‘Perfectas’, el EP de Emilia que cuestiona mitos sobre las mujeres con ayuda de Lola Lolita o Valentina Zenere
Y que nos demuestra que Aitana y la argentina tienen esta obsesión en común

Portada de 'Perfectas' de Emilia. / Cortesía de Sony Music
Este jueves escuchábamos a Aitana cantar en el Metropolitano La chica perfecta, esa colaboración con Alaska en la que viene a desmitificar esa etiqueta de mujer infalible que nunca se equivoca. Y parece que es algo que también está dispuesta a reivindicar Emilia que empieza agosto con el lanzamiento de nuevo EP, Perfectas.
Un trabajo pop que desafía los géneros y pone sobre la mesa el mito de mujer perfecta a través de preguntas, contradicciones e incomodidad.
En los últimos tiempos, se ha presentado al género femenino dentro de la industria como un símbolo de empoderamiento, pero ella viene a presentar una parodia de ese estereotipo exagerando los roles en los que ha sido encasillada y criticada.
LOS40
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En este camino que ha recorrido para convertirse en una de las grandes divas argentinas y casi mundiales, Emilia ha tenido que escuchar cómo se referían a ella como ‘la chica hot’, ‘la girl boss’, el icono de moda, la belleza impecable… y eso es peligroso porque por mucho que nos empeñemos en idealizar a alguien, nadie que se considere humano puede acumular tanta perfección.
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Que nadie se tome de manera literal todo lo que dice en estas nuevas letras porque se trata de una parodia, una sátira sobre las expectativas que se imponen sobre las mujeres perfectas. Se apoya en la ironía y la hiperfeminidad para mostrar cuán imposibles y absurdos son estos ideales.
Una reivindicación que plantea algo muy real, la presión personal, las críticas y el odio que la argentina ha enfrentado, y el conflicto interno que eso genera. Porque Perfectas, más allá de una crítica, es una confesión.
Emilia. Bunda
Once nuevos temas, cinco de ellos interludios en un disco que abre con Bunda, una colaboración con Luisa Sonza. Juntas convierten la obsesión con el cuerpo femenino en una parodia exagerada. Una fusión de funk brasileño, reggaetón y electro-pop, para habar de esa presión de alcanzar un ideal inalcanzable: ese cuerpo “perfecto” al que la cultura insiste que toda mujer debe aspirar.
Lo que al principio suena como un himno de fiesta, rápidamente se revela como una crítica aguda a los estándares de belleza tan implacables como contradictorios. El video musical se adentra en el surrealismo para subrayar lo absurdo: ambientado en una playa hiperestilizada, Emilia y Luisa aplican un mágico “aceite de bunda” que transforma sus cuerpos en caricaturas extremas.
Con duraznos, glamour y conjuntos de Juicy Couture, la canción expone la incomodidad entre imagen, expectativa y autoestima, no para resolverla, sino para sostener un espejo distorsionado frente a la cultura que la exige.

Emilia. Blackout
Tras el interludio Aceite de, llega Blackout, un tema que ya hemos cantado y bailado hasta la saciedad y que canaliza la presión de ser siempre las más deseada y de saber que hagas lo que hagas, nunca será suficiente. Algo que ella conoce muy bien.
Esa colaboración con Tini y Nicki Nicole que nos llevan a una tienda de ventiladores retro durante una ola de calor brutal y donde los clientes no se resisten a su belleza y se derriten frente a ellas que permanecen irradiando un atractivo exagerado, híper bronceado y casi robótico.

Emilia. Pasarella
Máscara de, nuevo interludio, da paso a Pasarella, junto a Six Sex, cargado de una ironía afilada. Una crítica al consumismo y la presión de proyectar deseabilidad a través del exceso material. La canción captura el agotamiento de perseguir la relevancia en una cultura que premia la apariencia por encima de la autenticidad.
“Espresso martini, Fashion Week en Milán (Sike!)/ Esta ropa cara la compré por face card (Face card)/ Un flash, miro y pose, la calle es mi pasarela/ Culo de revista, exportación nacional/ Oh, wow, salgo en tacones pero en underwear/ Nunca habías visto una femme fatale/ It girl, fantasía sexual”, dice la letra.
El vídeo nos lleva a un centro comercial surrealista donde Emilia y Six Sex comienzan su recorrido con seguridad y estilo, pero la euforia del consumo se desborda en lo absurdo cuando sus zapatos empiezan a sacar chispas y las bolsas pastel se multiplican escena tras escena. Ambientado entre probadores y vitrinas artificiales, el video borra la línea entre elección y obligación, entre vestirse por gusto y vestirse para pertenecer. Al final, ambas abandonan las bolsas y se alejan, seguidas solo por la mirada silenciosa de una mujer mayor cuya expresión pone en duda todo el espectáculo.

