, no me obsesiona demasiado el pasado. Iré, disfrutaré de la premier, haré lo que tenga que hacer para promocionar esta serie, disfrutaré del momento y de la satisfacción que supone que alguien haya elegido tu historia para invertir tropecientos millones de euros en ponerla en una serie. El ego queda bien, pero ya está.
Tu anterior novela la publicaste en 2021 y ese mismo año le pedí a Juan Gómez Jurado su top 5 de libros de ese año e incluyó el tuyo y dijo que le flipaba. ¿Rival, amigo, compañero de profesión?
Es un viejo conocido, nos conocemos desde hace tantísimo. Los dos compartimos a Carmen Romero que es nuestra editora. Además, tanto Juan como yo estábamos muy al principio de la carrera de Carmen Romero y nos hemos conocido hace muchos años. Él es un hombre muy generoso siempre con los compañeros, algo que le agradezco. Es el que nunca seré, es muy espabilado en la imagen y la narrativa propia sobre sí mismo, le envidio, me gustaría tener la mitad de su talento para presentar las cosas como él. Y como escritor me parece una persona altamente efectiva, que sabe exactamente lo que quiere, que tiene este valor del entretenimiento por encima de todo lo demás, con lo que yo coincido. Creo que sentimos una admiración mutua y me alegro muchísimo por él y Reina Roja posiblemente ha sido el top de su vida.
¿Has visto la serie?
No soy muy de series, Reina Roja es la siguiente que voy a ver. Pero soy más de lectura. Además, es que tengo una vida muy diversa. Ahora mismo estoy escribiendo un guion, una cosa muy peregrina que, si se vende bien y si no se vende, también. Es una idea original para otra miniserie original, no se basa en ninguna de mis novelas. Ya participé en la serie de Feria y no es como mi gran objetivo en la vida, pero me atrae mucho, sobre todo lo de hacerlo en grupo. Me gusta ser capaz de hacerlo. El proceso de El hijo olvidado ha sido muy duro y absorbente y quería relajarme con algo en grupo y divertido.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento....