‘Sabor salado’ cumple 35 años: el giro crudo de Los Ronaldos
El tercer disco de la exbanda de Coque Malla se publicó el 1 de mayo de 1990

Coque Malla, exlíder de Los Ronaldos, en 2023. / Europa Press News
En 1990, Los Ronaldos se desmarcaron de la imagen de banda festiva y provocadora que habían cultivado con Los Ronaldos (1987) y Saca la lengua (1988). Lo hicieron con Sabor salado, un disco que marcó una inflexión en su carrera: más introspectivo, más seco, más adulto. Grabado en Moles Studios, en Bath (Reino Unido), con producción de John Cale —exintegrante de The Velvet Underground—, el álbum fue recibido con perplejidad por una parte del público, pero con respeto por quienes supieron leer en él la búsqueda de una nueva profundidad.
La transformación no fue solo sonora —más sobria y áspera, menos luminosa—, sino también lírica. Las letras de Sabor salado abandonaban el descaro adolescente de “Adiós papá” o “Si os vais” para adentrarse en territorios más sombríos. Aparecen la duda, el desencanto, las heridas emocionales. Canciones como “Sabor salado” hablan de vacíos íntimos, de deseos insatisfechos, de relaciones que no terminan de encajar. Hay un Coque Malla que ya no lanza proclamas con desparpajo, sino que se pregunta cosas, que exhibe grietas, que busca consuelo sin encontrarlo del todo.
El cambio fue estimulado por Cale, que planteó un enfoque menos complaciente. Según ha contado Malla, el productor galés los empujó a centrarse en la emoción real de las canciones, por encima de la corrección formal. Esa dirección marcó también la manera en que fueron interpretadas las letras: con un tono más contenido y sincero. El grupo no solo estaba cambiando de piel, también empezaba a hablar un nuevo lenguaje emocional.
LOS40 Classic
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El contraste con los discos anteriores es evidente. Donde antes había euforia, ahora hay una especie de calma inquietante. Las historias de Sabor salado no están pensadas para provocar sonrisas, sino para remover. Las canciones tienen una estructura menos inmediata, como si el grupo buscara deliberadamente desafiar al oyente que esperaba más de lo mismo. Además, Coque Malla reveló que Cale les animó a dejar imperfecciones en las grabaciones para capturar la emoción auténtica. “Nos animó a aceptar los errores. No buscaba la perfección, sino el sentimiento”, recordó Malla años después.
Ese movimiento de ruptura no se tradujo en un éxito comercial inmediato. Sabor salado vendió menos que sus antecesores, y algunos lo leyeron como un tropiezo. Pero el tiempo ha corregido esa percepción. Hoy es visto como un disco de transición valiente, que abrió la puerta a una etapa más compleja para la banda y anticipó la evolución de Coque Malla como compositor. El mismo Malla ha reconocido que ahí empezó a gestarse la necesidad de decir otras cosas, de buscar una voz propia más allá de los clichés del rock juvenil.
El disco tuvo continuidad con Cero (1992) e Idiota (1994), donde el grupo siguió indagando en esa línea más sobria y adulta, antes de separarse definitivamente en 1998. En 2007, Los Ronaldos volvieron para una breve gira y un nuevo EP, 4 canciones, que contenía “No puedo vivir sin ti”, un tema inesperadamente masivo. Pero para muchos, el verdadero punto de madurez artística del grupo había sido Sabor salado.
A tres décadas de su lanzamiento, ese disco sigue siendo una obra por redescubrir. No solo por su sonido áspero y directo, sino por la honestidad que atraviesa sus letras, por la forma en que una banda de éxito decidió abandonar la zona de confort para hablar de lo que de verdad empezaba a doler. Sabor salado es el álbum donde Los Ronaldos dejaron atrás el desenfreno para mirar hacia dentro. Y en ese acto de mirar —con incomodidad, con dudas, con rabia contenida— nació uno de sus trabajos más auténticos.












