Especial
Pablo Rivero, con conciencia social: “Quiero hablar del mercado ilegal de alimentos, de las pensiones, la exposición de los mayores”
En 'La matriarca' pone el foco en la tercera edad y las dificultades a las que se encuentran sin prescindir de muchos aspectos turbios
Parece que fue ayer cuando Pablo Rivero publicaba tímidamente su primera novela con cierto síndrome del impostor y habiéndose tomado un año sabático en Cuéntame para poder concentrarse. Pero ya va por la sexta.
La matriarca, viene a confirmar que el actor es también autor y ha encontrado su voz propia. Eso hace que sus lectores corran a por sus nuevas historias nada más publicarlas y se multipliquen sus ediciones.
En esta nueva novela pone el foco en la tercera edad. Se sumerge en una comunidad de vecinos en un edificio que regenta una mujer que encuentra a su peor enemigo en casa. Hay asesinatos, misterio y giros de guion inesperados muy marca de la casa.
Y hay mucho horror por las realidades sociales que refleja y que forman parte de nuestro día a día, aunque no siempre lo queramos ver. Habla de los mayores, de su indefensión ante las nuevas tecnologías, de la exposición que se hace de ellos en redes sociales, de su soledad, del abuso de sus familiares, de porno entre abuelos y de muchas otras cosas que ni nos habíamos planteado.
Con esa sinceridad con la que cuenta sus historias es con la que ha hablado con nosotros para ahondar en sus preocupaciones actuales y que ha volcado en esta novela.
Sexta novela ya… ¿ya te sientes escritor del todo?
Sí. A ver, lo de escritor a mí siempre me impuso mucho, por eso tardé mucho tiempo en presentar la primera porque me merecía mucho respeto. Hay una palabra que me gusta mucho que es la de autor. Autor de mi historia, autor de mi vida. Me crea menos exigencia.
Segunda edición en tiempo record… qué de alegrías te da tu faceta de autor, ¿no?
Recuerdo a mi editor, a Gonzalo, que siempre me decía que lo importante, cuando iba a escribir la primera, es, aprende el oficio. Por eso me fui de Cuéntame un año, para escribir. Hay que entender el proceso, tedioso a veces. Es muy divertido la parte de crearlo, pero luego las correcciones y demás, tiene que pasar muchos procesos. Y luego ya era, encuentra tu voz, que tiene que ver con la libertad que siempre me han dado. Si tienes una voz y un estilo y consigues captar la atención de los lectores, luego les puede gustar una más que otra, pero que esperen el lanzamiento, para mí es los mejor porque es lo que yo he hecho con muchos autores, muchos directores, muchos actores.
Una voz con conciencia social, ¿te haces una lista de temas sobre los que te interesa hacer reflexionar al lector cuando te enfrentas a una nueva obra?
Constantemente estoy leyendo, escuchando podcast o documentales y tengo ideas. Tengo carpetas con historias y tienen que ver con momentos o cosas que me parecen arranques, o que tienen que ver con algo efectista. Y luego pasa algo en mi vida cotidiana que me da miedo o me llama la atención, que normalmente tiene que ver con algo cotidiano y con algún tema más social y eso es lo que normalmente se cuela. Cada novela es distinta e intento que el thriller parta de las cosas que me dan miedo y que creo que pueden suceder. Al final se vuelve más cotidiano. En La Matriarca y La cría, lo que hice fue un poco como si fuera un ensayo. No quiere decir que sea un ensayo, pero es una manera de profundizar en el tema principal con distintos aspectos y me ayuda a construirlo porque a partir de eso que quiero contar creo personajes que me den la opción de dar una y otra cara y que el lector tenga un poco de aire para tomar sus propias decisiones. Luego, los puntos de inflexión o el recorrido de la investigación tienen que ver con poder dar voz a todos esos temas. Yo quiero hablar del mercado ilegal de alimentos, quiero hablar de las pensiones, la exposición de los mayores y eso me ayuda a crear el recorrido. Son temas de los que yo quería escribir antes, pero no sabía cómo.
Decías que en muchas ocasiones partes de un miedo para crear la historia principal, ¿cuál ha sido el miedo de La matriarca?
