Crónica: Jennifer Lopez, incombustible en un Madrid que le revalida su título de diosa del espectáculo

Jennifer Lopez llevaba seis años sin irse de gira... y menos mal. Si con un parón de más de un lustro ―por decir algo, porque parar, lo que se dice parar, no ha parado― ha hecho lo que hizo este 13 de julio en Madrid, es inimaginable el nivel que alcanzaría si hubiera estado en continuo movimiento desde entonces.

Pero es algo que los más de diecisiete mil asistentes que tenían cita en el Movistar Arena sabían cuando compraron sus entradas. El estadio tardó en completarse, quizá por el calor infernal que se vivía afuera, pero acabó lleno como pocas veces antes se ha visto. Eso sí, las temperaturas no eran la razón por la que había una encargada específica de comprobar que los ventiladores de JLo funcionaran correctamente.

Una diva, sabemos por currículo que valiente y poderosa, necesita el pelo al aire. Y que la esperen. Demostrando este segundo tópico, la artista pisaba el escenario con unos minutos de más a ritmo de On The Floor. Y de repente ese retraso de pocos minutos se tradujo en quince años: el hit que consiguió cuatro veces llegar a lo más alto de nuestra lista teletransportó a los asistentes hasta 2010.

No tardó demasiado en cantar una de sus unreleased y hacer su declaración de intenciones. Su vuelta a los escenarios no es solo una colección de hits, sino una experiencia que la pretende celebrar como artista. Pero ese Save Me Tonight no tardó en ser opacado con las coreadas Booty y Ain't Your Mama. Esta última, por cierto, se mezclaría con Sexy MF de Prince.

Con remixes y a lo loco

No se haría de rogar una segunda mezcla de números 1. JLo es la única capaz de transformar su conocidísimo Jenny From The Block en un híbrido con el We Will Rock You de Queen. Quién sabe, quizá es lo que Freddie Mercury hubiera querido.

Siempre conjuntada con la ocasión, pasaría de una gorra, capa con flecos y botas plateadas a un look rockero con cadenas por todo el cuerpo. Porque ella es real, tal y como dice una de las canciones que incluyó en este segundo tramo.

Temazos atemporales en un show a contrarreloj

Un tercer acto marcado por un espectáculo de sillas ―hipnótico, si cabe resaltarlo― en su Birthday, empezó con un sensual I'm Into You en el que apenas se echó de menos a William Levy, quien en su día protagonizó su videoclip. Generalmente no faltó nadie, ni si quiera en sus colaboraciones más sonadas. JLo y su escenario contra el mundo.

Cuando nadie dudaba de la legitimidad de que ella era el espectáculo, actuaciones como las de Love Don't Cost A Thing y All I Have lo dejaban más que claro. Entre el público, había quien esperaba exactamente eso de ella y quien no daba crédito a estar tremendamente entretenido. Es curioso, porque las expectativas a la persona que consiguió que se creara Google Imágenes siempre le sientan a su favor.

Cambiar el R&B por el taconeo

Después, y adivinándose como una de las partes más emotivas de la noche, volvió al escenario con una luz tiñéndolo todo de rojo. La esperaba un guitarrista que, contra todo pronóstico, empalmó una melodía a las seis cuerdas con una versión del Gracias a la vida de Violeta Parra.

Hubo quien se decepcionó ligeramente con If you had my love, y eso que era una de las más esperadas: la neoyorquina cambió el R&B que marca el tema por un trabajado toque flamenco. Claro que, si bien fue un chasco para algunos, fue uno de los momentazos de la noche para otros.

Ya sin el mantón, se animó a cantar en español Qué Hiciste y Si una vez, de su admirada Selena. Se agradeció, porque casi habló en su totalidad en inglés en sus intervenciones con el público. Pero llegó a decir "hostia", así que está más que perdonado.

Un anillo para conquistarlos a todos

Tras Wreckage Of You, otra inédita que habla de hacerse fuertes ante las adversidades ―hay quien dice que va para Ben Affleck―, se aventuró a otra etapa del concierto. Esta vez con aroma a despedida... y con última tralla de temazos.

Waiting For Tonight es difícil de pasar por alto, a menos que se siga con Dance Again. Si bien los conciertos contemporáneos sufren de exceso de pantallas ―este no fue excepción―, en el estribillo de la que también fue número 1 de LOS40 en 2012 se vivió un baile colectivo difícil de eclipsar con cualquier teléfono.

Let's Get Loud demostró que no importa cuán quemado esté un hit, que siempre se puede sorprender de nuevo: un gran espectáculo con abanicos y plumas la alzó como gran diva que ya teníamos claro que era. Tanto, que ni importó su regreso con una camiseta de los Rolling Stones. Había acabado tan alto que ya podía hacer lo que le diera la gana.

Y por eso optó por un doblete de inéditas para acabar, Free y Up All Night, esta última solamente de fondo mientras se daba un baño de masas con los afortunados fans de primera fila. Para acabar, el regalo a sus fans, El Anillo; una canción que ha tenido que incluir in extremis en su setlist por la demanda de sus seguidores.

Confeti mediante, la gente solo se preocupaba por bailar. Ella reía con sus bailarinas, quizá con cara de satisfacción por un show tremendamente completo. JLo puede que ya se haya ido de la capital, pero lo ha hecho un show que deja muy, muy claro que ha vuelto.