Zucchero cumple 70 años: la voz italiana del soul que conquistó el mundo
En 2002 fue número uno de LOS40 con ‘Baila (sexy thing)’

Zucchero, en concierto en Roma en junio de 2025. / Roberto Panucci - Corbis
El 25 de septiembre de 1955 nacía en Roncocesi, una pequeña localidad de la región de Emilia-Romaña, Adelmo Fornaciari. Con el tiempo, el mundo lo conocería por el nombre que lo convirtió en marca y símbolo: Zucchero. Setenta años después, el cantante italiano celebra una trayectoria que lo ha convertido en referente internacional, puente entre la tradición mediterránea y el espíritu del soul, entre la canción popular y la modernidad del rock y el blues.
El apodo “Zucchero” se lo puso una maestra de la infancia y pronto se convirtió en su seña artística. Criado en un entorno modesto, creció rodeado de la tradición musical italiana pero fascinado también por las voces negras que escuchaba en discos importados de rhythm and blues. En los años setenta comenzó a forjarse en pequeños grupos y concursos locales, hasta que en 1983 publicó su primer álbum en solitario, Un po’ di Zucchero.
La gran oportunidad llegó a mediados de los ochenta con Zucchero & The Randy Jackson Band y, sobre todo, con Blue’s (1987), el disco que lo catapultó a la fama en Italia y le permitió comenzar una carrera internacional. Aquel trabajo marcó el inicio de su identidad: un músico que absorbía con naturalidad el lenguaje del blues y del soul, pero lo expresaba con la pasión melódica italiana.
LOS40 Classic
LOS40 Classic
Los noventa consolidaron a Zucchero como embajador mundial de la música italiana. En 1991, Oro, incenso e birra se convirtió en uno de los discos italianos más vendidos de la historia, con más de ocho millones de copias. En 1992 sorprendió al mundo al compartir escenario con Luciano Pavarotti en un concierto que fue el germen de la serie benéfica Pavarotti & Friends.
Su consagración internacional llegó con Miserere (1992), álbum que incluía el tema homónimo escrito junto a Bono y cantado a dúo con Pavarotti, en el que se unían la ópera y el soul en un cruce inesperado. Poco después grabaría con estrellas como Eric Clapton, Sting, Miles Davis, Andrea Bocelli, B.B. King o Ray Charles, con quien compartió uno de sus últimos dúos antes de la muerte del genio del soul.
En 1996, Spirito divino amplió su alcance en Europa y América Latina, y a lo largo de las dos décadas siguientes Zucchero se convirtió en habitual de los grandes escenarios internacionales, desde el Royal Albert Hall de Londres hasta el Madison Square Garden de Nueva York.
Un estilo inconfundible
La importancia de Zucchero no se entiende solo por sus cifras de ventas o por los escenarios que ha conquistado, sino por su estilo, único en el panorama europeo. Es, probablemente, el artista que mejor ha sabido traducir al italiano el lenguaje del soul y el blues. Su voz áspera, ronca y llena de matices emocionales, es su principal instrumento: capaz de sonar desgarradora en un crescendo y dulce en una balada intimista.

Zucchero ha reivindicado siempre la raíz popular de la música. De ahí que en sus discos convivan las guitarras eléctricas y los coros góspel con la tradición melódica italiana, y que sus letras alternen entre la poesía romántica y la denuncia social. Ese mestizaje lo ha hecho accesible para públicos diversos: tanto para quienes buscaban un rock internacional como para quienes se sentían identificados con la canción italiana.
En sus setenta años, Zucchero ha vendido más de 60 millones de discos y se ha convertido en el músico italiano con mayor proyección internacional, después de figuras como Andrea Bocelli o Eros Ramazzotti. El 30 de marzo de 2002 fue número uno de LOS40 con “Baila (sexy thing)” (popularmente conocido como “Baila morena”). Pero su legado va más allá de los números: es un artista que ha demostrado que la música italiana podía dialogar en igualdad de condiciones con las grandes tradiciones anglosajonas.
Ha sido, además, un símbolo de apertura cultural: sus colaboraciones con artistas de diferentes géneros y países reflejan la convicción de que la música no tiene fronteras. De hecho, fue el primer artista occidental invitado a tocar en el Kremlin tras la caída del Muro de Berlín, y uno de los primeros en llevar su música a países como Sudáfrica después del apartheid.
Zucchero cumple 70 años con la serenidad de quien ha escrito capítulos esenciales en la historia de la música europea. Su obra ha mostrado al mundo cómo el soul y el blues podían encontrar una voz mediterránea, intensa y reconocible. Su nombre artístico, que significa “azúcar”, contrasta con la aspereza de su voz, pero resume bien la mezcla de dureza y dulzura que lo define. Zucchero ha sido un puente entre mundos: entre lo local y lo global, entre lo popular y lo sofisticado. Y en esa dualidad radica su importancia: setenta años después de su nacimiento, sigue siendo un referente, un intérprete que convirtió la música en idioma universal.