Aparte del paso del tiempo, yo ir cumpliendo años y ver cómo mis mayores van cumpliendo años, hay una cosa que me da miedo y es eso de que por mucho que hayas sido la bomba, que hayas sido atlética, físicamente fuerte, que hayas desarrollado un trabajo dentro o fuera de casa con mucha responsabilidad y con ligereza mental, sorteando cualquier dificultad, hay un momento, cuando tienes una edad, físicamente o cognitivamente, o porque tienes dependencia o por la pensión, cuando muestras fragilidad, y, sobre todo, las mujeres, el mundo te aparta. Con esto de la brecha digital, de repente, estás en un mundo que no está diseñado para ti y no hay un período de adaptación, más bien al contrario, creo que se aprovechan de ti, los bancos, las gestiones, todo es informatizado, todo son links, todo son timos. A mí me pasaba. Si yo caigo en los timos, que me avisan, una persona mayor, cómo va a hacer todo eso. Luego veo vídeo de mayores, incluso de maltratos de cuidadores, que no todos son así, pero hay casos. Investigas y hay mucho maltrato en las familias que se aprovechan de la debilidad para tener su dinero y manejar sus finanzas. Yo vi un vídeo, que se me caía el alma, de un señor en Barcelona con tres despistándole, y le estaban robando a la cara y él se daba cuenta, pero no tenía la agilidad ni física ni mental para defenderse. Me produjo mucha impotencia. Esas cosas a mí se me convierten en una pesadilla, me da miedo.
Una actitud que puede venir de esa falta de empatía de la que adolecen muchos y de que no siempre recordamos que, en algún momento, todos nosotros seremos ellos.
Esa es la frase que dice Candela todo el tiempo, la guardia civil, que es un poco su leitmotiv, que es eso de que, pasado mañana estamos nosotros ahí y no lo veamos. Vamos corriendo, y no tenemos paciencia y no nos preparamos para eso. No está diseñado el sistema para los mayores.
Hace unos años, antes de internet, la persona mayor era muy respetada, todo giraba en torno a los mayores porque eran la fuente de sabiduría. Los abuelos contando las historias, en las oficinas, hay algo de la experiencia y la sabiduría. Pero de unos años para acá es algo que no queremos ver.
Normalmente se habla del patriarca… pero en muchas ocasiones hay una matriarca detrás que es la que sienta los pilares en una familia, ¿en tú casa cuál es el caso?
Yo creo que en mi casa han estado muy a la par. Mi madre es muy matriarca en el sentido de que ha trabajado fuera y ha estado muy pendiente en casa. Cuando trabajo fuera siempre me lo recuerda, que se puede estar fuera y estar muy presente. A veces los padres tenemos como ese miedo y mi madre siempre ha estado muy pendiente y lo sigue estando. En mi casa siempre ha habido mucha armonía en ese sentido. Mi padre ha estado en casa con nosotros. De esto habla el libro, el caso de la matriarca, toma unas responsabilidades y se hace cargo de todo, incluso tiene hijos mayores y se sigue haciendo cargo de todo y se crea una espiral en la que los hijos se siguen aprovechando un poco de que su madre les hace todo. Hay un bucle que quise mostrar porque muchos casos que vi de desapariciones, de secuestros de gente mayor, cuando les preguntaban a sus hijos cómo habían dejado a sus madres solas, con esos años, con algo de alzhéimer, decían eso de que tenían que tener actividad porque si no, mi madre se muere. Ahí siempre me planteo si ellas necesitan esa actividad o es la manera de sentirse validadas y necesitadas. Tiene algo de paralelismo con el personaje de la guardia civil que cuando estás tan encima, no dejas margen al otro para que se equivoque o para que aprenda, con lo cual, creas inútiles, entre comillas.
En los agradecimientos invitas a los lectores a que cierren el libro y vayan a decirles a sus madres y abuelas algo bonito, ¿tú que dijiste a las tuyas?
