Especial
Los ríos de Alaska se se están volviendo naranjas
El fenómeno, perfectamente visible desde el espacio, desconcierta a los científicos. Entre las hipótesis, se cree que podría deberse al deshielo del permafrost.
Jon O'Donnell no podía disimular su asombro. Cuanto más ascendía a bordo de un helicóptero, más y mejor se apreciaba el curioso fenómeno que había descubierto unos pocos años antes: los ríos y arroyos de la remota Alaska se estaban volviendo de un marcado color anaranjado.
O'Donnell, ecólogo de la Red de Monitoreo e Inventario del Ártico, empezó a tomar muestras en 2018, cuando dio con un arroyo cuyas aguas mostraban claros signos de oxidación, pese a estar completamente limpias unos meses antes. Esa nueva composición química había hecho que las aguas pasaran de un azul cristalino a un naranja turbio. Había que recabar más datos.
El resultado de esa investigación acaba de publicarse en la revista ‘Communications Earth & Environment’. Y resulta, como poco, preocupante. Un equipo liderado por el propio O'Donnell ha identificado 75 ubicaciones en la Cordillera Brooks, en el norte de Alaska. Se trata de un área gigantesca, que incluso supera en tamaño a la península ibérica.
Los ríos manchados son tan grandes que podemos verlos desde el espacio
"Hay ciertos sitios que parecen casi un jugo de naranja lechoso. Esos arroyos de naranja pueden ser tóxicos, y podrían impedir la migración de peces a las áreas de desove”, ha explicado el ecólogo. Uno de sus colaboradores, el profesor asistente de toxicología ambiental en UC Davis Brett Poulin, ha añadido que “los ríos manchados son tan grandes que podemos verlos desde el espacio”.
En busca de respuestas
La explicación al color de los ríos se encuentra en la erosión de los minerales, algo que sucede a menudo en las inmediaciones de las explotaciones mineras a causa del drenaje ácido. Sin embargo, no existe ninguna de ellas cerca de los ríos analizados. Es por ello que los científicos se decantan por otra hipótesis: el progresivo deshielo del permafrost causado por el calentamiento global.
El permafrost, tal y como hemos contado en El Eco de LOS40, es un término que hace referencia a todo aquel terreno que ha permanecido congelado durante años, siglos o incluso milenios. Con el progresivo e imparable ascenso de las temperaturas, ese hielo se va deshaciendo, lo que puede convertirse en un verdadero problema, dado que en su interior acumulan grandes cantidades de metano y carbono, principales gases de efecto invernadero causantes, precisamente, del cambio climático. Del mismo modo, el deshielo del permafrost habría provocado que se liberen minerales metálicos, lo que ha provocado el cambio de color de las aguas.
El problema se está propagando lentamente con el tiempo desde las cabeceras pequeñas hacia los ríos más grandes
Entre los metales presentes en las aguas analizadas hay zinc, níquel, cobre, cadmio y, sobre todo, hierro. Es precisamente éste el que provoca el tono anaranjado de los ríos. Y va a más. "El problema se está propagando lentamente con el tiempo desde las cabeceras pequeñas hacia los ríos más grandes", ha asegurado otro de los científicos que estudian el fenómeno, Taylor Evinger. "Cuando surgen problemas o amenazas emergentes, debemos poder comprenderlos".
Las consecuencias pueden ser incalculables. “La nueva composición del agua ya está afectando a los ecosistemas, convirtiendo áreas saludables en hábitats degradados con un número menor de peces e invertebrados. Además, muchas de las pequeñas comunidades rurales que viven en la zona dependen de estos ríos para obtener agua potable, así como de actividades como la pesca, que podrían verse gravemente afectadas.