Muere James Foley que puso en imágenes la saga ’50 sombras de Grey’ y era un habitual de Madonna
A los 71 años dice adiós un habitual de Hollywood

James Foley y Madonna en el rodaje de '¿Quién es esa chica?' en 1987. / Vinnie Zuffante
A los 71 años, James Foley ha muerto este jueves por un cáncer cerebral, informa su representante al periódico especializado The Hollywood Reporter: “Murió tranquilo mientras dormía”.
Quizás no era de los nombres que sonaban con más fuerza en Hollywood, pero deja un importante legado tanto como cineasta como director de videoclips, especialmente, de Madonna.
El director estadounidense nació en Brooklyn en 1953 y ha dejado una huella significativa en el cine y la televisión a lo largo de más de cuatro décadas de carrera. Su debut en la dirección fue con Rebeldes temerarios (1984), una de esas películas juveniles con historia de amor entre un jugador de fútbol y una animadora. Y ese concepto, con toque de sensualidad, estaría muy presente en el resto de su obra.
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Fue A Quemarropa (1986), protagonizada por Sean Penn y Christopher Walken, la que consolidó su reputación. En 1992, dirigió Glengarry Glen Ross, adaptación de la obra de David Mamet, que contó con un elenco estelar y le valió a Al Pacino una nominación al Oscar.
En los años 2000, dirigió películas como Confidence (2003) y Perfect Stranger (2007). Tras un breve retiro, regresó para dirigir las secuelas de 50 sombras de Grey que tanto éxito de taquilla tuvieron gracias a una novela que desató un enorme fenómeno fan.
En televisión, dejó su marca en series como House of Cards, Billions, Hannibal y Twin Peaks. Pero si hubo una relación fructífera en su carrera fue la que mantuvo con Madonna.
Relación con Madonna
Si hubo una artista con la que trabajó estrechamente fue con Madonna, sobre todo, en sus inicios, marcando una etapa clave en su evolución artística y visual.
Todo comenzó en 1986, cuando Foley dirigió los videoclips de Live to Tell y Papa Don’t Preach, dos piezas que mostraron una Madonna más madura y cinematográfica. En Live to Tell, Foley capturó una imagen más sobria e introspectiva de la artista, mientras que en Papa Don’t Preach la situó en un entorno obrero, aportando una narrativa más realista y emocional.

Ese mismo año, Madonna confió nuevamente en Foley para dirigir la película Who's That Girl (1987), una comedia donde interpretaba a Nikki Finn, una joven excéntrica injustamente encarcelada.
Aunque la película fue un fracaso comercial y recibió críticas negativas, la colaboración entre ambos fue intensa. Foley, con solo 28 años, reconoció que aceptó el proyecto por las razones equivocadas, atraído por la oportunidad de trabajar con una gran estrella en una producción de Warner Bros. A pesar de las dificultades, ambos decidieron no darle demasiada importancia
A lo largo de su carrera, Foley también dirigió la introducción del video Madonna Live: The Virgin Tour, consolidando aún más su influencia en la construcción de la imagen de la artista.
Pero su relación iba más allá de lo profesional, de hecho, el director fue el padrino de boda de Madonna con Sean Penn.
En resumen, la colaboración entre James Foley y Madonna fue fundamental en la transición de la cantante hacia una artista más madura y compleja, dejando una huella indeleble en su carrera y en la cultura pop de los años 80.