Antes no lo decía tanto, pero desde hace unos años, sí les digo que les quiero. Se lo hago saber y notar. Pero esta vez no se lo dije. El otro día me llamó mi madre para decirme que acababa de leer los agradecimientos y que también me quería mucho. Creo que es importante, tiene que ver con el paso del tiempo y con que nunca sabemos cómo van a ir las cosas. Pensamos que seguimos siendo niños y a los padres les exigimos y entre padres e hijos nos hablamos peor, nos lo podemos permitir. No es que haya que ser empalagosos, pero hay que darse cuenta. Al final, esto es también una oda a los mayores. Hace unos años, antes de internet, la persona mayor era muy respetada, todo giraba en torno a los mayores porque eran la fuente de sabiduría. Los abuelos contando las historias, en las oficinas, hay algo de la experiencia y la sabiduría. Pero de unos años para acá es algo que no queremos ver. Leía que está todo en internet, con lo cual, no se les necesita y se les ha ido apartando. Por eso esa frase del libro que está en la cubierta, no intentes engañarla porque su intuición nunca falla.
Las comunidades de vecinos siempre encierran muchas historias, ¿con la tuya qué tal?
Yo super bien desde hace unos años. En Dulce Hogar me permití meter personajes que se llamaban todos como mis vecinos, como mis amigos, cuando me pongo a hacer esos guiños es porque tengo muy buena relación. He tenido suerte en ese sentido. Pero he tenido experiencias negativas. De hecho, en el segundo libro, Penitencia, estaba basado en un conflicto que yo tuve con una vecina y tiene que ver con lo que intento retomar aquí es que, en la convivencia, cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre. Otro leitmotiv es que nunca llegas a conocer a quien tienes al lado, a un familiar, a un hijo, un nieto… en la intimidad cada uno tenemos nuestras vidas y nuestras historias y nunca terminas de saber de verdad lo que opina el otro de verdad. Y con los vecinos, imagínate.
Felicidad es el nombre de la matriarca. Un nombre así en el contexto de un thriller suena un poco sarcástico.
El libro anterior se llamaba Dulce Hogar, tiene ese punto que a mí me gusta. Pero es que, además, Felicidad se llamaba mi abuela Feli. Me hacía mucha gracia porque tiene ese punto sarcástico y porque quería hacerle ese homenaje. Y no es el único porque ella, físicamente, se parecía bastante a Ángela Lansbury, la de Se ha escrito un crimen, y lo menciono en el libro porque me hacía gracia que tuviera ese espíritu detectivesco. A mí de pequeño esa serie me marcó porque me gustaba mucho porque tenía misterio y jugaba mucho con el espectador, a ver si averiguas lo que sucede. Un poco Agatha Christie de tener varios sospechosos, un poco lo que tengo yo en el libro. La figura de que fuera una mujer mayor con ese aspecto tan amable, me hacía mucha gracia como en la serie. Es un poco lo que nos gusta a los del género, que nos creemos detectives. Un poco esto que hace Woody Allen también, de personaje cotidiano metido en un entramado.
También hay algo de Twin Peaks, otra serie que te ha inspirado mucho, por ejemplo, en eso de crear iconos.
Tener esos referentes son importantes. Como Hitchcock, esa dualidad, como que es elegante y seductor, pero a la vez turbio. Algo que sea demasiado turbio es imposible de leer, pero si hay una figura como la matriarca que es como cuando Hitchcock creaba esas mujeres como Rebeca, la ama de llaves, a partir de ahí se crea un icono y se capta la atención. Para mí es importante tener ese tipo de referencias. Todos tienen como muchas imágenes. A David Lynch le pasaba igual. Crean iconos. Laura Palmer, el búho, el leño, algo que luego a la hora de cerrar las historias… aquí es el edificio, la maleta… hay cuatro símbolos que te ayudan a quedarte con una impresión más concreta de la novela. Lo hace más personal, si no, son muy iguales todas, si no tienen algo potente.
Yo ya lo había hablado con mis padres, el tema de los timos, de ahora te va a llegar un mensaje con links, no te metas y, aun así, yo piqué una de las veces. Y gente que yo conocía volvieron a picar. Estamos avisado y caemos, cómo es posible.
Hablabas antes de la brecha digital que normalmente asociamos con los abuelos, pero yo creo que afecta a generaciones más jóvenes también. ¿Cuál ha sido tu mayor dificultad con la tecnología?
