Pelayo Díaz se rompe en el puente de las emociones de ‘Supervivientes’ al hablar de bullying o David Delfín
Un puente que a muchos no les ha hecho cambiar su percepción sobre él
Pelayo Díaz recorre el puente de las emociones en 'Supervivientes'. / Mediaset
Supervivientes es un programa de emociones y bien lo sabe Manuel González que fue expulsado la semana pasada. Nuevos concursantes se enfrentan a ese momento esta semana tras las nominaciones. La aventura se vive de manera muy extrema para lo bueno y para lo malo y bien lo saben los concursantes que todavía quedan en Honduras después de más de dos meses de supervivencia. Damián se reencontraba con su mujer a la que no esperaba ver por esos lugares. Joshua ha conocido la decisión del equipo médico sobre su futuro en el concurso tras sufrir un brote de herpes zóster. Y Pelayo Díaz ha recorrido el puente de las emociones.
El estilista es una de esas personas que partía con una base de detractores fuertes, pero, poco a poco, ha ido ganándose a muchos con su concurso. Este domingo le hemos podido conocer un poco más cuando le ha tocado hablar de su familia, de David Delfín, el éxito o el bullying que sufrió en el colegio.
La familia de Pelayo
El primer peldaño que le tocaba recorrer era el de la familia que admitía que no es muy grande y con orígenes humildes: “No nací en una familia que lo tenía todo, pero nací en una familia que trabajó muy duro para darnos la mejor vida posible a mí y a mi hermana, para que pudiésemos tener las oportunidades que quisiéramos escoger. Estaré eternamente agradecido siempre a lo mucho que se empeñaron en que tuviera una educación”.
“Hoy en día me doy cuenta de que las cosas no te las regalan. Cuesta mucho llegar a cualquier sitio, el día a día es muy duro. Gracias a la infancia que he tenido y lo que me enseñaron en casa estoy donde estoy hoy", reconocía. Confesaba que lleva a toda su familia tatuada.
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"Siento que no les veo tanto como quisiera desde que me fui de casa hace 20 años, pero me fui persiguiendo un sueño que era estudiar moda en Londres en una Universidad que era muy difícil acceder”, admitía. Agradecía el empeño de sus padres en que tuviera una educación y recordaba el acuerdo al que llegaba con su padre. Si aprobaba el examen de acceso en esa universidad se podría quedar, si no, tendría que volver a Oviedo y trabajar para él.
“Cuando hice la prueba de acceso, después de un año preparándome, y me aceptaron fue la primera vez que vi a mi padre llorar diciéndome que había hecho ese trato conmigo porque sabía que lo iba a conseguir", relataba emocionado y rompiendo a llorar. Reconocía que siempre ha sentido el apoyo de su familia.
Ahora, a tantos kilómetros de casa y tanto tiempo para reflexionar ha llegado a una conclusión: "Me he prometido que mínimo un fin de semana al mes voy a subir a Asturias a dedicarle tiempo a mis padres, a mi abuela, a mi hermana, a mis sobrinos, que no me quiero perder cómo crecen. Estando aquí me he dado cuenta de que la familia que tenemos y la que elegimos -mis amigos- son mi prioridad total y la van a tener".
Pelayo, víctima de bullying
El segundo escalón de este puente giraba en torno al bullying que sufrió en el colegio. "Estudié 14 años en un colegio de monjas del que nunca he dicho el nombre porque lo pasé muy mal. Pasé cosas que ni siquiera a mis padres les he contado nunca”, confesaba.
“Sé que es algo que está a la orden del día, pero siento que desde pequeño era el enano, el maricón, no se me escuchaba, no se me hacía caso, no me escogían para jugar en el colegio al fútbol porque no jugaba bien, jugaba con las niñas porque sentía que empatizaban más conmigo. Un día llegue a clase y ninguna de mis amigas me hablaban. Y vino una amiga y me dijo que la monja les había pedido que no hablaran conmigo porque tenía que hablar con los niños. Estuve así una semana sin que nadie me hablara porque a una monja se le había ocurrido que los niños tenían que jugar con los niños y las niñas con las niñas", contaba.
"Siento que para que se me escuchara para que la gente me hiciera caso tenía que ser súper cortante, hoy en día soy muchas veces brusco y cortante cuando en realidad no hace falta ya, pero me está costando muchos años de terapia”, asumía.
“No tengo que ser ese Pelayo ya. Es algo que quiero cambiar y que curiosamente trato así a la gente que más me importa. Tuve una discusión muy grande hace tres años con mi hermana y me siento mal desde entonces. Nos dijimos cosas que duelen... y no hace falta ser así ya", reflexionaba.
El éxito de Pelayo
“Es una palabra que parece muy jugosa, parece una recompensa de las que nos ofrecéis los domingos, pero como cada recompensa a veces tiene truco”, aseguraba sobre lo que supone para él el éxito.
Reconocía que está viviendo la vida que él quería, “ser mi propio jefe, viajar por el mundo, trabajar en el mundo de la moda, tener tiempo para mí, no me puedo quejar y la verdad que me vino bruscamente en Telecinco con el programa Cámbiame y siento que fue tan del día a la mañana, que no sé si me pude aclimatar”, admitía.