Emilia. Beautiful
De Museo, un nuevo interludio que da paso al tema que la argentina estrenó el pasado martes. Una nueva sátira a la obsesión con la perfección facial y la manera en que la sociedad reduce a las mujeres a su apariencia. Exagera la idea de que ser atractiva es lo único que importa, hasta el punto de que cualquier emoción u opinión queda invalidada.
“Dios cuando me hizo a mí, se puso detallista/ Salgo en la portada y no me edita la revista/ Si querés buscá el significado de belleza/ Y vas a ver que en todos lado' aparecemos con mis chicas”, canta.
El video musical comienza en un vestidor lleno de modelos preparándose para una sesión de fotos. Las maquilladoras que asisten a Emilia llevan máscaras industriales, ironizando sobre que su belleza encandila. Mientras las modelos hojean revistas, cada portada muestra a Emilia haciendo playback, ya incrustada en el contenido que consumen.
Valentina Zenere (Élite) está entre ellas, esperando su turno. Pero pronto se revela que Emilia no es solo otra modelo: es la fotógrafa detrás del lente. Al animar a las chicas y guiar sus poses, su presencia cambia el tono. En la escena final, ambientada en un cuarto de revelado rojo, Emilia y Valentina procesan las fotos. Una de ellas sale completamente sobreexpuesta, un destello de luz que borra por completo la imagen sugiriendo que la belleza, llevada al extremo, puede volverse cegadora, vacía o inasible.

Emilia. Servidora
GLOWY es el siguiente interludio que da paso a Servidora, que lanzó el pasado miércoles. Una mirada mordaz a las expectativas distorsionadas que se imponen a las figuras públicas, especialmente a las mujeres. La canción canaliza la presión de estar siempre visible: esa idea de que, una vez que alguien se vuelve famoso, ya no merece privacidad ni espacio para equivocarse.
Emilia encarna a una figura atrapada en contradicción—idolatrada pero constantemente cuestionada, obligada a soportar cada comentario, suposición e invasión como parte del trato. La de veces que la han embarazado ya o han roto su relación con Duki.
La canción refleja ese cansancio de estar en todas partes y en ningún lado al mismo tiempo. “Saben dónde vivo, qué pienso, qué como, qué digo/ Denle una medalla/ Me gusta que sepan todo de mí/ En otra vida yo fui una Kardashian/ Soy la tendencia por una semana con un tweet que no dice nada/ Dicen que fui diseñada pa' ser una estrella que nunca se apaga/ Prenden la tele para ver si hablan de mí/ En el menú piden lo que me gusta a mí/ Quieren la peli que se trate sobre mí/ No me comparen, que no hay nadie sobre mí”, canta en este tema.
El video musical comienza con una valla publicitaria satírica que dice “¿Cansada de no ser perfecta?” junto a un código QR y un póster de la gira 2025 de Emilia insertando su imagen en el paisaje urbano antes de que siquiera aparezca.
Con gafas oscuras y una gabardina, Emilia camina por las calles desapercibida hasta que empieza a cantar y navega el caos con una serenidad irónica mientras termina saludando a cámara con una simpatía teatral tan exagerada que roza la parodia. En los momentos finales, la influencer Lola Lolita presenta un falso reporte de última hora: “la ciudad está en caos tras el supuesto avistamiento de Emilia”. Un remate seco y exagerado que refleja cómo a las mujeres en el ojo público se las trata menos como personas y más como espectáculo.

Emilia. Perfectas
Yo misma es el interludio que da paso al tema que cierra este trabajo y le da título. Aquí deja la sátira para mostrarse vulnerable admitiendo su propia complicidad en la búsqueda de ideales imposibles. Aquí es donde la máscara se cae: una confesión sobre la inseguridad, el autosabotaje y el desgaste emocional de intentar estar a la altura constantemente.
Como sugiere el título, “perfectas” resignifica la palabra, alejándola de estándares inalcanzables y redefiniéndola a través de la imperfección, la autoconciencia y el perdón. Es el núcleo emocional del proyecto, un momento de claridad que conecta todas las canciones anteriores y revela el corazón del concepto.
“Quiero sentirme bien/ Ojalá pudiera desprendеrme/ Ya no hay vuelta atrás porque dе esto soy parte/ Estoy dormida por vivir un sueño/ Del que ya no puedo despertarme/ Y aunque esté muriéndome de frío/ Igual elijo mostrarte mi piel/ Sé que valgo más por dentro/ Solo me tengo que convencer”, dice la letra.
El video musical es una pieza visual introspectiva e impactante que refleja la poderosa crítica de la canción a la perfección. Ambientado en la intimidad de su hogar, capta el agotamiento silencioso que provoca vivir bajo la mirada constante de la expectativa pública. Aunque está sola, nunca está realmente libre rodeada de cosméticos, portadas de revistas, trofeos y pantallas que reflejan versiones curadas de sí misma.

Culmina con un acto de rebeldía silenciosa: se aleja del ruido, se acuesta en la cama y aún dolida por lo que lee, se abraza tal como es. Es un retrato tierno y simbólico de la auto liberación, que refuerza el mensaje central de que hay poder en la imperfección y libertad en soltar.