Todas, soy malísimo. Yo escribo en el ordenador y no sé ni poner las páginas. He aprendido con esta última a mirar el número de palabras. No sé hacer nada. Ahora tengo el mail bloqueado, la aplicación del colegio, cada vez que me mandan una notificación tengo que volver a meter el usuario. Hay muchas cosas que dejo de hacer porque me parecen un Cristo. O las reuniones, que no siempre es fácil conectarse. Así surgió un poco el libro. Yo ya lo había hablado con mis padres, el tema de los timos, de ahora te va a llegar un mensaje con links, no te metas y, aun así, yo piqué una de las veces. Y gente que yo conocía volvieron a picar. Estamos avisado y caemos, cómo es posible. Por eso me apetecía crear a esta mujer que está avisada y sigue picando hasta que se da cuenta. A mí me pasó, a mitad de una llamada del banco que me di cuenta de que era mentira, pero es que estaba tan bien hecho. Tenían mis datos, con una educación, que tardé en darme cuenta. Y pensé, qué pasaría si de repente te das cuenta de que reconoces la voz como alguien cercano. Y qué pasaría si fuera una persona mayor, cómo reaccionaría. Fue a raíz de eso y de esa indefensión.
No falta el tema de las redes sociales y el hecho de que se hable tanto de la utilización de menores y no tanto de la utilización de mayores… ¿cuál es la línea entre el derecho que tienen de aparecer como el resto y el abuso de su imagen?
No tengo la respuesta, lo planteo en el libro. Candela, la teniente de la guardia civil que tiene unos antecedentes con su hija, está muy en contra de la exposición. Tiene un sentido muy alto de la vergüenza y el ridículo y ve vídeos en los que a la abuela la están haciendo bromas, estas cosas que te encuentras en internet, y es muy tajante. Me sirve para mostrar los dos extremos. Ella lo ve como un abuso y se pregunta hasta qué punto esa persona es consciente del alcance de esas imágenes y si sabe que ese vídeo casero va a una red social. La familiar de Felicidad dice que el problema son los ojos con los que se mira, que ella tiene muy clara su relación con su madre y es un código entre ellas y está encantada. Entra en juego el dinero que saques por medio.
Miguel Ángel Muñoz o Daniel Illescas han hecho de sus redes un punto de encuentro con sus abuelas que se ha entendido de manera muy tierna.
Por eso yo digo que cada uno tiene una relación muy distinta. Sin embargo, veo cuentas de padres con niños que les rompen un huevo en la cabeza y a mí me provoca un rechazo. O esos vídeos en los que sacan a mayores a bailar y se están riendo de ellos. A lo mejor a ese mayor le hace gracia y es genial, pero mi pregunta es, ¿esa persona es consciente de que eso ha ido a parar ahí y lo está viendo mucha gente?
Mencionas el volumen de porno que hay con abuelos… a mí eso me ha llamado muchísimo la atención.
Ahí entraba el personaje de Mateo, el de ciberdelincuencia y tenía que dar una dimensión mayor para ver problemas de los que no somos conscientes. Hay porno de todo, hay vídeos de agresiones, violaciones y eso es terrible. Es algo horrible porque tu fantasía es ver que están violando a alguien. A la gente le pone que sea una violación. La gente quiere ver el abuso. Eso está documentado, por desgracia no me lo he inventado. Hay mucho porno de menores con mayores o señores mayores con chicas muy jóvenes.
Dark Web, ¿alguna vez has accedido a ella, aunque sea por curiosidad?
No, incapaz. Lo que he hecho es leer e investigar mucho. He hablado de snuff movies y es verdad que luego hay una parte en la que te dicen que es mucha fantasía. Que realmente haya vídeos que sean snuffs… aunque es terrorífico porque con dinero puedes conseguir cualquier cosa. Pero yo no me he metido y espero no hacerlo. No me viene bien.
Nos introduces términos que algunos puede que no hubieran escuchado nunca como cubbing (mujeres de más de 50 años que salen con jovencitos) o gerontofilia (gusto por parejas mucho mayores que tú), ¿los conocías o tuviste que buscarlos?
