Techno en clave Trans: cuando la música dance se convirtió en refugio y altavoz de artistas como Sophie, Arca y Samantha Hudson
Hoy, más que nunca, la pista de baile es un lugar de resistencia

Samantha Hudson lanza 'Música para muñecas'. Su nuevo disco. (Imagen cedida por Subterfuge records)
En las pistas de baile, donde los cuerpos se liberan y el ritmo se impone al juicio, el techno ha sido mucho más que un género musical: ha sido un refugio, un espacio de resistencia y una plataforma de expresión para artistas trans que han encontrado en la electrónica un lenguaje propio. Figuras como SOPHIE, Arca y Samantha Hudson no solo han revolucionado la música, sino que han reconfigurado el significado de identidad, género y visibilidad en la escena contemporánea.
Desde sus orígenes en los clubes underground de Detroit y Berlín, el techno ha estado vinculado a comunidades marginadas. Su carácter experimental, su anonimato estético y su potencia física lo convirtieron en un terreno fértil para quienes no encajaban en los moldes normativos. Para artistas trans, esta escena ofrecía algo más que beats: ofrecía libertad.
La productora escocesa SOPHIE, fallecida en 2021, fue pionera en este sentido. Su música, una mezcla de pop sintético y electrónica abrasiva, rompía con las estructuras tradicionales tanto sonoras como de género. SOPHIE no solo manipulaba sonidos, sino también percepciones. En una de sus pocas entrevistas, declaró: "Para mí, la transgeneridad es tomar el control para dar forma a tu cuerpo y presentarte al mundo como quieras. La música electrónica me permite hacer eso con el sonido".
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En temas como It’s Okay to Cry, la artista se mostraba vulnerable y poderosa, desdibujando las fronteras entre lo humano y lo digital, lo masculino y lo femenino.

Arca, por su parte, ha llevado esta exploración a un terreno aún más visceral. La artista venezolana ha hecho del caos sonoro una declaración de identidad. Su música, que fusiona glitch, reguetón, ambient y noise, es un espejo de su experiencia como persona trans no binaria.
En una entrevista con Pitchfork, Arca expresó: "Mi música es un espacio donde puedo existir sin tener que explicarme. Es un lugar donde puedo ser todas mis versiones a la vez". Su obra es un manifiesto de disidencia, una performance constante que desafía las categorías impuestas.

En España, Samantha Hudson ha sabido combinar el techno con el humor, la crítica social y la provocación. Su estética kitsch y su discurso irreverente han hecho de ella un icono queer. Aunque su estilo musical abarca desde el pop hasta el electropunk, es en la pista de baile donde su mensaje cobra fuerza.
Su último álbum Música para muñecas lo define como "un diario personal en clave de electrónica que habla de la disforia y la euforia de género, del éxito y del fracaso". Y añade: "Lo hago todo desde el alma y con el coño, y esa es una fórmula que jamás puede fallar".

También Yenesi ha irrumpido en la escena con una propuesta que mezcla techno, trance y pop con una estética profundamente queer. Autobautizada como "la diva del extrarradio", su música es directa, emocional y cargada de ironía. En entrevistas ha declarado: "La electrónica me permite canalizar todo lo que siento sin filtros. Es como gritar con sintetizadores". Su presencia en festivales y redes sociales ha hecho de ella una voz generacional para la juventud trans y queer en nuestro país.

Lo que une a estas artistas no es solo su identidad trans, sino la forma en que han utilizado la música electrónica para narrar sus vivencias, para crear comunidad y para reclamar un espacio en una industria que históricamente las ha invisibilizado. El techno, con su capacidad para romper estructuras, ha sido el vehículo perfecto para esta revolución.
Hoy, más que nunca, la pista de baile es un lugar de resistencia. En cada drop, en cada sintetizador distorsionado, late una historia de lucha, de transformación y de orgullo. Porque cuando el techno suena en clave trans, no solo se baila: se afirma la existencia.