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¿Son realmente renovables los "combustibles renovables"?

Algunas gasolineras venden un producto que genera dudas entre los consumidores. El Eco de LOS40 ayuda a resolverlas.

Biocombustible: no es verde todo lo que reluce. / aire images

En los últimos meses han aparecido en los medios de comunicación llamativas campañas publicitarias, acompañadas de grandes letreros en las gasolineras : "Combustible 100% renovable". La promesa suena tentadora: llenar el depósito sin alimentar el cambio climático. Pero, ¿es cierto que estos carburantes son completamente limpios y renovables? La respuesta, como suele ocurrir, es más compleja de lo que aparenta la publicidad. Y aquí está El Eco de LOS40 para explicarla.

De entrada, es necesario explicar qué son los llamados biocombustibles. Se trata de carburantes obtenidos a partir de materia orgánica. Entre ellos existen distintas generaciones: los de primera, como el biodiésel, provienen de cultivos agrícolas (soja, palma, maíz…); los de segunda, de residuos orgánicos, como aceites de cocina usados; y los de tercera —todavía incipientes—, de algas. Sobre el papel, tienen la ventaja de reducir las emisiones de CO₂ respecto a los combustibles fósiles. Algunas petroleras hablan de recortes de hasta un 90%. Sin embargo, según organizaciones ecologistas como Ecodes, esa cifra es engañosa. La reducción real depende mucho de factores como la procedencia de la materia prima, el transporte o el proceso de producción.

La clave: el ciclo de vida

El principal problema es que no pueden considerarse "100% renovables". La etiqueta ignora buena parte del ciclo de vida del producto. Por ejemplo, Europa no dispone de materia prima suficiente para abastecer toda la demanda: gran parte del aceite de cocina usado procede de importaciones del sudeste asiático. Y en algunos casos se sospecha que en lugar de aceite usado se emplea aceite de palma de nueva producción, con el consiguiente impacto ambiental. En definitiva: lejos de reforzar la independencia energética, España importa cerca del 80% de las materias primas para fabricar biocombustibles.

Aunque se vendan como más sostenibles, los vehículos que utilizan biocombustibles siguen emitiendo gases contaminantes

Además, la producción de biocarburantes de primera generación plantea otra contradicción: compite con los cultivos destinados a la alimentación. Dedicar tierra fértil a producir combustible implica menos espacio para producir comida, un problema especialmente delicado en un planeta con una población creciente y con tensiones alimentarias en muchas regiones.

La movilidad sostenible es un reto mayúsculo. / Richard Drury

Otro punto importante: aunque se vendan como más sostenibles, los vehículos que utilizan biocombustibles siguen emitiendo contaminantes atmosféricos nocivos para la salud. Incluso el llamado hidrobiodiésel que se ofrece en algunas estaciones de servicio no es puro, sino que suele ir mezclado con gasóleo fósil. De este modo, su contribución real a la descarbonización es mucho menor de lo que sugiere la publicidad.

Una opción… pero no la solución

Si miramos el panorama a largo plazo, los expertos coinciden en que los biocombustibles pueden jugar un papel de transición, pero están lejos de ser la solución definitiva para descarbonizar el transporte por carretera. El futuro apunta con fuerza hacia la electrificación. Hoy en día, más de la mitad de la electricidad producida en España procede de fuentes renovables —en 2024 alcanzó el 57%—, y esa cifra sigue creciendo. Un coche eléctrico recargado con energías limpias emite mucho menos CO₂ a lo largo de su vida útil que cualquier vehículo alimentado con biocombustibles.

A eso hay que añadir otro punto tanto o más importante: tenemos que repensar nuestra forma de movernos. Independientemente de cuál sea el combustible empleado, carece de sentido usar el coche para distancias cortas, algo que seguimos haciendo a menudo. El transporte público, la bicicleta o caminar seguirán siendo las mejores apuestas para desplazarse de un lugar a otro de una manera respetuosa con el planeta.