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La contaminación importada de otros países nos está matando
El ozono troposférico procedente de fuera de nuestras fronteras contribuyó al 88,3% de las muertes atribuibles a este contaminante en 35 países europeos.
Cuando pensamos en contaminación ambiental y sus consecuencias para la salud, inevitablemente, miramos a lo que tenemos más cerca: los vehículos de combustión, las calefacciones de carbón, las fábricas. Pero, ¿qué pasa con todo aquello que viene de mucho más lejos? ¿Cómo y cuánto nos afecta?
Es lo que ha tratado de calcular, por primera vez, un estudio llevado a cabo por el Barcelona Supercomputing Center e ISGlobal. En concreto, ambos organismos han estudiado el ozono troposférico (O3), cuya presencia en el aire es una de las principales causas de mortalidad prematura, y que viaja de un lugar a otro.
La mayor parte de esa contaminación (un 56,7%) procede de fuera de Europa, principalmente de Norteamérica y Asia
Según han contabilizado los investigadores, durante el período estudiado (de 2015 a 2017), se produjeron en Europa 114.447 muertes atribuibles al ozono troposférico. En promedio, solo el 11,7% de estas muertes se debieron al ozono generado en el mismo país donde se registraron las defunciones, mientras que el 88,3% restante fue consecuencia del llamado ozono transfronterizo.
¿Y de dónde viene ese ozono? La mayor parte (un 56,7%) de fuera de Europa, principalmente de Norteamérica y Asia. El ozono de otros países europeos representa el 20,9% de la mortalidad, mientras que el transporte marítimo explicó el 7,2%.
Dentro de Europa, los países más industrializados son los que más contribuyen a este problema. En primer lugar se sitúa Francia, con un número estimado de 4.003 muertes, seguida de Alemania, con 3.260 muertes. Ambos tuvieron impactos significativos en sus países vecinos. Los que más lo sufren son los países más poblados (Alemania, Italia, Francia, Reino Unido, España y Polonia), aunque las mayores tasas de mortalidad se produjeron en los países del sudeste del continente: Bulgaria, Serbia, Croacia, Hungría, Grecia y Rumanía.
El veneno invisible
El ozono troposférico es un contaminante difícil de medir. El motivo es que no se emite directamente, sino que se genera a partir de otros gases, principalmente óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, fruto de actividades antropogénicas como la industria y el tráfico rodado. Al reaccionar a la radiación solar, se produce una reacción fotoquímica que da como resultado el ozono.
Las consecuencias para la salud humana están ampliamente estudiadas. Se sabe que un elevado nivel de O3, algo que ocurre principalmente en verano, está relacionado con enfermedades respiratorias como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o la disminución de la función pulmonar, así como diversas infecciones respiratorias.
Ante los resultados del estudio, los científicos advierten de que sus conclusiones no deben llevar a la inacción a nivel local, sino a una serie de medidas que se adopten de manera coordinada y global, tanto a nivel nacional como comunitario y extracomunitario. Porque el aire que respiramos no entiende de fronteras.