Llegó a sentir que no estaba gestionando bien el éxito, me arrepiento de lo mal que lo gestioné porque el primer año, ese verano cuando subí a pasar el verano con mi familia veía que no entendían que yo estuviera agobiado, no sé si la gente puede llegar a entender, era como si de repente no tuvieras libertad porque en cualquier momento te estaban mirando, te estaban reconociendo y no disfrutas de momentos privados como el irte tú solo a la playa”, seguía reflexionando. Hasta que dijo ‘hasta aquí’.
Pelayo recuerda a David Delfín
El siguiente peldaño quizás era el más complicado para él. “A Bimba le voy a estar agradecido toda mi vida porque ella fue quien, por casualidad, me presentó a David un día que nos encontramos ella y yo. Y David Delfín, qué decirte… Seguro que mis padres se acuerdan cuando una noche, cenando en la cocina, cuando yo tenía 15 o 16 años, vi por televisión que un diseñador había encapuchado sus modelos y había causado un gran revuelo. Yo me acuerdo que solté el tenedor y dije, ‘mamá, lo quiero conocer’. Cada vez que bajábamos por Madrid yo me pasaba por su tienda, me compraba una camiseta o miraba, por lo menos, para empaparme de ese mundo de él y siempre le dejaba una carta que él, años después, me confesó que nunca le dieron”, desvelaba sobre la admiración que sentía por él.
Recordaba cómo en una Fashion Week, Bimba se lo presentó y al encontrarse por fin con él, se quedó mudo. “Nos intercambiamos el mail y empezamos a hablar por mail, pero nuestra amistad comenzó porque él me mandaba libros a Londres para que yo los leyera y yo le devolvía una carta hablando de lo que estaba haciendo y de lo que me había parecido el libro. Y así estuvimos seis años porque ambos teníamos pareja”, explicaba.
Pero tras esos seis años, volvieron a coincidir ambos ya sin pareja y quedaron para una cena que Pelayo no podrá olvidar en la vida. “Recuerdo abrir la puerta y encontrarme a David con esa cicatriz que tenía, esos ojos verdes, llevaba braquets dorados y decir, estoy enamorado, pero intentaba ser como guay, pero recuerdo que me metí al baño para lavarme las manos y salí, le vi de espaldas en la mesa y pensé, deja de hacerte el guay, si estás enamorado hasta las trancas”, recordaba.
Estuvieron juntos entre 2010 y 2014. “Aprendí una lección, que no hay que ser orgulloso, porque yo no volví con él cuando él me lo pidió porque sentía que siempre estaba disponible para él y entonces dije, vale, pues ahora no voy a volver y me arrepiento de no haber vuelto porque yo quería volver y quise hacerme el duro unos meses y no sabemos el tiempo que tenemos aquí y él te puedo asegurar que era una persona super disfrutona, éramos los dos los más disfrutones. Nos íbamos a cualquier sitio y teníamos rutinas absurdas como ver pelis hasta las dos de la mañana y luego bajar a la tienda de la esquina, coger provisiones y vernos otro maratón de pelis”, seguía recordando con la mirada iluminada.
Se rompió cuando Laura Madrueño le preguntaba por el día en el que David falleció. “El día que se murió David fue terrible”, aseguraba. Contaba que fue un año pendiente de esa llamada “y ver cómo una persona que tenía toda la luz del mundo marchitarse, y ver cómo le costaba que le viéramos así y cuando volví en ese AVE que fue el más largo del mundo y subí esas escaleras y le vi en la cama, no me podía creer que era para despedirme de él. Era la primera vez, además, que yo me enfrentaba a la muerte de alguien querido”, aseguraba recordando el estado de shock en el que vivió todo aquello que lo recuerda como una película, algo que no le pasó.
“Yo siento que David está de viaje y que en algún momento volverá y tendrá muchísimas cosas que contar, es como que prefiero vivir su ausencia, no sé si es negación o la forma que tenemos cada uno de afrontar la pérdida de alguien”, admitía y desvelaba que todos los libros que tiene dedicados por él y hay uno que decía, “Pelayo, si me necesitas, llámame. Eso. Y hay muchas veces que voy a la estantería, abro esa hoja y leo, ‘si me necesitas llámame’ y me pongo a hablar solo como un tonto, pero siento que está, lo noto muy cerca”.
Pelayo, enamorado
Terminaba su puente hablando del amor y el futuro. Reconocía que ha sido súper afortunado en el amor con 6 o 7 parejas con las que se lleva genial. "Ahora la verdad es que estoy súper enamorado de Gal”, admitía sobre el chico que fue a Honduras a reencontrase con él.
“Ahora hacen cuatro años que llevamos a distancia y vino la semana en la que Andy y yo decidimos separarnos y, estando aquí me doy cuenta de que en el futuro lo quiero todo con él. Quiero hacerme mayor con él y formar una familia con él. Quiero ser papá con él y casarme con él cuando él quiera", expresaba, “y no quiero esperar".
Antes de despedirse mandaba una felicitación de cumpleaños a su hermana junto a palabras muy inspiradoras.
Reacción de la audiencia
Pese a ser tan sincero y darlo todo en el puente de las emociones, algo que muchos han sabido valorar y aplaudir, todavía sigue teniendo detractores que no se dejan ablandar por momentos tan emotivos como este.
Veremos si llega a la final, de momento, no se ha enfrentado a una nominación.
