‘Infiltrada en el búnker’: el documental que narra el infierno de la experimentación animal desde dentro
Amazon Prime ha estrenado un impactante documental sobre el controvertido laboratorio de Vivotecnia, en Madrid, donde una activista se infiltró durante 18 meses.
Una imagen del documental 'Infiltrada en el búnker'.
Carlota Saorsa es un nombre ficticio. Una identidad creada para proteger a una mujer que, durante 18 largos meses, fue testigo del maltrato sistemático a toda clase de animales en el laboratorio de Vivotecnia, ubicado en la localidad madrileña de Tres Cantos. Perros, primates, conejos, ratas… Carlota no sólo fue testigo de la brutalidad con la que se trata a los animales en el interior de las instalaciones, sino que se vio obligada a participar de ella para no levantar sospechas y lo grabó todo, gracias a unas gafas con cámara incorporada que le permitieron hacerlo sin levantar sospechas.
La historia, que ya supuso un gran escándalo al hacerse públicas las imágenes hace cuatro años y levantó airadas protestas entre los colectivos animalistas, llega ahora a la televisión de la mano de Amazon Prime. El documental ‘Infiltrada en el búnker’, dirigido por Pedro de la Chica, cuenta todo el proceso de infiltración de Carlota, en uno de esos largometrajes que invitan a hacernos preguntas: ¿Qué estamos haciendo con los animales? ¿Hasta qué punto el ser humano puede insensibilizarse hacia el dolor ajeno cuando ejerce la violencia de manera sistemática? O lo que quizá es más importante: ¿tiene sentido seguir llevando a cabo este tipo de brutales experimentos, con todo lo que ello conlleva a nivel ético?
La respuesta parece más clara si atendemos a los datos. Diversos estudios como el realizado a cabo por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) certifican que en torno al 96% de los experimentos en animales son un fracaso, dado que sus conclusiones no pueden aplicarse a los seres humanos. De hecho, hay ejemplos conocidos de medicamentos que funcionaron en animales pero fracasaron o fueron tóxicos en humanos, como el caso del Vioxx o Thalidomida. Existen alternativas, como los modelos generados por inteligencia o el empleo de herramientas como las células madre, pero son más costosas. Y tal y como denuncian los activistas, empresas como Vivotecnia generan un suculento negocio.
'Infiltrada en el búnker' no ahonda en todas esas disquisiciones de índole científica o técnica, sino que se centra en el personal descenso a los infiernos de una persona, Carlota, para volver y poder contarlo. También en el de uno de los animales que encuentra en el sórdido laboratorio madrileño: una perra de raza Beagle –como la mayoría que se emplean para la experimentación animal– que, como los demás, ha viajado desde el Reino Unido a Tres Cantos para afrontar una muerte segura tras una corta vida llena de sufrimiento. Al contrario que sus compañeros, la suerte le sonríe y acaba siendo adoptada por la propia Carlota.
Crueldad extrema
Esa es, quizá, la nota más amable y esperanzadora de un documental en el que, pese a la crudeza del tema, no abundan las imágenes explicitas, esas que obligan al espectador a cerrar los ojos ante la violencia y que están presentes en otros documentales centrados en la explotación animal como ‘Earthlings’ o ‘Dominion’. Pero esa violencia se intuye, se escucha, se siente. Y también se sufre. Especialmente cuando los trabajadores de Vivotecnia se ensañan con los animales con referencias, entre risas, a las similitudes entre las instalaciones y las cámaras de gas nazis. O cuando uno de ellos decide, por pura diversión, romperle la columna a un conejo y disfruta viendo cómo se arrastra por el suelo en medio de una tortuosa agonía.
A día de hoy, Vivotecnia sigue funcionando a pleno rendimiento
Más allá de todo aquello que sucede tras las paredes (completamente opacas, sin ventana alguna) del laboratorio de Vivotecnia, 'Infiltrada en el búnker' detalla también el tenso proceso de infiltrarse en una empresa para denunciar las prácticas que allí se suceden a diario. Los miedos, las dudas. Por momentos, incluso también la paranoia y la manía persecutoria. Sentimientos más que comprensibles por parte de una protagonista que, en un acto de heroicidad, decide dejar de lado sus propias emociones para hacer pública una realidad oculta que, poco a poco, la va destruyendo por dentro hasta que finalmente no aguanta más.
Cabría pensar que, tras el escándalo, Vivotecnia cerró sus puertas, como sucedió en un caso similar en Alemania. Pero no fue así: después de que la ONG Cruelty Free International divulgase los vídeos grabados por Carlota, la Comunidad de Madrid suspendió temporalmente la actividad del laboratorio y la Dirección General de Derechos Animales del Gobierno central anunció que los animales serían rescatados. Sin embargo, la presión ciudadana disminuyó con el tiempo y la empresa reanudó sus operaciones con el visto bueno del gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Ahora, los activistas esperan que el documental de Amazon Prime devuelva el caso a la actualidad y los animales que aún permanecen en Vivotecnia puedan, finalmente, tener una vida libre de sufrimiento.