No he querido ser demasiado textual en todos los ejemplos, pero cuando investigaba… es que hay celadores que les han pillado que han violado a 17 ancianas muertas o que las mataban. Las estaban violando los cuidadores, mira la película de Almodóvar, Hable con ella. No era una persona mayor, pero dependiente y eso ocurre.
Constantemente escucho a profesionales que hablan de la irascibilidad de los niños, les cambia el humor, les crea ansiedad, son muchos impulsos por segundo. No solo ya la atención y la dependencia sino la búsqueda de estímulos.
Una de las causas del aumento de la violencia y la falta de empatía, según una de las agentes, tiene mucho que ver con dar móviles cada vez más pronto. Tú eres padre, ¿tienes claro en qué momento darle uno a tu hijo?
Yo lo retraso y estoy super pendiente. Al final es inevitable porque le enseñas un vídeo, le enseñas fotos. Al mío le encanta ver vídeos de cuando era pequeño. Yo lo que intento es verlo en la tele. En lugar de ver dibujos, vemos las fotos. Esa cosa de que no haya una dependencia y no te habitúes a tenerlo todo el rato en la mano. Es que estamos todos así, yo el primero. Constantemente escucho a profesionales que hablan de la irascibilidad de los niños, les cambia el humor, les crea ansiedad, son muchos impulsos por segundo. No solo ya la atención y la dependencia sino la búsqueda de estímulos. A mí me pasa igual. Cuanto más tarde llegue, mejor, aunque luego es una tontería porque puedes llegar tarde y obsesionarse más. Hay que tener un punto medio. Prohibirlo y hacer que no existe va a crear una fascinación y una necesidad que va a ser peor.
A lo que sí nos enganchamos muchos, y no quiero dejar de hablar de ello, fue al final de Cuéntame, ¿cómo lo viviste tú?
Como una suerte en el sentido de poder acabar la serie como se merecía, por todo lo alto, con un cierre que ellos siempre habían querido, hacer pocos capítulos, cuidados, tener tiempo para hacerlos. Cerrarla todos juntos, fue muy bonito. Unos meses muy intensos que a mí me vinieron fatal porque yo estaba con La Matriarca que luego me pilló el toro, pero me vino bien y lo viví con agradecimiento.
¿Cómo viste la emisión de ese último capítulo?
Lo vimos en una premiere primero y luego más relajado, en casa. Fue bonito verlo. Me emocioné la segunda vez, la primera vez no, a mí me cuesta. Me emocioné haciéndolo, en el rodaje, en el set. Luego me pasa que cuando veo las cosas, y más en un estreno con mucha gente, hay algo de protegerte. Soy muy llorón y en casa me relajo, pero en el estreno estaba también un poco con la curiosidad de ver cómo había quedado y cómo lo iban a recibir. Pero fue muy emocionante.
No quiero acabar sin hablar de música. ¿Ha habido algún bucle de música mientras escribías esta novela?
Se ha escrito un crimen, esa musiquita al principio como divertida y aventurera que te avanza que luego va a pasar algo gordo. Escucho muy poca música porque desde que escucho podcast de true crime, noticias o investigación, cada vez escucho menos música. Y si lo hago, me pongo la banda sonora de Twin Peaks que me meta en dinámica.
Y tú que tiras mucho de la actualidad y esas noticias que no dejan de sorprendernos para inspirarte, ¿alguna noticia que te haya impactado últimamente y pueda ser detonante de una nueva historia?
Muchísimas que tienen que ver con violencia de género y una, en concreto, que no conocía que tiene que ver con una chica extranjera, una despedida de soltera en Benidorm que, por accidente, acabó en la habitación de un apartamento de cinco ingleses hooligans y acabó supuestamente suicidándose, tirándose desde un décimo piso a la piscina. Eso me crea una impotencia… no se investigó, se llevó fatal, la familia está desesperada intentando encontrar justicia. Se ha demostrado que ella estaba intentando huir por el balcón y se resbaló. Eso me provoco mucho malestar. cuando es algo tan real no lo sé gestionar más, pero gusta más buscar algo más peliculero.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...