Día Mundial de las Redes Sociales: un altavoz global que ha transformado la industria musical
TikTok, Instagram o YouTube han sido escenarios del nacimiento de múltiples artistas y el lugar de resurrección de temas olvidados

Ke$ha, Lola Young, Pablo Alborán o Daniela Blasco, entre los artistas que han vivido el impulso de las redes sociales en su trayectoria musical. / Jeff Kravitz/AMA2010
En la última década, las redes sociales se han convertido en uno de los motores más potentes de la industria musical. Lo que antes dependía al completo de la radio, la televisión o el boca a boca, hoy puede suceder con un solo clic, un vídeo viral o un trend de baile. En el Día Mundial de las Redes Sociales, es imposible no detenerse a mirar cómo plataformas como TikTok, Instagram o YouTube han cambiado radicalmente el mapa del éxito musical: descubren nuevos artistas, resurgen clásicos olvidados y convierten una melodía cualquiera en el himno de una generación digital.
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De la habitación al estrellato
El fenómeno es tan común como extraordinario: un joven publica un vídeo cantando en su habitación y, semanas después, ficha con una gran discográfica y agota entradas en sus conciertos. Ejemplos como estos se multiplican, y nombres como Pablo Alborán, Shawn Mendes o Sam Ryder son prueba viviente de cómo el talento, cuando se combina con la visibilidad de las redes sociales, puede encontrar su camino al gran público sin necesidad de intermediarios tradicionales.
En 2010, Pablo Alborán subió a YouTube un sencillo vídeo cantando Solamente tú desde su salón. La respuesta fue masiva: millones de visualizaciones, atención mediática y una posterior carrera meteórica que lo llevó a ser número uno en España. Años después, el canadiense Shawn Mendes siguió una ruta parecida desde Vine, donde sus microvídeos versionando temas populares le dieron una base de fans leal que luego impulsó su despegue internacional.
LOS40
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Sam Ryder, por su parte, fue uno de los grandes fenómenos de la pandemia. En 2020, durante el confinamiento, comenzó a subir covers a TikTok con una voz poderosa y una imagen carismática. En cuestión de meses, se convirtió en el artista británico más seguido en la plataforma y, en 2022, representó al Reino Unido en Eurovisión, quedando en un sorprendente segundo puesto. Un ascenso que hubiera sido impensable sin la fuerza amplificadora de las redes sociales.

Otros artistas, como el canario Quevedo, el revolucionario Lil Nas X o la jovencísima Daniela Blasco también han sabido explotar el poder viral de las plataformas para posicionarse en el mainstream. En muchos casos, el algoritmo ha sido el mejor agente de marketing.
El efecto 'trend': cuando una canción se vuelve viral
Si antes era la industria la que marcaba las canciones del verano o del momento, hoy son los usuarios quienes deciden. Un baile, un challenge o simplemente un momento emocional compartido con la música adecuada pueden catapultar una canción al top global, incluso aunque tenga años de antigüedad.
TikTok es el escenario principal de este fenómeno. Allí, temas como Messy de Lola Young, Ordinary de Alex Warren o Snap de Rosa Linn encontraron una segunda vida. La primera, una balada intimista y con un mensaje muy personal, lanzada sin grandes pretensiones, se convirtió en la banda sonora de miles de vídeos de desamor. La segunda, a pesar de su discreto estreno, los usuarios usaron su audio en redes y se ha convertido en número 1 en la Lista oficial de LOS40 hasta tres veces. Y la última, que representó a Armenia en Eurovisión 2022 sin demasiado éxito inicial, acabó entrando en los rankings con más escuchas de medio mundo tras viralizarse en TikTok meses después del certamen.

Pero no solo las canciones nuevas se benefician del empuje social. Clásicos del pop como Your Love Is My Drug de Ke$ha o Bye Bye Bye de *NSYNC han vuelto a sonar con fuerza gracias a trends nostálgicos. Lo mismo ha ocurrido con Running Up That Hill de Kate Bush, que alcanzó el top 10 global en 2022 tras aparecer en la serie Stranger Things, y luego expandirse como fuego en redes sociales. O con Murder on the Dancefloor de Sophie Ellis-Bextor, que volvió al radar global en 2024 gracias a su aparición en una escena viral de la película Saltburn.

En muchos casos, el contexto visual o narrativo de los vídeos transforma completamente la percepción de la canción, dándole un nuevo significado emocional y estético. Lo que fue creado para una discoteca en los 2000 puede convertirse en la banda sonora de un momento melancólico en 2025.
La nueva fórmula del éxito
La influencia de las redes no solo afecta la forma en que se descubren canciones, sino también cómo se producen. Hoy, muchos artistas y productores piensan directamente en TikTok a la hora de componer: letras pegadizas, hooks que cautiven en los primeros segundos, o incluso fragmentos diseñados para ser bailables en vertical. La música se hace, en parte, para la viralidad.
Eso no significa que la calidad musical esté en decadencia, pero sí que hay una nueva dinámica que premia la inmediatez y la conexión emocional directa. Artistas como Doja Cat, Olivia Rodrigo o Rauw Alejandro han comprendido perfectamente esta lógica, combinando presencia digital, carisma y una visión clara de cómo sus canciones pueden vivir más allá del streaming tradicional.
Sin embargo, también hay críticas. Algunos expertos temen que la presión por crear contenido viral lleve a fórmulas repetitivas o a relegar la exploración artística en favor del algoritmo. La música corre el riesgo de volverse efímera, diseñada para durar 15 segundos, lo que contrasta con las obras pensadas para trascender generaciones.
¿Democratización o saturación?
Lo que es indudable es que las redes sociales han democratizado el acceso a la música. Hoy, cualquier persona con talento y una conexión a internet puede llegar a millones. Pero esta accesibilidad también implica una saturación del mercado, donde destacar es cada vez más difícil. Las plataformas albergan decenas de miles de canciones al día, y solo una fracción logra encontrar su público.
Por eso, más allá del algoritmo, lo que sigue marcando la diferencia es la autenticidad. Cuando un artista conecta de verdad, se nota. Cuando una canción captura un sentimiento compartido, se propaga. Las redes sociales no crean talento, pero sí lo revelan, amplifican y moldean.
En resumen, las redes sociales han redefinido qué significa "triunfar" en la música. Han abierto caminos alternativos, resucitado joyas del pasado y dado voz a artistas que, de otro modo, quizás nunca habríamos escuchado. En este nuevo escenario, el éxito puede estar a un solo clic o a un trend de distancia.